Dedicatoria:
A mis compañeros
en el trabajo de los faros de mi Chile y a los buenos amigos que conocí en
aquellas largas estadías.
ISLOTES
EVANGELISTAS
“TIEMPO
PARA TEMPLAR EL ESPÍRITU”
Autor:
SOM (F.) Sr. Gustavo González Cortés
Luego determinar el curso de
especialidad de Faros en la
Escuela de Abastecimiento y Servicios en Playa Ancha
Valparaíso el año 1980, un año completito de quemarme las pestañas, volví a
Punta Arenas, ahora esta vuelta no fue por suerte ni por designación, me la
gané estudiando ya que como uno de los incentivos que había en dicho curso era
que el primer lugar de este podía pedir adonde quería irse, bueno yo decidí
volver al Sur del país, ahora no fue tan fácil salir de la escuela ya que como
aún era Marinero y soltero, no tenía compromisos y no me requerían con urgencia
en mi nueva repartición, sólo sabían que llegaba los primeros días de marzo en
el medio que la Armada
había dispuesto, así que me dediqué a disfrutar de la zona central y de la
familia, ese verano invité a mi amigo Roberto Fernández Barrera a salir de
vacaciones juntos, quien iba a saber que luego con los años me iba a robar a
Nancy su hermana para casarme con ella, ¿cierto cuñado?, nuestras vacaciones
comenzaron luego que empezaron a llegar los nuevos alumnos a la escuela, ósea,
durante el mes de enero, ahora estas vacaciones tenían sus condiciones, y era
que estuviésemos atentos al correo o a la notificación de Carabineros en el
caso de adelantarse el viaje de un buque naval que nos trasladaría a nuestros
destinos, lo cual era muy probable ya que había una barcaza a mediados del mes,
así que nos fuimos al campo, específicamente a Chillán en la localidad de
Trehualemu, a la casa de mi tía Mercedes, lugar donde todos los años pasaba mis
vacaciones con la familia, disfrutamos una enormidad esos días, fuimos a
bañarnos al río La Capilla ,
visitamos a los tíos, primos y amigos, fuimos donde la Hilda y Layo, donde la tía
Elba, los Medina Cortés, participamos de todas las trillas de trigo que se
presentaron, anduvimos a caballo, conejeamos con perros, pescamos salmones a
mano en el río, manejamos la carreta con bueyes, mi primo Orlando tenía una
yegua de carrera a la chilena y un día al lado Norte de la casa me la prestó
para correrla por el potrero, así que ahí mismo le puse un saco y tomé las
riendas y me monté, la desgraciada salió disparada, era muy rápida y
aprovechamos muy bien el contorno del campo, corrimos hasta los pinos que estaban
al lado Norte, todo controlado seguimos dando la vuelta, los pies bien
apretados detrás de las manos del caballo, la rienda relativamente corta ya que
mi primo me había dicho que tenía el hocico duro cuando se trataba de parar,
voy llegando donde se encontraban esperándome y la yegua no quería parar,
íbamos derechito a la cerca de zarzamoras y yo tiraba de las riendas, era tanto
que la yegua tenía el pescuezo doblado hacia un lado, pero igual seguía
corriendo, faltaba un par de metros y se frena de un viaje la desgraciada,
logré tomarme del pescuezo y la tuza, nos quedamos mirando frente a frente, me
había salvado de que me tirara, todos se mataban de la risa menos yo.
De vacaciones en
Trehualemu junto a mis amigos Juanita y Jorge castillo
A la Hilda la visitaba casi todos los días ya que ahí
tomaba leche al pié de la vaca en las mañanas, una leche tibia y exquisita, la
ayudaba a llevar los baldes a la casa y a veces pasaba a la cocina a sacarle un
pedazo de longaniza ahumada, siempre me ha tratado con cariño, llevábamos
varios días de nuestro permiso cuando de repente un día llegaron los
Carabineros a notificarnos que debíamos presentarnos en Valparaíso el día 20 o
21 de ese mes de Enero, lo cual era imposible ya que para salir de Trehualemu
había un solo medio y era la micro del otro día en la mañana, luego había que
conseguir pasaje desde Chillán a Santiago y de esta última ciudad a Valparaíso,
decidimos perder el medio que se nos había designado y terminar nuestros quince
días de vacaciones y por último costear nuestros propios pasajes a nuestros
destinos, Roberto a Puerto Montt y yo a Punta Arenas, así seguimos disfrutando
de las tortillas de rescoldo y las taucas, los baños de río, las frutas
naturales, la harina tostada hecha por mi tía o primas, de la variedad de
ciruelas, el mote pelado con cenizas y la miel natural, los huevos de campo, el
cocho en la mañana, el café de azúcar quemada, la mora, el salmón de río asado
en las brazas, los frutos de copihues, los cuentos de campo en la penumbra de la
cocina y tantos agradables momentos pasados en esas vacaciones inolvidables.
Al terminar el curso
de especialidad en paseo 21 de Mayo
Las vacaciones se terminaron, hicimos
las maletas y emprendimos viaje a Pancho city para presentarnos a trabajar el
lunes 26, lógicamente habíamos perdido nuestro transporte cinco estrellas, una
barcaza para transporte de tropas de última generación, que en época de paz se
ocupaba para el traslado de carga y pasajeros, bueno ahí se me dijo que mi
traslado debía esperar hasta marzo, lo que quería decir que debía irme en el
último medio a la zona austral, y eso si tenían cupo para mí, lo más probable
era que recién a fines de marzo tendría posibilidades de pasajes, es lo que se
me dijo, bueno pero mientras tanto seguí en la escuela tomando guardia militar
y disfrutando de la familia los fines de semana y de vez en cuando de alguna
salida con mis amigos, Roberto Fernández se fue durante febrero por sus medios
a Puerto Montt, Luis Guzmán que también había perdido el viaje me acompañó en
espera de que se nos asignara transporte para Punta Arenas, a todo esto las
clases en la escuela ya habían comenzado y nosotros nos desempeñábamos tomando
la guardia militar todos los días, a mitad de febrero y ya confirmado que no
habría posibilidad de viajar en medio naval para los primeros días de marzo,
decidimos costearnos los pasajes vía aérea, para cual informamos a nuestro
mando y con la venia respectiva el viernes 20 nos llevamos todas nuestras
cosas, el día domingo 22 emprendimos viaje en la línea aérea LAN Chile, la
atención fue muy buena, llegamos a eso de las 17:00 horas al aeropuerto Carlos
Ibáñez del Campo, íbamos cargados como mula con todas nuestras cosas, uniformes
y ropa de civil, Punta Arenas nos recibió con ese clima típico, un frío que
calaba los huesos avivado ciertamente por el viento magallánico, una transfer
nos trasladó hasta el Centro de Abastecimiento de la Armada en Magallanes, por
suerte ya conocíamos donde debíamos alojarnos ese primer día, en el camarote de
los fareros en aquella repartición naval.
Curso de especialistas
en Faro 1981 (faltan Jorge González V. y Antonio Díaz P.)
El lunes 23 nos presentamos a
trabajar, había llegado carne fresca para los trabajos y para la guardia,
rápidamente me integré a las labores diarias y ya pronto se estaban formando
los equipos para las comisiones de a bordo de los buques, las de tierra y los
próximos aislamientos, me embarqué en algunas comisiones con los Cabos Manuel
Canales, Sergio Salinas y Osvaldo Chávez entre otros, en cada trabajo que
emprendía como ayudante prestaba mucha atención, quería aprender lo más posible
y salir solo cuando se pudiese, ya a ese año quedaban pocos faros con
funcionamiento con gas acetileno, todo se estaba electrificando, también se estaban
modernizando las estructuras, las de madera y metálicas en peor estado por
fibra de vidrio, por otra parte el mando había dispuesto destinarme en comisión
en el próximo aislamiento al faro Evangelistas, así que durante la segunda
quincena de abril comenzó a juntarse el equipo de personas que conformaríamos
la dotación, luego de los exámenes de medicina preventiva quedamos
seleccionados los siguientes: Suboficial Mayor (F.) Guillermo Vergara, Cabo 1º
(F.) Osvaldo Chávez, Cabo 1º (F.) Luis González Donoso, Cabo 1º (F.) Fernando
Cano Barriga y Marinero 1º (F.) Gustavo González Cortés, o sea yo, el equipo
estaba compuesto por dos revoltosos y que gustaban de organizar las estadías en
los faros, Luis González y Cano, hablaron con toda la dotación para juntar un
poco de dinero extra y comprar algunas cosas no consideradas dentro de los
víveres fiscales, al escuchar las ideas el suboficial Vergara y el Cabo Chávez
se marginaron e indicaron que ellos ya tenían listos los artículos que
llevarían, por lo que quedaron ellos dos y yo, a mi ni me preguntaron si quería
participar, simplemente me ordenaron a seguir agua, por lo tanto al siguiente
fin de semana, nos reunimos en el supermercado naval para seleccionar lo que
llevaríamos para compartir, recién ahí me di cuenta que no tenía que haber
participado con ellos, pero bueno en esta vida hay que aprender de los errores,
tomamos dos carros y comenzamos a recorrer pasillos, no era mucha la variedad
de alimentos que seleccionábamos, mis sugerencias fueron aceptadas en parte,
papas fritas, galletas, chocolates, bebidas y un vinito, pero cuando llegamos a
esta última parte, el sector de los licores, los carros se llenaron, la
botillería pasó mucho susto, todo lo que entraba al carro sobrepasaba los 35
grados, me anduve enojando un poco y transamos la cantidad, aunque era mucho
cedí pensando que en el faro de alguna forma debía tomar el control de la
situación.
Llegando al Faro
Evangelistas
Recopilamos toda la carga y la
embalamos lo mejor posible, las papas, cebollas, arroz, porotos, lentejas, sal
y la harina cruda en sus sacos y envueltas en plástico con una amarra, para la
tarrería, fideos y alimentos deshidratados, confeccionamos cajones o
simplemente en sus cajas de cartón cubiertas también con manga plástica, también
recuerdo que me contagié y mis enseres personales también los envolví en bolsas
además de meterlos en unos cajones tipo baúl, más conocidas como cajas fareras,
en todo caso era la costumbre de la época, el viernes 8 y el sábado 9 de abril
nos recibió la carga el Patrullero Lientur, balones de gas, tambores con
petróleo, tarros de pintura, enseres personales los víveres y por supuesto
nuestra ración de carne congelada, pensé en las ovejas magallánicas y su
alimento, fardos de pasto, pero esa vez me enteré que ya no serian necesarias
ya que el faro había sido dotado de congelador, que alivio al no llevar
ovejitas ya que a pesar de que estos animales de origen magallánico no balan
cuando se les sacrifica, igual da pena, si incluimos esa vez algunas gallinas para
tratar de obtener huevos frescos, todo se cargó en las bodegas del buque,
algunas cosas, las más pesadas, usando las grúas de abordo, lo más delicado y
más liviano se hizo por mano para darles una ubicación privilegiada en la
bodega y por otra parte para tenerlas ubicadas cuando se tengan que bajar, el
zarpé se produjo el día 11 en la madrugada, para mi no fue traumático dejar la
ciudad y las comodidades que en ella se encuentran, por lo demás ni siquiera
pololeaba sólo dejaba un par de compañeros de curso y una familia amiga que me
acogía en su casa, la demás gente de la dotación dejaba a sus familias, esposas
e hijos. Se nos informó que el viaje iba a ser tranquilo y que no efectuaríamos
trabajos de mantención en la ruta ya que el tiempo era muy favorable en
Evangelistas así que el viaje decidido por el mando sería directo a la roca, si
los cálculos no erraban, eran 28 horas de viaje directo en el Lientur a
Evangelistas, en la mañana del día siguiente divisaríamos el lugar que nos
cobijaría por los próximos meses, y así fue, el tiempo estaba bueno para
trabajar, aunque en el fondeadero la mar movía mucho al patrullero, costaba
mantenerse en pie en la cubierta del buque, las chalupas de doble bancada
fueron tiradas al agua entre vaivén y vaivén, también se colocaron unos palos
largos amarrados al costado del patrullero y enterrados en el agua, no
comprendí mucho esta maniobra en ese momento, pero a medida que íbamos cargando
los botes entendí su uso ya que el buque se balanceaba muchísimo y si esos
palos no estuvieran en dicho lugar las embarcaciones podrían meterse debajo de
él y provocar un accidente de proporciones, los primeros botes llevaron a la
dotación entrante y gente del buque que bajaba a ayudar en las tareas, esta vez
igual que tiempo atrás en Félix me dejaron a cargo de separar la carga que se
debía bajar en ese lugar, aún cuando el tiempo estaba bueno para trabajar el
buque se movía demasiado, tanto es así que cuando nos encontrábamos cargando
las embarcaciones con los tambores de petróleo, uno de estos se enredo en la
borda del Lientur, uno de los especialistas maniobras rápidamente acudió a
empujar el recipiente con todas sus fuerzas, aunque se pegó un pequeño apretón
logró zafarlo y se pudo cargar en la chalupa sin problemas, el único detalle es
que cuando esa persona se sacó los guantes para verse la mano luego del
apretón, se encontró que le faltaba un dedo el cual se estaba dentro de él,
enseguida fue derivado a enfermería para hacerle curaciones, este era uno de
los riesgos de este tipo de faenas un poco movidas en Evangelistas, tanto se
movía el buque que en algún momento mi estómago no aguantó más y cedí a los
embates vaciándolo a un costado, alimento para los pescados decían, por
recomendaciones de los más viejos siempre que ocurría esto había que rellenar
el estómago con líquido caliente y alimento, así que acudí a la cocina y seguí
las instrucciones, marino que se alimenta sirve para otra faena, por suerte la
estadía abordo no fue muy extensa, pronto se acabó el envío de cosas y luego de
revisar bien la bodega me correspondió bajar a tierra, de ahí en adelante la
carga era enviada del faro, envases vacíos de gas y tambores de petróleo, carga
personal, cajas fareras, material para la baja o reparaciones y al final la
dotación saliente, la faena de reaprovisionamiento y relevos llegaba a su fin.
Winche manual usado
para subir el carro con la carga
Habíamos quedado solos y con harto
trabajo, comenzamos a guardar todo lo más delicado en la aduana, el tiempo
amenazaba y en cualquier momento comenzaba a llover, los balones de gas había
que sacarlos de marea, todos quienes me acompañaban me mandaban y acallaban mis
sugerencias, Chávez afortunadamente era mi único apoyo, los otros dos cabos que
nunca habían estado en Evangelistas lo único que querían
era llegar pronto a la casa por lo que les daba lo mismo donde quedara la
carga, así que absolutamente toda se guardó bajo techo en la aduana del
desembarcadero o en un lugar donde no tuviéramos que lamentar alguna pérdida,
de algo tenía que servir la experiencia de haber estado antes en ese lugar,
aunque era el más mote y se supone el con menos experiencia, igual me hice
escuchar y esa tarde debimos trabajar muchísimo para resguardar nuestras cosas
y la carga en general, una vez protegido lo que llevábamos, comenzamos a subir
un poco de aquello más delicado y por supuesto aquella que íbamos a ocupar para
cocinar, huevos, papas, cebollas, toda la carne tanto de vacuno como de ave,
embutidos, mantequilla, queso, etc., llegamos a la casa cuando ya se hacía de
noche muy cansados, ese día tomó la primera guardia Chávez, dedicamos un rato a
recorrer como nos habían dejado las instalaciones también a verificar el buen
funcionamiento de motores, equipos de comunicaciones, guardar los congelados y
los pocos víveres no perecibles que logramos llevar a las instalaciones ese
día, el Jefe distribuyó los camarotes, el jefe era el único que tenía pieza
asegurada, el primer ayudante quedó ubicado entrando a la izquierda, frente al
baño, el lugar era pequeño y tenia dos camas dispuestas en un camarote
metálico, los otros cabos no quisieron compartir pieza con Chávez y a mi no
correspondía por lo mote, en resumidas cuentas los 3 quedamos en la pieza
grande o más conocida como la “lobera”, esta estaba ubicada por el lado derecho
del pasillo luego del pañol de víveres y frente a la entrada a la
cocina-comedor, este dormitorio estaba compuesto de un camarote de dos pisos
metálico y un camastro de madera, ahí quedamos el Cabo González, Cano y yo,
había harto espacio donde dejar incluso nuestros baúles o cajas fareras, yo
llevaba tres cajas, una con elementos personales y las otras dos con elementos
compartidos con los Cabos, las llaves de los candados de mis cajas las tenía a
buen recaudo ya que Cano tenia un problema de garganta seca, de esto nos dimos
cuenta luego de algunos días en la roca, por lo que los líquidos había que
dejarlos bien asegurados, pasó que un día mientras todos compartíamos en el
comedor se nos desapareció Cano un buen rato, el Cabo González fue a buscar cigarrillos
a sus cosas y lo encontró con una botella de ron a punto de terminar, el enojo
fue extremo por parte de él, ya que la excusa que nos dio fue que le dolía
mucho el estómago debido a que sufría de úlcera y según él un poco de licor
fuerte le adormecía el dolor, por supuesto que era mentira porque la realidad
es que era un alcohólico y así como iba con su tratamiento, lo que habíamos
llevado no nos duraría mucho, de ahí en adelante todo quedó bajo llave y bien
controlado.
La estadía que me tocó vivir
en esa época fue muy dura ya que el tiempo no nos acompañó, era invierno y todos
los días arreciaba el viento acompañado de lluvia, ya sea de agua o granizo y
de vez en cuando nieve y agua nieve, costaba mucho salir a trabajar por el frío
que hacía, también la relación con mis compañeros de pieza era un poco tensa,
prevalecía el grado jerárquico, ellos eran Cabo 1º antiguos y yo sólo Marinero
1º, por otra parte eran muy desordenados, dueños de la verdad, sucios y poco
cooperadores, ellos hacían sólo lo que se les ordenaba pero era muy difícil
lograr iniciativa, tanto era que en cierta oportunidad que lloviznaba un poco
con algo de viento, el Jefe dio chipe libre por el día y podíamos hacer lo que
se nos antojase, bueno yo viendo que era poca el agua que caía y sin viento casi, pedí autorización para subir un
poco de carga desde el desembarcadero, lógicamente que tomando todas las
medidas de seguridad, bien protegido del frío y con ropa de agua, lo cual fue
autorizado por el Jefe e informado el Cabo Chávez que se encontraba de guardia,
me di la tarea de subir 3 balones de gas de 45 kilos, para que esto fuera
cierto aproveché la línea del carro accionado por el winche manual, poco a poco
y empujando los estos avancé con los cilindros, subía unos 20 metros con uno y le
colocaba una cuña en ese lugar, me devolvía a buscar el otro y lo subía los
mismos 20 metros
donde volvía a acuñar, lo mismo ocurría con el tercero, para hacer esto había
que emplear la fuerza de brazos y piernas, lógicamente que cada cierto rato me
tomaba un descanso y así logré llegar hasta la bodega cercana a la casa
conocida como la parafinera, hoy comprendo porque se le llamaba así, este fue
uno de los faros que en la antigüedad sus quemadores funcionaban con parafina,
su mecanismo era accionado con un sistema de relojería con contrapesos lo que
hacía que girara en forma automática generando una característica con su haz de
luz. Una vez terminé de trabajar ese día, mis compañeros de pieza me trataron
muy mal porque según ellos el Jefe los llamó a su camarote y los reprendió por
la falta de iniciativa y poca cooperación con el servicio, indicándoles que en
el futuro deberían imitar la iniciativa del Marinero, aún recuerdo aquellas
poco amables palabras con que se refirieron al hecho algunas no se pueden
decir, “cabro huevón déjate de andar haciendo estupideces, si el jefe da el día
libre es para descansar no para andarse poniendo a la lata”, hasta me ordenaron
que me quedara en la casa cuando había un rato libre, bueno de ahí en adelante
comencé a hacer más amistad con Chávez y a dosificar mis tareas interiores,
como llevar un recuento diario de la meteorología y llevar al día los
formularios de esta materia, el recuento de mensajes también se hizo en forma
diaria, así que de esta manera evité enfrentarme a mis compañeros poco
amistosos.
La dotación saliente la comandaba el
Suboficial Mayor Sr. Waldo Marambio Carroza y durante su periodo de aislamiento
tuvieron como tarea principal la de modificar la torre del faro, la cual
consistió en el retiro de la antigua estructura de fierro fundido, bronce,
cobre y vidrio que venía funcionando desde el año 1896, la que venía dando
algunos problemas de sello, quiebre de vidrios y oxidación, lo que según
expertos de la época no permitía su reparación, bueno la cosa es que se
reemplazó dicha torre por una de fibra de vidrio, desde mi punto de vista la
decisión tomada, fue el error más grande cometido con este faro, de ahí vino
una época poco atractiva del lugar, la torre se llovía igual, era poco
accesible, para poder llegar a la linterna había que hacerlo a través de una
escotilla, además con nada de viento vibraba muchísimo, la antigua tenía
algunos problemas, pero de alguna forma se solucionaban, además era histórica,
visitable y con una vista increíble, sobre todo en aquellas oportunidades en
que se producían esos temporales de viento y lluvia grandiosos en los cuales no
se podía salir de las instalaciones, uno podía subir a la linterna a observar
como el islote era azotado por la braveza combinada del viento y el mar, era
tanta la fuerza de la naturaleza que el agua llegaba a montarse en ciertos
sectores de la roca, incluso la espuma marítima caía sobre la casa salando
nuestro techo, pero bueno se cambió la torre y ya no había vuelta que darle, de
la antigua construcción quedaron algunos trozos de bronce y del planchaje de
cobre, así que con esos pedazos comencé a idear que hacer, los más pequeños los
transformé en ceniceros para los fumadores, para lo cual confeccioné un molde
de madera y con el martillo de peña comencé a moldear las piezas de cobre golpe
a golpe, luego le soldé unas patas y listo, de ahí me lancé a confeccionar un
ovejero magallánico con ovejas y todo, a ese le confeccioné un marco y se lo
llevé de regalo a una familia amiga, Carlos Poblete Cruz y familia, hice
algunos grabados con los trozos de cobre la idea era mantenerme ocupado y
entretenido, lo cual conseguí plenamente.
Al Suboficial Vergara
también le gustaban las manualidades, para lo cual iba preparado con algunas
herramientas, la principal de todas era un taladro eléctrico grande que con
ingenio el Jefe transformó en un torno para madera, también llevaba un juego de
gubias a las que le dio mucha utilidad trabajando los palos, con el tema del
torno nos entretuvimos harto ya que primero hubo que fabricar las herramientas
para devastar, las piezas que daban fijación al taladro, la lanza que permitía
que el trozo de madera a tornear girara, la guía para efectuar este
procedimiento, así que en las tardes cuando teníamos tiempo libre el Jefe me
permitía meter mano a su invento, en realidad éramos tres los que nos
entreteníamos con esta herramienta, el otro era Chávez, ellos se hicieron las
patas de algunos muebles que ensamblaron y que una vez los tenían terminados
desarmaban y los guardaban para finalizarlos definitivamente en la ciudad, en
cambio yo sólo lo usaba de entretención y para acortar los días en el faro, el
Jefe además comenzó a trabajar un trozo de uno de los durmientes antiguos del
carro que con mucha paciencia le dio la forma exterior de cofre, para luego
trabajar el interior con las gubias, le hizo las bisagras, la aldaba, las
manillas y algunas huinchas de adorno exterior del cobre que salió de la
antigua torre del faro, su trabajo fue muy original y bello.
A mitad de periodo pedí al
Jefe su autorización para solicitar al mando en Punta Arenas la posibilidad de
permanecer en Evangelistas por otros cuatro meses, a lo cual me contestaron que
estaba autorizado, así que rápidamente me puse a hacer una lista de cosas que iba a necesitar
para el siguiente periodo y pedirle a mi apoderado, el Suboficial (F.) Fernando
González Grondona, que me gestionara la compra y el envío de mis necesidades, a
estas alturas el tiempo empieza a apremiar, no sólo tengo preocuparme de lo que
debo pedir para tener una buena estadía, también hay que saber escribir algunas
cartas para la familia y la polola en aquellos años, la Viviana Zamorano
Santander, también a mi querida madre y a mis hermanos que están en la casa y a
los que logré hacerles algunas letras, también en el faro comienza la fiebre
del amantillamiento y la limpieza, había que hermosear lo más posible, un día
que había poco liquido en los estanques de agua dulce, boté lo poco que les
quedaba para hacerle una buena limpieza y comenzar a juntarla nuevamente, en un
día los llenamos, afortunadamente llovió sin viento y así se pudo juntar para
cocinar y beber, en lo que respecta al baño usábamos el agua que se juntaba en
una piscina exterior, esta se mantenía bien salada ya que recibía todas las
inclemencias del tiempo.
Dentro de los trabajos que comenzamos
a hacer estaba la limpieza de antenas, mantención a los winches manuales,
reparación del la línea férrea, cambio y refuerzo de durmientes, mantención de
motores, traslado de recipientes vacíos (balones de gas y tambores de
petróleo), repaso a la red de desembarco y las bozas, limpieza en general de
todo el recinto y en lo personal yo tenía mi trabajo de meteorología bien
adelantada, sólo faltaba la información de los borradores diarios del último
mes que había que llevar a los formularios que debían ir a meteorología de
Chile y al Servicio Meteorológico de la Armada , en todo caso lo último que estaba
haciendo no era seguro que se fuera, ya que esta información debía ser mensual,
por lo menos tenía entretención para todos los días que faltaban para la
llegada del Patrullero.
Mis ratos libres los
dediqué a la lectura, casi todos los libros de la pequeña biblioteca pasaron
por mis ojos, leí muchísimo, era mi entretención preferida cuando por condiciones
de tiempo debía quedarme si o si encerrado en la casa, aunque más me atraía el
hacer ejercicio, todas las veces que podía hacía actividades físicas, cuando el
tiempo lo permitía trotaba por la orilla del riel, mínimo 10 subidas rápidas y
me devolvía
lentamente, luego pasaba a la parafinera a complementar el trote con
abdominales y trote estacionario, también había un par de pesas de tarro y
cemento que servían para los brazos, luego de terminar me daba una buena ducha
cuando había agua suficiente, caso contrario calentaba un poco de agua y la
vaciaba en el lavamanos, ahí mojaba mi toalla y me limpiaba el cuerpo con ella
mojada, la idea de todo esto era mantener el estado físico y lo más importante
mantenerme siempre ocupado.
Lo que mas me molestó durante el
aislamiento fue lo pésimo de la nueva torre, la bóveda se mantuvo igual a como
se construyó en 1896 lo mismo la casa y sus dependencias, pero cambiar la torre
de fierro por una de fibra de vidrio, fue terrible y grotesco, si hubiese sido
una solución mejor que la torre que venia del siglo pasado entendería, también
es cierto que la linterna antigua se pasaba de agua y que había que estar
diariamente secándola, pero si había que cambiar una lámpara, no había que
esperar condiciones de tiempo para subir al techo de la torre, tampoco era
tanto lo que vibraba con el viento, esa torre nueva luego de algunos temporales
y de tanto moverse, comenzó a filtrar agua por todos lados, hubo que colocar
recipientes por diferentes partes para recibir el agua que escurría, más encima
con esta estructura se perdió el encanto de poder apreciar los temporales desde
su linterna, como será que ni ganas de sacarme fotos tuve, el faro estaba muy
feo, ya no tenía el encanto de la primera vez.
Los lugares mas característicos de la
roca y que son inolvidables para todo farero son comenzando desde el
desembarcadero: la red de desembarco, la gruta, la sala del winche, la aduana,
la caverna, coihueco, el titicaca, la lobera, el antiguo desembarcadero, el
carro, el winche, la parafinera, la piscina del baño, la visera, la mina, el dinosaurio, mirando hacia los alrededores,
también se ven los islotes que conforman este pequeño archipiélago, los más
cercanos el Sebastián Elcano y El Pan de Azúcar, también con buenas condiciones
de tiempo se logra ver el Cabo Pilar indicando el ingreso al Estrecho de
Magallanes, la ruta tranquila y segura para los navegantes, lugar por donde
comúnmente y cuando las condiciones son ideales aparece el buque que efectúa
los relevos, el resto esta conformado por la inmensidad del océano Pacífico.
Foto en la visera con
buenas condiciones de tiempo
Los últimos días fueron de ayudar a
los demás integrantes de la dotación a prepara las maletas y cajas fareras, una
vez las tenían cerradas las cargábamos en el carrito y las íbamos a dejar a la
aduana, pronto llegaría el Lientur a efectuar los relevos, ese cambio de
dotación pronto vendría, el último día en la roca junto a esta dotación fue muy
alegre, ellos sólo querían volver junto a sus familias y lo que es yo quería
ver pronto a mis nuevos compañeros, también se
portaron muy bien y me dejaron algunas cosas de regalo, mis compañeros
de pieza, González y Cano, parte de lo que habíamos llevado en sociedad, esta
vez la alianza me había favorecido pero gracias a hubo control y el otro que
fue bien generoso fue el Cabo Chávez, quedé muy sorprendido y agradecido por
las cosas que me dejó, el era muy reservado y jamás pensé que me llegase a
estimar, siempre recuerdo ese gesto.
Ya estábamos en el mes de
agosto, y el buque pronto aparecería trayendo a los nuevos, las condiciones de
tiempo no eran muy buenas, así que había que tener paciencia para esperar que
se abriera una ventana de tiempo, el buque pasó primero a Faro Bahía Félix y de
ahí siguió por canales interiores hacia Puerto Pacheco hasta que hubieran buenas condiciones
climáticas y de mar, los días se hacían interminables y el tiempo no quería
abrir, cada cuatro horas nos comunicábamos con ellos para hacerles llegar una
apreciación del tiempo local, pasó como un semana cuando se dieron las
condiciones, el buque nos anunció la noche anterior que llegaría con las
primeras luces, las condiciones de mar y viento eran buenas pero no excelentes,
a la amanecida colocamos la red de desembarco y las dos bozas, todo lo hicimos
muy firme a los cáncamos, desocupamos la aduana y ubicamos la carga que salía
(que se iba) en un lugar cercano al burro o pluma, muy temprano el Lientur ya
fondeaba y comenzaba a izar las embarcaciones para tirarlas al agua, para la
faena el Jefe dispuso que me hiciera cargo del winche y el Cabo Chávez a cargo
de dirigir la faena de izar y bajar la carga de los botes, los otros dos debían
ayudar en todo lo que fuera necesario, mientras el Suboficial se encargaba de
las comunicaciones y de la entrega de los cargos y del faro, lo que es yo pasé
toda la faena manejando este equipo, y cuando podía también ayudaba a subir un
poco de carga a la aduana, el buque envió gente para que cooperaran a recibir
la carga y trasladarla a la bodega, de los fareros entrantes, llegaron 4, tres
se quedaron ayudando en la faena y el Jefe subió al faro para firmar la
documentación. En lo que respecta a como funcionaban las instalaciones y
equipos, no fue necesario que le explicaran ya que como me quedaba y estaba al
tanto, un relevo en estas condiciones es más sencillo para todos ya que el que
se queda va quedando con la experiencia, la que luego del relevo se puede
explicar a la dotación entrante.
La nueva dotación estaba compuesta por
el Sargento 2° (F.) Jorge Montenegro, Cabo 1° (F.) Manuel Canales Carrasco,
Marinero 1° (F.) Juan Hernández Silva, Marinero 1° (F.) Carlos Oyanader Morales
y el Marinero 1° (F.) Gustavo González Cortés, ese primer día trabajamos
muchísimo y afortunadamente el tiempo nos acompaño, luego que dejamos todo
guardado bajo techo, ellos sacaron sus cosas personales de la carga que
llevaban, también sacamos los perecibles y los cargamos en el carro, con todo
lo que teníamos comenzamos a subirlos hacia la casa, el resto de las cosas
habían quedado protegidas y a buen resguardo, me encargué de dejar pan fresco y
comida para no estar cocinando en la noche, igual al Jefe entrante y a mis
nuevos camaradas se les ocurrió que podíamos hacer unos bistec con
acompañamiento, puré de papas o arroz graneado, ese día tomé la guardia porque
era el único que tenía muy claro el funcionamiento del faro, así que esa noche
conversamos un buen rato, compartimos una buena sobremesa, se hizo una pequeña
instrucción del lugar, el jefe distribuyó la habitabilidad, ya podíamos
comenzar con el nuevo periodo de aislamiento, el cambio de dotación pensé que
me iba a afectar, pero la verdad es que fue como muy natural, incluso con este
nuevo grupo de personas me sentía más cómodo, tranquilo y hasta más acompañado.
El Sargento Montenegro, más conocido
como “el tío”, siguió en el camarote del Jefe del Faro, el Cabo Canales en la
pieza que estaba frente al baño, o sea, la que usaba el Cabo Chávez, los otros
tres nos quedamos en la “lobera”, el dormitorio más grande el que tenía 3
camas, esta vez pude escoger donde dormir, ya que había quedado como segundo
ayudante y el más antiguo del dormitorio, así que me quedé con la chaza de
abajo del camarote, esa noche me entretuve viendo las cosas que me había
enviado mi apoderado, los diarios que llevaron mis compañeros y leyendo las
cartas que me habían llegado, fue una noche corta y con harta entretención, al
día siguiente entregué la guardia a las 08:00 Hrs. y me fui a dormir placidamente
hasta el mediodía, durante la tarde bajamos al desembarcadero a seguir subiendo
carga de acuerdo a su importancia, primero los víveres, los consumos, artículos
de oficina y lo personal; el clima acompañó ese primer día con esta nueva
dotación, Hernández y Oyanader me contaban todas las copuchas de la ciudad y
todo lo que les preguntaba era poco para mis ganas de saber, donde andábamos
trabajando siempre había alguna pregunta que hacer, alguna anécdota que contar,
logramos subir toda la carga de víveres y de consumos que habían traído a
excepción del combustible, el cual debía ser subido durante el período, los
tres más jóvenes funcionábamos como un equipo.
El jefe dispuso una reunión para
distribuir los puestos e informar las tareas que debíamos hacer durante el
aislamiento, como primer ayudante estaba el Cabo 1° (F.) Canales, segundo
ayudante el Marinero González, tercer y cuartos ayudantes los Marineros
Hernández y Oyanader, en esta oportunidad mantuve el cargo de meteorología,
comunicaciones y víveres. Dentro de los trabajos que debíamos realizar estaban
la mantención general de las instalaciones, cambio de techo de la aduana de
coihueco, cambio de durmientes de la línea del carro de carga, pintado exterior
e interior de la casa habitación y faro más todo lo normal en una casa; las
ordenes ya estaban dadas y había que seguir haciendo funcionar las
instalaciones, lo bueno de cuando hay uno que se queda otro periodo, es que se
tiene la información al momento ante cualquier duda, todos nuestros equipos
tenían algún detalle, como por ejemplo los motores Vendeuvre había que darles
un uso restringido, 4 a
6 horas en la tarde para hacer funcionar el congelador y también cada vez que
en la noche se tomaban los datos meteorológicos; los radio transmisores Lagier
y Thompson, durante la tarde y la noche tenían muy
poca señal de audio, durante esas horas debíamos recibir y transmitir en
telegrafía; el termo que utilizábamos para calentar el agua para la ducha, muy
oxidado ante el uso con agua salobre; los calentadores o estufas a gas, muy
antiguos y usados por lo tanto sus quemadores, termo couplas y llaves de
paso poco confiables; la torre de fibra de vidrio que reemplazó a la antigua
cabaña visitable, con mucha filtración de agua; la línea del carrito de carga,
suelta ante la falta de clavos para rieles; el winche muy antiguo y difícil de
operar; y el burro o pluma con giro a pulso, lo que hace la labor muy
peligrosa, en general las instalaciones tienen muchos años de uso por lo que
cada cierto tiempo se van detectando diferentes fallas las cuales se van
solucionando a medida que se presentan, mis nuevos compañeros de estadía me
incorporaron rápidamente al equipo de trabajo que traían, así que me sentí
apoyado desde los primeros días.
El sistema de guardia comúnmente se
adecua a la cantidad de personal, a las circunstancias y a las disposiciones
del Jefe del Faro, el común de las veces se lleva un rol de panadero semanal,
un guardiero y cocinero diario que a la postre es el mismo, en el caso nuestro
éramos cinco así que estábamos a cinco guardias de 24 horas cada uno, el relevo
lo hacíamos a las 08:00 horas, por lo que el saliente de guardia a esa hora se
iba a dormir hasta la 13:00 horas, momento en el que nos reuníamos todos a
almorzar, durante la mañana se efectuaban trabajos administrativos y de los
diferentes cargos, cambio de aceite a los motores, confección de documentación,
estadística de mensajes, informes, limpieza de los sectores asignados y la
habitabilidad, en un faro habitado siempre hay cosas que hacer, un farero nunca
debe aburrirse, y bueno el de guardia primero se alimenta y toma desayuno,
luego hace aseo a la cocina, living, baño y pasillos y posteriormente comienza
a preparar el almuerzo, a la par que coloca el servicio en la mesa, el ideal es
hacer una entrada o una sopa, un plato de fondo y postre, también se van
intercalando los horarios de atención de las comunicaciones, observaciones
meteorológicas como tiempo local (WX) al CQ, llegada la hora se sirve la comida
y el café o agua de hiervas para posteriormente luego de la sobremesa lavar la
loza, ya a esta hora los demás se han ido a trabajos exteriores si el tiempo
acompaña y de lo contrario se hacen trabajos bajo techo, las observaciones
continúan cada 3 horas y los WX cada 6 horas, la atención de la radio tanto de
HF como de VHF también se hace cada vez que los usuarios marítimos lo
soliciten, en el día es mayor el tráfico ya durante la noche se va
disminuyendo, tanto que a eso de las 22:00 horas baja muchísimo tornándose muy
tranquilo, ahí es cuando hay que mantenerse ocupado para no decaer y entregarse
en los brazos de Morfeo, algunos se colocan a hacer pan durante esos ratos
libres, otros aprovechábamos de avanzar en los cargos, leer o simplemente
sintonizar una buena emisora nocturna, por esos años con suerte se encontraba
una radio emisora nacional o extranjera como por ejemplo la BBC de Londres en español, la Reloncaví de Puerto
Mont, Chilena de Santiago con Hernán Pereira, La Presidente Ibáñez
de Punta Arenas y varias otras que nos acompañaban durante esas largas guardias
nocturnas, esto sucedía cuando las condiciones de tiempo lo permitían ya que
cuando había temporal de viento, siempre venía acompañado de lluvia y de mar
muy gruesa o arbolada y algunas veces mar del tipo confusa, en esas
oportunidades daba el tiempo para pensar en la soledad de la noche, todos
dormían, que sucedería si esa bendita roca cediera a los embates del mar y
lograra partirse, la casa de Evangelistas esta construida sobre una grieta que
la cruza a lo largo, con ese silencio y esa calma que se vive dentro de la
casa, contrario al caos que hay fuera de ella, se logra sentir el traspaso de
los golpes de ola contra las murallas de la grieta, la casa que esta anclada a
esa roca y construida con material de similares características, absorbe todas
las vibraciones que en ella se producen, llega a dar temor tanto golpe de ola,
mientras siguen las observaciones meteorológicas y los enlaces de
comunicaciones con la Marítima Magallanes
y su más conocido operador el Charlie Papa, a eso de las 5 de la madrugada me
apoyé con un buen café para no ceder al sueño, total sólo quedaban 3 horas de
guardia y la roca al parecer no va a ceder a los golpes del mar como ha
ocurrido en los 85 años que lleva de vida este longevo faro, la hora pasa muy
rápido y debo entregar la guardia con el bitácora lleno y las novedades si las
hubiere, de ahí a dormir hasta las 13:00 horas.
Las fiestas patrias las
celebramos con empanadas de pino, una buena cazuela de ave y de postre un rico
mote con huesillos, comúnmente en estas fechas los fareros nos unimos más y
recordamos a nuestras familias, también utilizamos las comunicaciones para
compartir y enviar saludos, no falta por ahí quien cante y agregue al saludo
alguna canción folklórica o una paya y por supuesto hay que estar preparado para participar con algún
aporte, Hernández le hacía al canto y al guitarreo además tenía chispa para los
dichos campesinos, debe haber sido por su cercanía al campo, oriundo de
Linares, el caso es que todos aportamos con algún comentario y con las ganas
que requería el momento, la comunicación fue muy fluida y concurrida por todas
las estaciones de faros habitados, estas manifestaciones hacen que uno no se
sienta tan aislado, la compañía de aquellas personas que a través de la radio
nos enviaban sus buenos deseos y mensajes de amistad.
Mi apoderado me hizo llegar todo lo
que le solicité, así que unido a lo que me quedaba, que no era mucho, y lo que
me dejo Chávez, tenía una buena variedad de cosas para este segundo periodo,
así que mi caja farera estaba bien abastecida.
Dedicamos gran parte del periodo a
efectuar los trabajos de mantención y cuando había algún tiempo libre, si el
tiempo lo permitía, salíamos a recorrer los recovecos
del islote, en aquellas oportunidades me las daba de guía, y cuando no salíamos
me apoyaba en la lectura, la actividad física, la carpintería o la forja,
cualquiera de estas actividades lograban absorber mi tiempo, básicamente eran
mis aliadas en los tiempo de ocio, había que mantener la mente entretenida y
alejada de andar pensando tonteras, en todo caso durante las tardes el
equipo se juntaba a jugar a las cartas, al domino o a ver una película con los
cassette del Betamax. También en la biblioteca había una variedad de libros
poco tradicionales de lectura, como por ejemplo: novelas de cowboy de las
series Búfalo y Bisonte, como también había una gran colección de revistas del Readers
Digest y Condorito, y lógicamente esta lectura también entretenía y demandaba
bastante tiempo.
Los cuatro meses se fueron rápido, ya
en Noviembre solicité al Jefe la posibilidad de pedir al mando en Punta Arenas
mantenerme un tercer periodo, lo cual fue apoyado por él y solicitado por
mensaje, aunque de la ciudad, en el Sudepartamento de Faros me negaron la posibilidad,
por lo tanto había que hacer las maletas para volver a la realidad, en todo
caso era una excelente fecha para tomar un buen descanso junto a mi querida
mamá y hermanos en Santiago.
Durante Diciembre y mientras nos
dedicábamos a amantillar el faro, llegó la información que durante la primera
quincena del mes llegaría un equipo de personas de la televisión japonesa a
efectuar un reportaje sobre los temporales de Evangelistas, el día 15 App.,
llegó procedente de Puerto Natales el cutter 21 Mayo con un grupo de 7
orientales, uno de ellos las hacía de traductor, esta embarcación logró llegar
sin inconvenientes debido a las buenas condiciones de tiempo que reinaban por
aquellos días, tanto es así que se colocó a un costado del desembarcadero para
bajar la carga y a los pasajeros y luego se marchó, ellos venían preparados con
sus víveres para 20 días, también traían sacos de dormir y colchonetas de
campaña para su estadía, tenían un solo objetivo, grabar un temporal en
Evangelistas, la primera y segunda semana transcurrió sin novedad, el faro era
un fiasco, el tiempo como nunca no quería mostrar su furia algo poco usual, así
que nos dedicamos a compartir y a tratar de entender el idioma, compartíamos
las comidas, a ellos les encantaban nuestros alimentos, cocinaban mucha sopa y
arroz blanco, este ultimo lo acompañaban comúnmente de algas envasadas que la
verdad no llenaban mis expectativas de un buen alimento, me imagino que eran
víveres de campaña, para suerte de ellos nos quedaban excedentes así que les
invitamos a compartir la mesa con nosotros, en esas oportunidades solíamos
compartir nuestras vivencias y ellos se dedicaban a tomar notas, el
aburrimiento era notorio por lo que hubo que organizarlos para hacer más
llevadera la estadía, jugábamos a la pelota, hacíamos lanzamientos con un
fierro, el domino y el cacho les entusiasmaba y también compartíamos algún
aperitivo.
Con los japoneses en
la cena de despedida
En la tercera semana se desató el
temporal, era un caos salir de la casa, el peligro era latente, pero igual
ellos tenían que lograr las tomas para su reportaje, la parafinera era un buen
refugio para colocar la cámara de video, ellos eran todos profesionales así que
aprovechaban cada toma al máximo, lográbamos ver como el agua de las olas se
montaba en el islote que estaba frente nuestro al otro lado del canalizo, esta
vista se lograba ver no muy nítido ya que el viento, la lluvia, y las olas
cubrían la visual con una especie de neblina muy espesa, más cerca, en el
Titicaca, donde el islote debe tener unos 35 a 40 metros de altura, se lograba ver un chorro
constante de agua, daba la impresión de que en ese lugar había un grifo de
incendio que había sido roto, el viento era tan intenso que para hacer otras
tomas en contacto directo tuvimos que amarrarnos y tirarnos al suelo para tener
más tranquilidad, nosotros decíamos que era para rescatar el cadáver si no
lográbamos mantenernos en pie y caíamos en algún lugar, Evangelistas es un
lugar increíble en estas situaciones, en aquella época instalamos un anemómetro
que según los entendidos en meteorología era lo mejor que había y que podía
medir lo inmedible, el primer temporal midió lo máximo para lo cual había sido
fabricado, cuando el viento bajó su intensidad la aguja que marcaba la velocidad
en el reloj, seguía pegada en el máximo, a los pocos días cuando se dio la
oportunidad se desmontó el aparato y se constató que se encontraba quemado en
su parte eléctrica, hasta ahí llegó un anemómetro más, aunque parezca increíble
en la roca cuando hay temporal hasta las piedras vuelan, por lo que la
recomendación siempre es de tratar de no salir de la casa, sólo hacerlo cuando
sea necesario, en la roca no sólo es importante la gran intensidad del viento,
sino que también hay que tener en cuenta la configuración del islote que esta
rodeado de un inmenso océano y grandes acantilados en todo su entorno, lo que
hace que las fuerzas y direcciones que confluyen sean desuniformes la gran
mayoría de las veces, en los momentos de grandes temporales por lo tanto es
imposible saber la real dirección y fuerza del viento, sólo se sabe de donde es
más continuo.
El objetivo de los japoneses se
cumplió y lograron obtener la filmación que buscaban, por lo que ahora debían
volver a Punta Arenas, celebramos navidad y año nuevo en el faro en espera de
condiciones de tiempo para salir, nos quedaban algunos víveres que podíamos
compartir, los genios comenzaron a cambiar, las caras se veían largas mas
seguidas, claros signos de la ansiedad que nos embargaba a todos, el jueves 7
de enero supimos que el buque había comenzado su desplazamiento hacia el faro
durante la madrugada, las condiciones se veían buenas, el tiempo estaba
cambiando y mejoraba a cada hora que pasaba, la percepción era que el viernes
en la mañana aparecería a buscarnos, durante el día entramos en comunicación
con el patrullero y acordamos entregar una observación meteorológica cada 3
horas, nosotros mientras tanto comenzamos a bajar a la aduana del
desembarcadero todo lo que nos quedaba en la casa, lo ultimo seria lo personal,
ayudamos a los japoneses a bajar sus equipos y equipaje, esa noche fue poco lo
que pude dormir pero logré descansar, cerca de la medianoche Félix nos indicó
que el buque había pasado a su cuadra, ellos también debían ser visitados por el
Lientur, ya que se les llevaba a las familias los víveres para los próximos 4
meses, ellos se iban por 1 año corrido en el lugar, tenemos todo preparado, la
carga en su totalidad en la aduana, lo mismo que el equipaje personal, sólo
falta bajar los bolsos de mano, a medida que avanza la noche el de guardia hace
pan amasado, arroz graneado y pollo al horno para dejar a la dotación entrante.
Como a las 01:00 horas se nos indicó que con las primeras luces nos veríamos en
vivo y en directo, y así fue, ya que a eso de las 06:00 horas ya estaba muy
cerca y aproximándose al fondeadero para comenzar la faena, en esas latitudes
amanece muy temprano en Enero, también oscurece cerca de las 23:00 horas y a
eso de las 04:00 horas ya esta claro. La faena de reaprovisionamiento y relevos
a las 08:00 horas ya ha comenzado con la llegada del primer bote de goma,
primera vez que estos cumplen dicha función en este faro, el patrón del bote es
mi contingente Jorge Alveal Bórquez, a bordo vienen los relevos y parte de la
gente del patrullero que va a cooperar en la faena, los nuevos traen sólo
algunos bolsos de mano, al llegar a tierra firme comienzan los abrazos de
saludo y bienvenida, el jefe Montenegro se va con el jefe entrante al faro para
firmar las Actas de Entrega e informarle las novedades, mientras nosotros
instruimos a los entrantes en la operación del winche y a llevar la faena en
general, también les dimos algunas indicaciones del funcionamiento de las
instalaciones, por suerte en todos los faros habitados existen los mismos
equipos e instrumentos, tanto de comunicaciones, meteorología, faro y
generadores, así que no cuesta tanto comprender y hacer andar todo, la faena es
corta ya que con los botes de goma todo anda más rápido, de las 8 horas de
trabajo normal cuando se efectuaba a remo, ahora con motor prácticamente se
redujo a la mitad del tiempo, lo más lento eran los tambores con petróleo y los
balones de gas, ya que estos eran transportados en los chalupones a remo,
también por el hecho de ser muy pesados y ocupar mucho volumen, la salida del
faro de estos elementos es fácil, debido a que están vacíos, pasado el mediodía
ya la faena se acaba y hay que empezar a entregar el control de la faena de
winche y de la pluma, los pasajeros ya se han ido a bordo, se dan las ultimas
indicaciones de sacar las bozas y la red de desembarco antes de retirarse al
término de la faena resguardándola del oleaje, pronto llega el jefe y debemos
retirarnos de la roca, quien iba a pensar que esa sería mi última estadía en
ese querido faro, ahí crecí como farero y me forme como tal, hasta siempre
Evangelistas.
La faena ha concluido en tierra y nos
embarcamos en el Lientur durante la tarde, el patrullero tomo rumbo hacia la
boca Occidental del Estrecho de Magallanes, el Cabo Pilar se ve a cada momento
más cerca, el Jefe Montenegro nos lleva a presentarnos al Comandante y recibir
instrucciones, se nos indica que nos dirigimos a Félix a efectuar faena de
víveres y combustibles, lo que se llevará a efecto durante la noche, según el
no debiera durar más de 4 horas, cerca de las 22:00 horas recalamos a Caleta
Meteoro y fondeamos, inmediatamente se bajan los botes de goma y se da comienzo
al reaprovisionamiento, se trabaja a conciencia y en forma segura, el
fondeadero está muy tranquilo, me voy a saludar a la gente que esta en el faro
y a cooperar en las tareas de tierra, toda la carga se va guardando dentro de
la aduana y en sectores protegidos, en poco rato se terminan los trabajos y hay
que volver al buque, el zarpe se produce cerca de las 01:00 horas, ahora si que
nos dirigimos a Punta Arenas, salimos de Meteoro y nos aprestamos a navegar el
Cabo Tamar, nos movemos un poco en el cruce pero pronto pasa y entramos en el
paso largo en el Estrecho de Magallanes, hay que descansar pero antes una buena
ducha con agua caliente, hacia muchos meses que no saboreaba agua dulce, ya
relajado y en espera de hacer sueño me fui en busca de una litera para estirar
los huesos fiscales, ya era hora de tomar un buen descanso.
Desde Félix hay como 20 horas de viaje
directo a Punta Arenas, aunque con corriente en contra el andar se reduce a
unos 8 nudos de velocidad, en todo caso también logramos avanzar a 12 nudos en
algunos momentos, según mis cálculos tendríamos que llegar al puerto a eso de
las 21:00 horas, durante el día y para acortar el viaje vemos alguna película,
conversamos de todo un poco, jugamos a las cartas, bebo algunas cervezas y
bebidas, mi apoderado el Suboficial (F.) Fernando González Grondona me ha
enviado la correspondencia y un poco de plata que le pedí para el viaje, ya
pronto durante el día se van asomando los lugares conocidos en el track de
navegación, Fortescue, el Tortuoso, también se ve la Cruz de Froward, Isla Dawson,
todos estos son indicios que queda poco para llegar, las casas de Puerto del
Hambre y el Fuerte Bulnes se ven claramente, a esta distancia Punta Arenas esta
al alcance de la mano, nos ponemos de acuerdo con los japoneses para ir a
visitarles al hotel al día siguiente, se alojan en Avenida Colón con calle
Chiloé, el tiempo se va muy rápidamente y no me doy cuenta cuando ya estamos
ayudando a pasar las espías para amarrar al muelle el buque, hemos llegado a la
civilización, el Centro de Abastecimiento esta presente en el muelle con la
grúa y la partida de los Colivoro para comenzar la faena de retiro de la carga,
saco lo más importante de mi carga, la maleta de mano y los útiles personales y
me voy a dejarlos a la Subfaro ,
allá pronto empiezan a llegar las cosas, por suerte la faena dura poco y
quedamos libres para hacer lo que se nos antoje, ese día me entregue a Morfeo y
descanse placidamente en el entrepuente de los fareros solteros en el Centro de
Abastecimiento, el Domingo vino a verme mi apoderado y a dejarme un poco de
dinero, salí a almorzar donde el amigo dos, Don Segundo en el restaurante “Su
casa”, por la tarde me reuní con los japoneses en el hotel, intercambiamos
algunos regalos me regalaron un wisky de su país y yo les llevé pisco, en el
faro me di cuenta que eran secos para el fuerte, al día siguiente comenzaban su
retorno a Japón, en cambio yo al día siguiente, lunes 11 terminaba mi estadía
oficialmente en el Faro Islotes Evangelistas.
Junto con saludarlo, lei muy atentamente cada parte de su narración y es exactamente asi como lo cuenta mi padre, el es Osvaldo Chávez de quien usted habla en su historia. Me ha sido muy grato escuchar lo mismo que vivio mi padre en su instancia de uniformado pero esta vez desde otra mirada.
ResponderEliminarSaludos
Osvaldo Chávez (hijo)
Gracias por compartir sus vivencias, que son las mismas que nos ha narrado nuestro padre en su estadía en Faro Islote Evangelista, Osvaldo Chavez Rivas. Poco se habla y se enseña de los faros en estos tiempos, poco se sabe de vida sacrificada de los marinos fareros. No pude dejar de emocionarme al leer su narración y de sentirme orgullosa de ser hija de un "marino farero". Saludos. Vicky Chávez Parra
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