Acá les dejo algunas historias, cuentos y anécdotas relatadas o escritas en borradores y compartidas por amigos y compañeros de trabajo que generosamente me hicieron llegar en alguno de nuestros encuentros en el transcurso de la vida, espero y se que varios de mis lectores descubrirán a los protagonistas y se entretendrán con estos relatos, evocarán los viejos tiempos vividos en aquellos lugares, como así también recordaran a aquellos amigos que nos entretenían con sus conversaciones durante los largos turnos en los faros de nuestro país.
HISTORIAS,
CUENTOS Y ANÉCDOTAS DE FAROS DE CHILE
AUTOR:
GUSTAVO
GONZÁLEZ CORTÉS
2018
PARTE 1
BUQUE EXTRANJERO: Tonino
era un chofer que se fue a faro Ráper con el nuevo tractor Valmet en septiembre
del año 1992, no era mucho lo que había que manejar, así que hubo que
considerar meterlo a la guardia diaria, nada sabía del uso de las
comunicaciones y la meteorología, por lo que la tarea era enseñarle ambas
cosas.
La
meteorología le costaba mucho por lo tanto todo se debía revisar antes de
despachar, no importaba la hora a la una, las cuatro u once de la mañana, iba
al camarote o donde hubiese alguien para que le revisasen la información que
había reunido para la observación y luego lo despachaba. Durante todo el
periodo fue así y nunca pudo hacer el informe meteorológico solo, en cuanto a
las comunicaciones, siempre había alguien que se las atendía.
Un
día se nos ocurrió con Manuel el último ayudante, hacerle una broma en
comunicaciones, por lo que tomamos un VHF portátil y comenzamos a llamar al
faro en inglés, simulando un buque, en principio nos llamó pidiendo ayuda y ver
si el llamado era para el faro, lo que le confirmamos y tu estas de guardia por
lo que atiéndelo para que aprendas, viendo que nosotros no queríamos ayudarlo,
acudió a Carlos otro de los ayudantes que también le negó la ayuda, a esta
altura estaba muy nervioso y sudado, desesperado se fue donde el jefe de faro,
quien sin pensarlo parte llamando para contestar al supuesto buque, la broma
llegó hasta ahí, con el jefe no se podía bromear.
Jefe
era una broma para el Tonino, el chofer recién ahí se relajó.
-o-o-o-o-o-o-
EL GRAN MENTIROSO: Eduardo
Zurita, un antiguo jefe de faro, contaba que estando en Cabo Ráper un día se
fue solo a Puerto Slight, era invierno y decían que en esta época del año
arriba en la montaña se cubren las cumbres y planicies de nieve, los pudú al no
encontrar pasto bajan a las laderas de los cerros y algunas veces al plan, como
la península Tres Montes es continental, también hay pumas, por lo que ellos
bajan tras su alimento los pudú. Zurita en esa oportunidad, llevó el fusil con
varias cargas de balas además de la fornitura con el yatagán, por precaución en
el caso de encontrar al león americano, ya en el puerto decide probar puntería
y guarda una bala para la vuelta si fuera necesario.
Iba saliendo
del bosque cuando a lo lejos y sobre el camino, observa que había dos pumas
adultos y hambrientos atentos a los pasos de Eduardo que hago pensó, si corro
me pueden seguir, las balas me las gasté probando puntería y solo queda una,
fue en ese momento que aplicó sus conocimientos de armamento, según él, tomó el
yatagán y lo colocó firmemente en un árbol con el filo hacia su cuerpo, calcula
el ángulo necesario para que la bala que le quedaba en la recamara del fusil
tocara medio a medio en el filo del yatagán, la dispara dividiéndose en dos
hiriendo a los pumas que salieron despavoridos, todavía no puedo creer la
técnica y la precisión. Cuenta Eduardo que luego de esto sacó un cigarro para
fumar sentado a la vera del camino y pasar el nerviosismo del momento, para
después seguir camino al faro. No es por nada amigo, pero creo que hay que “ver
para creer”.
-o-o-o-o-o-o-
EL MAESTRO PANADERO: Durante
el año 1978, Blas Correa García, siendo Cabo 2° (F.) fue designado jefe del
faro Islotes Evangelistas, sus ayudantes eran el Cabo 2° (F.) Juan Rozas
Placencia, y los Marineros (Af. F.) Gabriel Gómez Cortés y Luis Verdejo
Galleguillos, estos últimos con nula experiencia en faros, por lo que una vez
llegaran a la roca, había que prepararlos rápidamente en meteorología,
comunicaciones, motores y alimentación para meterlos al rol de guardia, por lo
pronto los servicios estarían a 2 turnos de 24 horas cada uno.
Juan
Rozas se encargó de instruirlos en meteorología y comunicaciones, Blas Correa que
se consideraba un maestro del pan, asumió la función de enseñar la técnica para
obtener un pan blando y esponjoso, los alumnos, los marineros motes.
Por
ese tiempo llegó por primera vez dentro de los víveres el Aguardiente de
Linares, licor con un agradable aroma y sabor a uva, así que era necesario probar
si el sabor no era tan malo como la grapa, esta última usada como alcohol para
limpiar las heridas en los faros. A la primera copa el jefe Blas se puso más
alegre y conversador, paralelo a esto dio inicio a la instrucción para la
confección del pan, los ingredientes se unieron y se comenzó a dar forma a los
bollos, entre tanto Blas seguía degustando el rico licor, a los pocos minutos el
pan estaba listo para leudarlo y posteriormente cocerlo.
Al
cabo de 2 horas, ingresó la primera bandeja al horno de la cocina, que luego
del tiempo necesario se sacó, ¡Oh sorpresa!, a la masa le faltó la levadura y por
supuesto el primer pan quedó tan duro que solo servía para jugar a la rayuela
con él.
La
enseñanza de este frustrado intento, es que hay que preparar primero el cajón
con barro para dar buen uso a los tejos en un campeonato de rayuela. El maestro
panadero agotado de tanto amasar y degustar, optó por dormir una siesta y los
marineros, según él, quedaron instruidos y listos para debutar en la
amasandería.
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CAMARADERÍA EN LA FRONTERA: El
faro Cabo Espíritu Santos está ubicado en tierras patagónicas, geográficamente
al Sur de la boca oriental del Estrecho de Magallanes en Chile. Al lado del
citado faro, se encuentra una repartición de la Armada Argentina, ambas
separadas por aproximadamente 30 metros entre sí y por la alambrada que señala
claramente la frontera entre ambos países en el hito 1 de la Patagonia.
Corría
el año 1985, el permanente y fuerte viento que azota las tierras patagónicas
cortó la driza que sostenía la enorme bandera del puesto de vigía Argentino,
izada en un grueso mástil de 8 metros de alto, cayendo al suelo.
Nuestros
hermanos argentinos hacían esfuerzos infructuosos tratando de volver a colocar
la driza en el mástil, el intenso viento patagónico y el frío les impedía,
volver el pabellón a su lugar, tenían una lucha casi imposible ante la falta de
medios, frente a ellos el pequeño pabellón chileno para vientos, diseñado para
este tipo de ambientes, flameaba con fuerza y gallardía sin cesar día y noche en
su posición, mostrando algunas hilachas que el viento se encargaba de enredar, con
su ajada apariencia y flamear constante señalando orgullosamente tierra chilena.
El
personal argentino trataba de subir por el mástil, del mismo modo como se sube
al palo encebado, con la driza entre los dientes una y otra vez para poder
pasar por el rolete sin lograr el objetivo, al ver esta situación salimos y les
ofrecimos a viva voz, ¡¡Eh che!!, ¿les prestamos escalera?, …..Bueno Che, se
escuchó aceptando nuestro ofrecimiento.
Con
el beneplácito de ellos y la ayuda que llevábamos cruzamos la alambrada, nuestra
escalera, cordeles para hacer firme esta y driza nueva, nos saludamos
cordialmente y comenzamos a trabajar, ante el fuerte viento reinante unimos
nuestros esfuerzos y luego de luchar con el tiempo logramos volver a su
ubicación la inmensa y pesada bandera celeste flameando nuevamente en el vetusto
mástil.
En
agradecimiento a nuestro desinteresado apoyo, los hermanos argentinos nos
invitaron a compartir un exquisito asado patagónico, “regado por algunos mostos”
de origen transandino, ese día conversamos amenamente, logrando entablar una
muy cordial y sincera amistad, de ahí en adelante la actividad se repitió en
ambos lados de la reja por varias ocasiones.
Estar
aislado haciendo Patria en un lugar tan remoto como la frontera en la
Patagonia, sin dejar de lado las funciones que están dispuestas, no es
impedimento para tender una mano a quien lo necesite y por supuesto compartir
un rato de esparcimiento estrechando lazos de amistad entre países hermanos.
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TATOS MEN (Zapatos también): Era
viernes en la tarde y la mañana había sido muy agotadora con faena de cadenas y
acumuladores que terminó muy tarde, hubo que hacer espacio y estibar las
cadenas en otro sector para hacer lugar a los acumuladores que llegaban en el
remolcador que recaló durante la tarde, después de casi un mes de navegación
tras haber efectuado las tareas de mantenimiento y recambio a los faros
automáticos, eran más de 200 botellas que llegaron y el trabajo fue largo y muy
cansador.
Los
más jóvenes y solteros durante la faena se ponen de acuerdo para salir más
tarde a beber unas copas, conversar y relajarse un poco, Jorge que no era del
grupo atento a la conversación decide participar un rato con ellos.
La
salida comienza con el típico toque y despegue previo de los fareros, donde el
amigo Segundo, donde además se agregó un plato de comida para luego seguir en
otro lugar, entre conversación y conversación, historias de navegación y
aislamientos nos internamos en la noche, los locales se cerraban al consumo de
bebidas, Jorge ya de madrugada y con unas cuantas copas en el cuerpo, decide no
volver a su casa debido al estado de embriaguez y acompaña a los solteros al
dormitorio dispuesto para ellos, no todos volverían, todo queda cerca y el
grupo decide ir caminando a través del centro de la ciudad.
Durante
el trayecto las bebidas ingeridas comienzan a hacer efecto y aceleran las ganas
de descansar y dormir, algunos siguen sedientos y deciden seguir bebiendo, en
cambio otros quieren bailar, locales nocturnos en la ciudad hay para todos los
gustos, estos últimos se separan del grupo, por lo que Jorge quedó sólo, sigue
rumbo a los dormitorios y a la altura de la plaza de la ciudad se sienta a
descansar un rato en uno de los bancos, casi enseguida el cansancio lo vence y
se queda dormido, era de madrugada por lo que el tránsito peatonal era escaso a
esa hora.
La
época y la hora no es impedimento para que se presente el dueño de lo ajeno,
viendo que el curadito se queda dormido, se acerca un par de individuos a
mirarlo de cerca y para no levantar sospechas lo acomodan en el banco
amistosamente, le sacan el dinero dejándole los documentos, la chaqueta de
cuero que estaba en muy buen estado también se la llevan, los maleantes estaban
terminando de desvalijar a Jorge cuando este despierta con mucho esfuerzo,
creyendo que se encontraba en su casa y que su esposa amorosamente lo estaba
acomodando en la cama sacándole la ropa, ante lo cual le pide que también le
saque los zapatos para no ensuciar las sábanas, los ladrones escuchan a Jorge
decir:….”Tere tatos men”….”Tere tatos men”….”Tere tatos men”, a esa hora el
alcohol había hecho efecto en el organismo y apenas lograba terminar las
palabras, que quiere este gallo que no le entiendo, decía uno de los
delincuentes, parece que está pidiendo que le saquemos los zapatos también,
miraron el calzado que tenía Jorge y encontraron que estaban en buen estado y
poco uso, por lo que también pasó a
formar parte del botín, con todo lo que lograron y amparados por la oscuridad
se fueron del lugar desapareciendo en la noche. Jorge se quedó dormido cómodo y
plácidamente.
Estaba
amaneciendo y el frío de la mañana se hace presente, la embriaguez estaba en
franca retirada, Jorge no se encontraba en su casa como presumía, al parecer
había soñado, no estaba en su cama, no tenía la chaqueta de cuero y los zapatos
habían desaparecido, tenía los documentos pero no había dinero. Se levantó de
donde estaba tiritando y tomó rumbo a su casa para reponer el cuerpo y dormir
realmente en su cama, su esposa Teresa había salido temprano y tampoco estaba
en la casa, por lo que nunca se enteró de lo sucedido hasta hoy.
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HASTA SIEMPRE PAPÁ: Desde
el día en que abrazan la especialización en faros en la Armada de Chile, a los
jóvenes que integran el curso se les recalca que en este trabajo se van a
perder momentos importantes de sus vidas; el nacimiento de un hijo, el primer
día de clases, algún cumpleaños, una enfermedad o la partida de un ser querido,
por lo que deben estar preparados para estos acontecimientos si ocurren y así los
efectos sean menores.
Aquel
día sábado 17 de abril del 2004, el faro Evangelistas amaneció con un temporal
desatado, las comunicaciones se recibían con interferencias, afuera de la casa
se escuchaba como se azotaba el viento contra las paredes de la casa y el
retumbar de la rompiente al chocar con las grietas del peñón, todo hacía presagiar
un día sin poder salir a trabajar y por lo tanto solo se podría realizar
mantención interior, la nube negra del exterior se reflejaba con tristeza hacia
el interior.
Ese día
Edgardo López, Jefe del Faro, recibe un llamado radial (QRJ) de su hermano Alonso,
también marino, que por ese tiempo residía en Puerto Williams, por la condición
de aislamiento, le conversa con mucha delicadeza sobre su padre que estaba muy frágil
de salud, como presintiendo un mal desenlace le cuenta que tenía intenciones de
ir a verle a Talcahuano.
El
trabajo responsable en soledad y el estar a cargo de personal, va templando el
carácter del personal de faros, fortaleciendo su actuar en la soledad de los
faros y en los momentos que se deben tomar decisiones o prestar una palabra de
apoyo para los más jóvenes, el Jefe tiene que convertirse en líder guiando al
equipo de personas que lo acompañan en la principal labor encomendada en un
faro, la de salvaguardar la vida humana en el mar.
Pasaron
los días y a las 07:30 horas del día miércoles 22 de Abril, el jefe de faro era
requerido a través de la radio por sus hijas, quienes le informan que su Tata,
su padre, don Edgardo López Rosales (Q.E.P.D.), había dejado de existir en la
madrugada, señalándole que durante la noche se quedó dormido y su sueño se
había prolongado sereno y tranquilo.
El
corazón se acongoja y se aprieta porque desearías estar junto a tus hijas y haberte
despedido de tu viejo, pasan muchos recuerdos por la mente, unos tras otros, la
tristeza y la nostalgia te invaden pero la vida debe continuar y hay que
sobreponerse a estos momentos difíciles, una familia te espera allá lejos en la
ciudad y en ese instante estas cumpliendo con tus labores de jefe de faro, no
estás solo, tiene a cargo una repartición que hacer funcionar y un grupo de jóvenes
ayudantes que guiar que de una u otra forma, indirectamente, están recibiendo
lecciones de vida.
Personas
de diferentes rangos y de distintas latitudes, le hacen llegar sus muestras de
apoyo, afecto, fuerza y consuelo por la pérdida del ser querido. Es aquí
precisamente donde queda de manifiesto la grandeza y nobleza de la Familia
Naval, que la vorágine del día a día no te deja ver a tu alrededor y que se
manifiesta cuando más lo necesitas, y por cierto uno se siente infinitamente
agradecido y orgulloso de pertenecer a tan digna Institución.
El
Gobernador Marítimo de Punta Arenas plantea la posibilidad de evacuación al día
siguiente, la cual agradece, pero debe rechazar, las malas condiciones
meteorológicas pronosticadas para el área, vientos del Norte sobre los 60 nudos
acompañado de lluvia, un temporal desatado, harían imposible una maniobra de
este tipo sin poner en riesgo la tripulación y el helicóptero, el viaje era
relativamente corto con buenas condiciones, pero de ahí había que seguir rumbo
a Talcahuano, por lo tanto no había ninguna posibilidad de llegar a tiempo para
acompañar al ser querido en su última morada. Convencido de que el tata Edgardo
será guiado por la luz del “mítico faro” en donde este, viento a un largo y
hasta siempre.
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LOS POLLITOS DICEN: Una
forma de obtener huevos frescos es criando gallinas ponedoras, y para que los
huevos puedan usarse con una gallina clueca, las gallinas deben tener un buen
gallo pisador, por lo que Edgardo en su viaje de ida al faro Ráper se preocupó
de encargar al Capitán de Puerto de Puerto Edén, que le comprara un buen gallo
pisador de los alrededores del pueblo para llevarlo a Ráper, ya que allá no
había, la idea era obtener huevos fértiles para comenzar una crianza de pollos
para el faro.
El
primer día llegando a Ráper se soltó a la joyita, que en una rápida vuelta por
el gallinero se pisó a todas las gallinas, quedando todas felices y con las
plumas revueltas, incluida la más veterana que se creía dueña del gallinero, con
esto supuestamente los huevos que pusieran las aves en adelante, podían usarse
en el caso de haber alguna gallina clueca.
Al
mes de llegado el nuevo marido “gallo”, se encluecó la gallina vieja, así que
se le preparó un nido con 15 huevos fértiles, Edgardo pacientemente se encargó
de tenerle agua y alimento a la gallina abuela, a los 21 días comenzaron a
picotear los huevos los nuevos pollitos, pasaron 2 días y ya habían 10 pollos
nuevos, la gallina al tercer día se levantó del nidal y salió a pasear sus
crías, los otros huevos se enfriaron y no lograron empollar, la vieja gallina
comía poco y se veía muy débil luego del proceso, Edgardo muy atento a la
evolución y cuidado de las crías detecta que la gallina no se levanta el quinto
día, la va a ver al nido y la encuentra muerta y todos los pollitos a su
alrededor, aprovechando sus conocimientos de campo sigue alimentando a las
pequeñas aves durante el día y en la noche los encierra en una caja de cartón
para cobijarlos del frío.
Creyendo
que las pequeñas crías necesitaban de una gallina que las acompañara y guiara
en su crecimiento, decide tallar una desde un dado de poliestireno, una gallina
con algunas plumas verdaderas y ruedas para darle movimiento, un delgado cordel
servía para guiar el desplazamiento del invento y llevar a pasear a las
pequeñas crías por los alrededores, todos los días dedicaba un tiempo en la
mañana y en la tarde para dar un paseo a “los pollitos, dicen”, en este paseo
aprovechaba de contaminar sus pulmones encendiendo un cigarro.
Cuenta
Edgardo que la ocurrencia le sirvió hasta que los pollos cumplieron 2 meses y
estuvieron grandes, además decía que todos los días buscaban a su madre
adoptiva para acurrucarse junto a ella y dormir luego de las andanzas y por supuesto
durante las noches.
No
sé por qué no le creo, en todo caso es un gran amigo con unas cuantas historias
entretenidas que hacían más amenas las conversaciones y que en el fondo algo de
cierto pueden tener.
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OCASO DE UN FARERO: El
ruido producido por los cascos de los caballos en el pedregoso sendero que une
el Faro Cabo Ráper con Puerto Slight se confundía con el golpeteo incesante y
furioso del oleaje propio del Golfo de Penas. Apenas empezaba a amanecer y,
junto al que había sido mi Jefe por cuatro largos meses, cabalgábamos por
última vez juntos aquellos 8 kilómetros que tantas veces recorrimos, ya sea por
traslado de pertrechos o despejando el camino de algún árbol que no soportó las
inclemencias del crudo invierno austral.
La
Armada nacional aún mantiene algunos faros dotados de personal con la finalidad
de prestar diversos servicios a los navegantes que surcan nuestros mares y el
Cabo Ráper, enclavado en la península Tres Montes, es uno de ellos. Grupos de
cinco “fareros” son los encargados de custodiar, operar y mantener estos
míticos vigías del mar por períodos de cuatros meses, alejados de sus seres
queridos y sólo manteniendo comunicación radiotelefónica una vez por semana con
ellos.
El
Suboficial Robles, jefe del faro, se caracterizaba por ser muy parlanchín, sus
“años de circo”, como el solía decir, le proporcionaban mil historias que
contar, pero aquella mañana no murmuraba palabra. En nuestro tercer mes de
aislamiento había recibido la notificación de su llamado a retiro y hasta el
último día pareció no afectarle la noticia, por eso me atreví a romper el
silencio. ¿Qué se siente saber que este fue su último aislamiento jefe?, pregunté
con cierto temor; primero por el respeto que aquel hombre me inspiraba y, en
segundo lugar, porque sentía que mi pregunta podría resultar imprudente.
¡Pena
muchacho!...¡Mucha pena!; son tantos años de entrega y sacrificios los que hoy
dejo atrás, tantos buenos amigos y compañeros..…, solo me resta darle gracias a
Dios y a la vida por haberme permitido trabajar en este servicio tan noble como
desconocido para el común de la gente.
Pero
al menos ahora podrá disfrutar un mayor tiempo con su familia, agregué, como
queriendo animarle un poco.
Eso
es seguro, es mucha la deuda con mi esposa y mis hijos; tantas navidades,
cumpleaños y fechas importantes lejos del hogar..…, en todo lo que me reste de
vida no podré compensar el sacrificio que, sin querer, demandé de ellos.
¿Suena
algo dolido mi Suboficial? Dolido no es la palabra, al fin y al cabo este fue
mi trabajo y siempre traté de cumplirlo de la mejor manera posible, sin pensar
en los costos afectivos y emocionales de los míos.
Sucede
que nuestro oficio es único, se aprende a quererlo a partir de las dificultades
y el sacrifico diario, eso lo hace especial, porque sabemos que al final del
camino no habrá despedida pomposa ni reconocimiento alguno. Sólo nos queda la
satisfacción de la labor bien cumplida, porque pasarán los años, trayendo
consigo sus nuevas tecnologías y la luz de nuestros faros seguirá guiando las
rutas de los barcos y, los navegantes afligidos seguirán necesitando de nuestra
palabra de aliento en medio del temporal, solo siento orgullo de haber
realizado en mi vida una labor que debe ser de las más queridas y bendecidas
por Dios, porque tal como su Iglesia; la luz de nuestros faros “ilumina”,
“guía” y “salva”.
El
sol ya dejaba ver sus primeros rayos del día por detrás de los cerros, dejando
ver un par de lagrimones que rodaban por aquel rostro curtido y arrugado, los
que el viejo trató de ocultar vanamente, al momento que llegábamos a nuestro
destino.
El
buque que nos llevaría de regreso a Puerto Montt ya estaba anclado en la
hermosa bahía de Puerto Slight y, los primeros botes ya iniciaban las maniobras
de acarreo de enseres para la dotación entrante. La faena fue ardua aquél día;
se sucedieron tambores de petróleo, cilindros de gas, víveres, alimento para
los animales, en fin, todo lo necesario para el período que se iniciaba y el
Suboficial Robles trabajó sin desfallecer, como el más novel de la tropa. Era
de aquellos hombres que enseñaban con sus dichos y sus acciones.
Hoy,
que el paso de los años me acercan cada vez más al final de mi camino en este
trabajo, sus palabras resuenan en mi mente, cual presagio del que será mi
propio ocaso como farero.
No
he vuelto a ver a aquél hombre, recuerdo su silueta encorvada apoyada en la
borda del buque con la mirada perdida en el horizonte, mientras un faro y sus
destellos indicaba el ingreso a uno de los tantos canales del sur de Chile.
-o-o-o-o-o-o-
LA VIEJA ESCALERA: El
único acceso peatonal para llegar a la casa del faro Isla Guafo era una añosa y
débil escala de madera de casi 200 peldaños, sobrepuesta en rieles adheridos a
la pared del cerro, su mantención era muy riesgosa por estar mirando al vació
con un fondo de rocas y a mucha altura, se hacía mantenimiento a lo que era
posible sin riesgo de la personas, los fierros que sostenían la estructura
serpenteante pedían a gritos un pronto recambio, pero por ahora no era el
momento, el año anterior se habían cambiado algunos tramos de los escalones de
madera, así que nadie esperaba que al final de un fuerte temporal de lluvia y
viento invernal, a mitad del año 1984, se destruyera toda la construcción que
estaba sobre los rieles, cayendo al vacío y dejando sin la única vía de acceso hacia
el faro.
En los
siguientes días la dotación se encargó de ver si se podía recuperar el acceso,
siendo complejo e imposible ante la falta de medios y materiales, la
recuperación iba a requerir de un
trabajo mayor y por esos días había que preparar el relevo que estaba pronto a
llegar, lo primero era bajar la carga que había que enviar a Puerto Montt, lo
que se hacía a través del andarivel,
único medio operativo.
La
dotación recurrió a la improvisación para habilitar un acceso, se buscó camino
por el lado Este de la casa por donde pastaban las cabras y corderos, los
senderos que dejaban estos animalitos sirvieron para bajar hasta la mitad del
cerro con algo de inseguridad, de ahí se ataron cordeles en los árboles más
gruesos cercanos al lugar, para descender al estilo rápel hasta la base del
cerro y llegar caminando al desembarcadero bordeando este, lo mismo se hacía para
el ascenso.
Cuando
recaló la dotación entrante en septiembre de 1984, se encontró con este escenario
poco agradable y cansador, aunque ya sabían de lo sucedido a la escala, la
tarea principal para el periodo con la dotación entrante, era construir un acceso
peatonal accesible y duradero hacia el faro, ya sea reparando la escala si era
posible o buscando otra alternativa.
La
primera semana fue exclusiva para subir carga, víveres, combustibles y enseres
personales para funcionar lo más cómodo posible, el equipo de trabajo estaba
compuesto de 6 personas, un Sargento 2°, dos Cabos 1° y tres Cabos 2°, tres
personas de este equipo fueron destinados a los trabajos para habilitar una vía
de acceso, el Cabo 1° (F.) Mario Fernández Olate y los Cabos 2° (F.) Gabriel
Gómez Cortés y Pedro García Guzmán, este último se excusó de no poder efectuar
trabajo pesado por tener problemas a la columna, así que quedaron dos para la
tarea, los más altos de la dotación, detalle que tendría como resultado un
grado de dificultad final.
Durante
el primer mes se visitó el área alrededor y se definió que la escala no se
podía recuperar y que el lugar más adecuado para construir el nuevo camino peatonal
era por el lado Este del faro aprovechando los senderos que marcaban los animales.
Se presentó la propuesta al jefe de faro quien la encontró adecuada y viable
autorizando dar inicio a los trabajos, la primera etapa a atacar fue la más
lejana y la más dura, empezando por la falda del cerro que debía conectar con
el sendero de los animales escogido, esta vereda se haría de un metro de ancho
para hacerla segura, los escalones se dejaban acorde a las zancadas de los
trabajadores, esta parte compuesta de mucha piedra demandó un gran esfuerzo, había
días que las condiciones de tiempo impedían el avance ya sea por la lluvia o el
fuerte viento, hay que considerar la inclinación del terreno en la cual se
estaba trabajando, luego del mes de trabajo se logró conectar con el sendero
Noviembre
y diciembre la tares fue un poco más liviana ya que se trabajó en terreno sin
gravilla, el tiempo mejoró muchísimo y se pudo avanzar más rápido, logrando
terminar la misión encomendada.
Los
días soleaban bastante, así que cada vez que había que subir por la vereda, a
mitad de cerro ya se iba muy cansado y corriendo las gotas de sudor, en parte a
la calor como también a lo alto de los escalones del camino, lo que coincidía
con un árbol frondoso junto a una pendiente y que entregaba sombra con una
vista maravillosa del entorno, lugar ideal para para tomar un descanso, solo
faltaba un banco donde descansar un rato y un poco de agua para quitar la sed,
el cabo Gómez se dio como tarea personal habilitar una posta de descanso en ese
lugar, lo que en un par de días con los materiales y herramientas necesarias
llevó a cabo, cuentan los más jóvenes que aún se mantiene la posta ya que el
camino de acceso al faro Guafo sigue siendo aquella vereda con grandes
escalones construida por los Cabos (F.) Fernández y Gómez en el año 1984
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CONTINUA EN PARTE 2
Del
autor:
Estas historias y cuentos son reales,
sin embargo, algunos nombres y lugares han sido cambiados para proteger la
identidad de sus verdaderos protagonistas.
Colaboradores:
- Guardián de Faros Victor Grendi Saavedra (Q.E.P.D.)
- SO (F.) ® Ricardo Gallardo Rojas
- SO (F.) ® Edgardo Zurita Jara
- SO (F.) ® Jorge Bennedeti Saint-Jean
- SO (F.) ® Eduardo López Caamaño
- SO (F.) ® Henry Arriagada Vicencio
- S1° (F.) ® Blas Cortez García
- S1° (F.Mc.Eln.) Roberto Araneda Torres
- E.A.C. Dibujante Ronald Ulzurrún Macías
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Vivencias unas muy buenas y otras no tanto, pero son, como la vida misma.
ResponderEliminarSaludos !
Vivencias unas muy buenas y otras no tanto, pero son, como la vida misma.
ResponderEliminarSaludos !
Julio Arcos Hamati
SO (F.)