Recuerdos del guardián de faros Sr. Victor Grendi
Saavedra
Faro Islotes de los Evangelistas, auxilio del mercante
noruego Köll, 19 de julio de 1931
Recopilado: SOM Sr. Gustavo González Cortés
Los islotes de los Evangelistas fueron descubiertos
por Hernando de Magallanes el 1° de noviembre de 1520, cuando inició el viaje
alrededor del mundo al servicio del Rey de España, zarpó del puerto de Sanlúcar
de Barrameda el 20 de septiembre de 1519, con el propósito de llegar a Las
Molucas por el oeste, estas islas conocidas como de las especies. Descubrió el
actual Estrecho de Magallanes al que bautizó de Todos los Santos por ser la
celebración de la iglesia católica ese día, cruzándolo y llegando a las Filipinas donde murió a manos
de los indígenas, su piloto Sebastián de Elcano continua viaje en la nave
Victoria, recalando a España en 1522 y culminando el primer viaje alrededor del
mundo.
Guillermo Cornelio Shouten y
Jacobo Le Maire, ambos holandeses, descubrieron el Cabo de Hornos en 1618. Esta
noticia del descubrimiento de este nuevo paso al sur del Estrecho de Magallanes,
motivó a los Reyes de España para aprestar rápidamente una flotilla para su
reconocimiento, designando al mando de esta expedición a Bartolomé García Nodal
en la nave “Nuestra Sra. de Atocha” y a su hermano Gonzalo Nodal a cargo de la
nave “Nuestra Sra. del Buen Suceso”, zarpando un 27 de septiembre de 1618 del puerto
de Lisboa. Al término de su viaje en julio de 1619, realizaron sendos informes,
uno dirigido al Rey y el otro al Real Consejo de las Indias, en donde entre
otras cosas mencionaban haber bautizado como “Los Evangelistas” a las rocas que
están a la salida del Estrecho de Magallanes, al parecer en honor a los 4
evangelistas del Nuevo Testamento quienes escribieron la vida de Jesucristo y
que fueron: San Marcos, San Mateo, San Lucas y San Juan. Con la expedición de
los Hermanos Nodal, se inicia la época de las expediciones científicas o
simplemente comerciales. A este respecto, el Derrotero de la Costa de Chile,
solo indica que fueron los primeros navegantes españoles, los que denominaron a
este grupo de rocas como “Evangelistas”, no especificando quien fue el que lo
bautizó con esta denominación.
Relata el Sr. Grendi, sobre el islote
San Mateo se erigió la construcción del faro en 1896, llamándolo “Islotes
Evangelistas”, construido por el ingeniero escocés George Slight, contratado
por el gobierno de Chile para llevar a cabo esta difícil obra, donde encontró
debido a la topografía del peñón, piedra de granito, rocas escalpadas con
altura superior a los 60 metros sobre el nivel del mar, la construcción de la
casa tiene forma ovalada para favorecer a soportar los embates de los
temporales de 80 a 100 Kms. por hora que azotan la zona.
El aparato lenticular lo forma una
jaula de 1,8 metros de diámetro con zonas catóptricas y 12 lentes que giran
abarcando una gran zona de luminosidad visible a 30 o 40 Kms.
El observatorio meteorológico realiza
observaciones tres veces diarias, las que se retransmiten por radiotelegrafía a
la central en Santiago.
El peñón en sí, es un centinela que
los cataclismos de la época han regalado al país y por lo tanto al ser humano,
es como un centinela de la entrada oeste del Estrecho de Magallanes en el Océano
Pacífico, como lo es Punta Dúngeness en el Atlántico.
En mi carácter de empleado de faros
ingresado al servicio en 1928 con solo 18 años de edad, en junio de 1931 formé
parte de la dotación de Evangelistas, luego de zarpar la nave que efectuó el
aprovisionamiento de vituallas técnicas, víveres y combustible el 9 de julio,
el jefe del faro sufre un ataque de apoplejía 20 minutos después que la nave
zarpa por término de la misión. El faro se abastece cada tres meses, por lo
tanto hubo que tomar la resolución de pedir auxilio mediante las señales
internacionales. Los intensos temporales de esos días, impiden toda posibilidad
de contactar con alguna nave hasta el día 19, fecha en que es posible comunicar
con la nave noruega Köll que navega al océano, al ver nuestras señales de
auxilio mediante las señales por banderas, rectifica su track de navegación
acercándose al peñón, la nave se aproxima a la roca a unos 150 metros,
solicitándole de aviso a las autoridades para que evacuen a nuestro jefe de
faro, hay buen tiempo, es emocionante observar al capitán y oficiales
despedirse y ondeando las gorras y sonando los pitos reglamentarios, mientras
nos acercábamos a hablarle al enfermo tratando de que entendiera que se había
pedido el correspondiente socorro.
La ciencia por esos años solo pudo
restituirle la actividad motora, jamás pudo hablar, unos meses después fallece
con la tristeza de no haber podido explicarse la causa de la tragedia que le
inutilizó su existencia a los 48 años de edad, cosas del destino.
En el año 1935 formé parte de la
dotación del radiofaro de isla Mocha, por esos años el servicio ha modernizado
su material técnico y ha formado una red de radiofaros y radioteléfonos a lo
largo de su extensa costa. El mes de agosto es favorable para las
comunicaciones desde el paralelo 39° al sur del país.
Se mantiene contacto con la nave köll
cada vez que navega por nuestras aguas en demanda al Estrecho de Magallanes,
siempre con emoción se rememora su disposición para ir en auxilio de
Evangelistas de 1931, quizás era la misma dotación del socorro, posiblemente
recordando las andanzas y peligros a los cuales están expuestos los hombres que
cubren la vigilancia de las rutas navieras en los faros habitados, sin saber
quienes van a bordo y hacia donde van.
Mientras el guarda faros que abraza
este trabajo, debe renunciar a los hechizos del siglo y concretar su actividad
con espíritu de abnegación, sacrificio y estoicismo de su soledad.
Relato hecho en Valparaíso el 19 de
septiembre de 1993.
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