sábado, 11 de marzo de 2017

Tiempo para templar el espíritu

Islotes Evangelistas

“Tiempo para templar el espíritu"
















Dedicatoria:


A mis compañeros en el trabajo de los faros de mi Chile y a los buenos amigos que conocí en aquellas largas estadías.














ISLOTES EVANGELISTAS
TIEMPO PARA TEMPLAR EL ESPÍRITU


Autor: SOM (F.) Sr. Gustavo González Cortés



Luego determinar el curso de especialidad de Faros en la Escuela de Abastecimiento y Servicios en Playa Ancha Valparaíso el año 1980, un año completito de quemarme las pestañas, volví a Punta Arenas, ahora esta vuelta no fue por suerte ni por designación, me la gané estudiando ya que como uno de los incentivos que había en dicho curso era que el primer lugar de este podía pedir adonde quería irse, bueno yo decidí volver al Sur del país, ahora no fue tan fácil salir de la escuela ya que como aún era Marinero y soltero, no tenía compromisos y no me requerían con urgencia en mi nueva repartición, sólo sabían que llegaba los primeros días de marzo en el medio que la Armada había dispuesto, así que me dediqué a disfrutar de la zona central y de la familia, ese verano invité a mi amigo Roberto Fernández Barrera a salir de vacaciones juntos, quien iba a saber que luego con los años me iba a robar a Nancy su hermana para casarme con ella, ¿cierto cuñado?, nuestras vacaciones comenzaron luego que empezaron a llegar los nuevos alumnos a la escuela, ósea, durante el mes de enero, ahora estas vacaciones tenían sus condiciones, y era que estuviésemos atentos al correo o a la notificación de Carabineros en el caso de adelantarse el viaje de un buque naval que nos trasladaría a nuestros destinos, lo cual era muy probable ya que había una barcaza a mediados del mes, así que nos fuimos al campo, específicamente a Chillán en la localidad de Trehualemu, a la casa de mi tía Mercedes, lugar donde todos los años pasaba mis vacaciones con la familia, disfrutamos una enormidad esos días, fuimos a bañarnos al río La Capilla, visitamos a los tíos, primos y amigos, fuimos donde la Hilda y Layo, donde la tía Elba, los Medina Cortés, participamos de todas las trillas de trigo que se presentaron, anduvimos a caballo, conejeamos con perros, pescamos salmones a mano en el río, manejamos la carreta con bueyes, mi primo Orlando tenía una yegua de carrera a la chilena y un día al lado Norte de la casa me la prestó para correrla por el potrero, así que ahí mismo le puse un saco y tomé las riendas y me monté, la desgraciada salió disparada, era muy rápida y aprovechamos muy bien el contorno del campo, corrimos hasta los pinos que estaban al lado Norte, todo controlado seguimos dando la vuelta, los pies bien apretados detrás de las manos del caballo, la rienda relativamente corta ya que mi primo me había dicho que tenía el hocico duro cuando se trataba de parar, voy llegando donde se encontraban esperándome y la yegua no quería parar, íbamos derechito a la cerca de zarzamoras y yo tiraba de las riendas, era tanto que la yegua tenía el pescuezo doblado hacia un lado, pero igual seguía corriendo, faltaba un par de metros y se frena de un viaje la desgraciada, logré tomarme del pescuezo y la tuza, nos quedamos mirando frente a frente, me había salvado de que me tirara, todos se mataban de la risa menos yo.


                               De vacaciones en Trehualemu junto a mis amigos Juanita y Jorge castillo


A la Hilda la visitaba casi todos los días ya que ahí tomaba leche al pié de la vaca en las mañanas, una leche tibia y exquisita, la ayudaba a llevar los baldes a la casa y a veces pasaba a la cocina a sacarle un pedazo de longaniza ahumada, siempre me ha tratado con cariño, llevábamos varios días de nuestro permiso cuando de repente un día llegaron los Carabineros a notificarnos que debíamos presentarnos en Valparaíso el día 20 o 21 de ese mes de Enero, lo cual era imposible ya que para salir de Trehualemu había un solo medio y era la micro del otro día en la mañana, luego había que conseguir pasaje desde Chillán a Santiago y de esta última ciudad a Valparaíso, decidimos perder el medio que se nos había designado y terminar nuestros quince días de vacaciones y por último costear nuestros propios pasajes a nuestros destinos, Roberto a Puerto Montt y yo a Punta Arenas, así seguimos disfrutando de las tortillas de rescoldo y las taucas, los baños de río, las frutas naturales, la harina tostada hecha por mi tía o primas, de la variedad de ciruelas, el mote pelado con cenizas y la miel natural, los huevos de campo, el cocho en la mañana, el café de azúcar quemada, la mora, el salmón de río asado en las brazas, los frutos de copihues, los cuentos de campo en la penumbra de la cocina y tantos agradables momentos pasados en esas vacaciones inolvidables.



                              Al terminar el curso de especialidad en paseo 21 de Mayo


Las vacaciones se terminaron, hicimos las maletas y emprendimos viaje a Pancho city para presentarnos a trabajar el lunes 26, lógicamente habíamos perdido nuestro transporte cinco estrellas, una barcaza para transporte de tropas de última generación, que en época de paz se ocupaba para el traslado de carga y pasajeros, bueno ahí se me dijo que mi traslado debía esperar hasta marzo, lo que quería decir que debía irme en el último medio a la zona austral, y eso si tenían cupo para mí, lo más probable era que recién a fines de marzo tendría posibilidades de pasajes, es lo que se me dijo, bueno pero mientras tanto seguí en la escuela tomando guardia militar y disfrutando de la familia los fines de semana y de vez en cuando de alguna salida con mis amigos, Roberto Fernández se fue durante febrero por sus medios a Puerto Montt, Luis Guzmán que también había perdido el viaje me acompañó en espera de que se nos asignara transporte para Punta Arenas, a todo esto las clases en la escuela ya habían comenzado y nosotros nos desempeñábamos tomando la guardia militar todos los días, a mitad de febrero y ya confirmado que no habría posibilidad de viajar en medio naval para los primeros días de marzo, decidimos costearnos los pasajes vía aérea, para cual informamos a nuestro mando y con la venia respectiva el viernes 20 nos llevamos todas nuestras cosas, el día domingo 22 emprendimos viaje en la línea aérea LAN Chile, la atención fue muy buena, llegamos a eso de las 17:00 horas al aeropuerto Carlos Ibáñez del Campo, íbamos cargados como mula con todas nuestras cosas, uniformes y ropa de civil, Punta Arenas nos recibió con ese clima típico, un frío que calaba los huesos avivado ciertamente por el viento magallánico, una transfer nos trasladó hasta el Centro de Abastecimiento de la Armada en Magallanes, por suerte ya conocíamos donde debíamos alojarnos ese primer día, en el camarote de los fareros en aquella repartición naval.


                               Curso de especialistas en Faro 1981 (faltan Jorge González V. y Antonio Díaz P.)


El lunes 23 nos presentamos a trabajar, había llegado carne fresca para los trabajos y para la guardia, rápidamente me integré a las labores diarias y ya pronto se estaban formando los equipos para las comisiones de a bordo de los buques, las de tierra y los próximos aislamientos, me embarqué en algunas comisiones con los Cabos Manuel Canales, Sergio Salinas y Osvaldo Chávez entre otros, en cada trabajo que emprendía como ayudante prestaba mucha atención, quería aprender lo más posible y salir solo cuando se pudiese, ya a ese año quedaban pocos faros con funcionamiento con gas acetileno, todo se estaba electrificando, también se estaban modernizando las estructuras, las de madera y metálicas en peor estado por fibra de vidrio, por otra parte el mando había dispuesto destinarme en comisión en el próximo aislamiento al faro Evangelistas, así que durante la segunda quincena de abril comenzó a juntarse el equipo de personas que conformaríamos la dotación, luego de los exámenes de medicina preventiva quedamos seleccionados los siguientes: Suboficial Mayor (F.) Guillermo Vergara, Cabo 1º (F.) Osvaldo Chávez, Cabo 1º (F.) Luis González Donoso, Cabo 1º (F.) Fernando Cano Barriga y Marinero 1º (F.) Gustavo González Cortés, o sea yo, el equipo estaba compuesto por dos revoltosos y que gustaban de organizar las estadías en los faros, Luis González y Cano, hablaron con toda la dotación para juntar un poco de dinero extra y comprar algunas cosas no consideradas dentro de los víveres fiscales, al escuchar las ideas el suboficial Vergara y el Cabo Chávez se marginaron e indicaron que ellos ya tenían listos los artículos que llevarían, por lo que quedaron ellos dos y yo, a mi ni me preguntaron si quería participar, simplemente me ordenaron a seguir agua, por lo tanto al siguiente fin de semana, nos reunimos en el supermercado naval para seleccionar lo que llevaríamos para compartir, recién ahí me di cuenta que no tenía que haber participado con ellos, pero bueno en esta vida hay que aprender de los errores, tomamos dos carros y comenzamos a recorrer pasillos, no era mucha la variedad de alimentos que seleccionábamos, mis sugerencias fueron aceptadas en parte, papas fritas, galletas, chocolates, bebidas y un vinito, pero cuando llegamos a esta última parte, el sector de los licores, los carros se llenaron, la botillería pasó mucho susto, todo lo que entraba al carro sobrepasaba los 35 grados, me anduve enojando un poco y transamos la cantidad, aunque era mucho cedí pensando que en el faro de alguna forma debía tomar el control de la situación.


                                  Llegando al Faro Evangelistas


Recopilamos toda la carga y la embalamos lo mejor posible, las papas, cebollas, arroz, porotos, lentejas, sal y la harina cruda en sus sacos y envueltas en plástico con una amarra, para la tarrería, fideos y alimentos deshidratados, confeccionamos cajones o simplemente en sus cajas de cartón cubiertas también con manga plástica, también recuerdo que me contagié y mis enseres personales también los envolví en bolsas además de meterlos en unos cajones tipo baúl, más conocidas como cajas fareras, en todo caso era la costumbre de la época, el viernes 8 y el sábado 9 de abril nos recibió la carga el Patrullero Lientur, balones de gas, tambores con petróleo, tarros de pintura, enseres personales los víveres y por supuesto nuestra ración de carne congelada, pensé en las ovejas magallánicas y su alimento, fardos de pasto, pero esa vez me enteré que ya no serian necesarias ya que el faro había sido dotado de congelador, que alivio al no llevar ovejitas ya que a pesar de que estos animales de origen magallánico no balan cuando se les sacrifica, igual da pena, si incluimos esa vez algunas gallinas para tratar de obtener huevos frescos, todo se cargó en las bodegas del buque, algunas cosas, las más pesadas, usando las grúas de abordo, lo más delicado y más liviano se hizo por mano para darles una ubicación privilegiada en la bodega y por otra parte para tenerlas ubicadas cuando se tengan que bajar, el zarpé se produjo el día 11 en la madrugada, para mi no fue traumático dejar la ciudad y las comodidades que en ella se encuentran, por lo demás ni siquiera pololeaba sólo dejaba un par de compañeros de curso y una familia amiga que me acogía en su casa, la demás gente de la dotación dejaba a sus familias, esposas e hijos. Se nos informó que el viaje iba a ser tranquilo y que no efectuaríamos trabajos de mantención en la ruta ya que el tiempo era muy favorable en Evangelistas así que el viaje decidido por el mando sería directo a la roca, si los cálculos no erraban, eran 28 horas de viaje directo en el Lientur a Evangelistas, en la mañana del día siguiente divisaríamos el lugar que nos cobijaría por los próximos meses, y así fue, el tiempo estaba bueno para trabajar, aunque en el fondeadero la mar movía mucho al patrullero, costaba mantenerse en pie en la cubierta del buque, las chalupas de doble bancada fueron tiradas al agua entre vaivén y vaivén, también se colocaron unos palos largos amarrados al costado del patrullero y enterrados en el agua, no comprendí mucho esta maniobra en ese momento, pero a medida que íbamos cargando los botes entendí su uso ya que el buque se balanceaba muchísimo y si esos palos no estuvieran en dicho lugar las embarcaciones podrían meterse debajo de él y provocar un accidente de proporciones, los primeros botes llevaron a la dotación entrante y gente del buque que bajaba a ayudar en las tareas, esta vez igual que tiempo atrás en Félix me dejaron a cargo de separar la carga que se debía bajar en ese lugar, aún cuando el tiempo estaba bueno para trabajar el buque se movía demasiado, tanto es así que cuando nos encontrábamos cargando las embarcaciones con los tambores de petróleo, uno de estos se enredo en la borda del Lientur, uno de los especialistas maniobras rápidamente acudió a empujar el recipiente con todas sus fuerzas, aunque se pegó un pequeño apretón logró zafarlo y se pudo cargar en la chalupa sin problemas, el único detalle es que cuando esa persona se sacó los guantes para verse la mano luego del apretón, se encontró que le faltaba un dedo el cual se estaba dentro de él, enseguida fue derivado a enfermería para hacerle curaciones, este era uno de los riesgos de este tipo de faenas un poco movidas en Evangelistas, tanto se movía el buque que en algún momento mi estómago no aguantó más y cedí a los embates vaciándolo a un costado, alimento para los pescados decían, por recomendaciones de los más viejos siempre que ocurría esto había que rellenar el estómago con líquido caliente y alimento, así que acudí a la cocina y seguí las instrucciones, marino que se alimenta sirve para otra faena, por suerte la estadía abordo no fue muy extensa, pronto se acabó el envío de cosas y luego de revisar bien la bodega me correspondió bajar a tierra, de ahí en adelante la carga era enviada del faro, envases vacíos de gas y tambores de petróleo, carga personal, cajas fareras, material para la baja o reparaciones y al final la dotación saliente, la faena de reaprovisionamiento y relevos llegaba a su fin.


                            Winche manual usado para subir el carro con la carga


Habíamos quedado solos y con harto trabajo, comenzamos a guardar todo lo más delicado en la aduana, el tiempo amenazaba y en cualquier momento comenzaba a llover, los balones de gas había que sacarlos de marea, todos quienes me acompañaban me mandaban y acallaban mis sugerencias, Chávez afortunadamente era mi único apoyo, los otros dos cabos que nunca habían estado en Evangelistas lo único que querían era llegar pronto a la casa por lo que les daba lo mismo donde quedara la carga, así que absolutamente toda se guardó bajo techo en la aduana del desembarcadero o en un lugar donde no tuviéramos que lamentar alguna pérdida, de algo tenía que servir la experiencia de haber estado antes en ese lugar, aunque era el más mote y se supone el con menos experiencia, igual me hice escuchar y esa tarde debimos trabajar muchísimo para resguardar nuestras cosas y la carga en general, una vez protegido lo que llevábamos, comenzamos a subir un poco de aquello más delicado y por supuesto aquella que íbamos a ocupar para cocinar, huevos, papas, cebollas, toda la carne tanto de vacuno como de ave, embutidos, mantequilla, queso, etc., llegamos a la casa cuando ya se hacía de noche muy cansados, ese día tomó la primera guardia Chávez, dedicamos un rato a recorrer como nos habían dejado las instalaciones también a verificar el buen funcionamiento de motores, equipos de comunicaciones, guardar los congelados y los pocos víveres no perecibles que logramos llevar a las instalaciones ese día, el Jefe distribuyó los camarotes, el jefe era el único que tenía pieza asegurada, el primer ayudante quedó ubicado entrando a la izquierda, frente al baño, el lugar era pequeño y tenia dos camas dispuestas en un camarote metálico, los otros cabos no quisieron compartir pieza con Chávez y a mi no correspondía por lo mote, en resumidas cuentas los 3 quedamos en la pieza grande o más conocida como la “lobera”, esta estaba ubicada por el lado derecho del pasillo luego del pañol de víveres y frente a la entrada a la cocina-comedor, este dormitorio estaba compuesto de un camarote de dos pisos metálico y un camastro de madera, ahí quedamos el Cabo González, Cano y yo, había harto espacio donde dejar incluso nuestros baúles o cajas fareras, yo llevaba tres cajas, una con elementos personales y las otras dos con elementos compartidos con los Cabos, las llaves de los candados de mis cajas las tenía a buen recaudo ya que Cano tenia un problema de garganta seca, de esto nos dimos cuenta luego de algunos días en la roca, por lo que los líquidos había que dejarlos bien asegurados, pasó que un día mientras todos compartíamos en el comedor se nos desapareció Cano un buen rato, el Cabo González fue a buscar cigarrillos a sus cosas y lo encontró con una botella de ron a punto de terminar, el enojo fue extremo por parte de él, ya que la excusa que nos dio fue que le dolía mucho el estómago debido a que sufría de úlcera y según él un poco de licor fuerte le adormecía el dolor, por supuesto que era mentira porque la realidad es que era un alcohólico y así como iba con su tratamiento, lo que habíamos llevado no nos duraría mucho, de ahí en adelante todo quedó bajo llave y bien controlado.

La estadía que me tocó vivir en esa época fue muy dura ya que el tiempo no nos acompañó, era invierno y todos los días arreciaba el viento acompañado de lluvia, ya sea de agua o granizo y de vez en cuando nieve y agua nieve, costaba mucho salir a trabajar por el frío que hacía, también la relación con mis compañeros de pieza era un poco tensa, prevalecía el grado jerárquico, ellos eran Cabo 1º antiguos y yo sólo Marinero 1º, por otra parte eran muy desordenados, dueños de la verdad, sucios y poco cooperadores, ellos hacían sólo lo que se les ordenaba pero era muy difícil lograr iniciativa, tanto era que en cierta oportunidad que lloviznaba un poco con algo de viento, el Jefe dio chipe libre por el día y podíamos hacer lo que se nos antojase, bueno yo viendo que era poca el agua que caía y sin  viento casi, pedí autorización para subir un poco de carga desde el desembarcadero, lógicamente que tomando todas las medidas de seguridad, bien protegido del frío y con ropa de agua, lo cual fue autorizado por el Jefe e informado el Cabo Chávez que se encontraba de guardia, me di la tarea de subir 3 balones de gas de 45 kilos, para que esto fuera cierto aproveché la línea del carro accionado por el winche manual, poco a poco y empujando los estos avancé con los cilindros, subía unos 20 metros con uno y le colocaba una cuña en ese lugar, me devolvía a buscar el otro y lo subía los mismos 20 metros donde volvía a acuñar, lo mismo ocurría con el tercero, para hacer esto había que emplear la fuerza de brazos y piernas, lógicamente que cada cierto rato me tomaba un descanso y así logré llegar hasta la bodega cercana a la casa conocida como la parafinera, hoy comprendo porque se le llamaba así, este fue uno de los faros que en la antigüedad sus quemadores funcionaban con parafina, su mecanismo era accionado con un sistema de relojería con contrapesos lo que hacía que girara en forma automática generando una característica con su haz de luz. Una vez terminé de trabajar ese día, mis compañeros de pieza me trataron muy mal porque según ellos el Jefe los llamó a su camarote y los reprendió por la falta de iniciativa y poca cooperación con el servicio, indicándoles que en el futuro deberían imitar la iniciativa del Marinero, aún recuerdo aquellas poco amables palabras con que se refirieron al hecho algunas no se pueden decir, “cabro huevón déjate de andar haciendo estupideces, si el jefe da el día libre es para descansar no para andarse poniendo a la lata”, hasta me ordenaron que me quedara en la casa cuando había un rato libre, bueno de ahí en adelante comencé a hacer más amistad con Chávez y a dosificar mis tareas interiores, como llevar un recuento diario de la meteorología y llevar al día los formularios de esta materia, el recuento de mensajes también se hizo en forma diaria, así que de esta manera evité enfrentarme a mis compañeros poco amistosos.

La dotación saliente la comandaba el Suboficial Mayor Sr. Waldo Marambio Carroza y durante su periodo de aislamiento tuvieron como tarea principal la de modificar la torre del faro, la cual consistió en el retiro de la antigua estructura de fierro fundido, bronce, cobre y vidrio que venía funcionando desde el año 1896, la que venía dando algunos problemas de sello, quiebre de vidrios y oxidación, lo que según expertos de la época no permitía su reparación, bueno la cosa es que se reemplazó dicha torre por una de fibra de vidrio, desde mi punto de vista la decisión tomada, fue el error más grande cometido con este faro, de ahí vino una época poco atractiva del lugar, la torre se llovía igual, era poco accesible, para poder llegar a la linterna había que hacerlo a través de una escotilla, además con nada de viento vibraba muchísimo, la antigua tenía algunos problemas, pero de alguna forma se solucionaban, además era histórica, visitable y con una vista increíble, sobre todo en aquellas oportunidades en que se producían esos temporales de viento y lluvia grandiosos en los cuales no se podía salir de las instalaciones, uno podía subir a la linterna a observar como el islote era azotado por la braveza combinada del viento y el mar, era tanta la fuerza de la naturaleza que el agua llegaba a montarse en ciertos sectores de la roca, incluso la espuma marítima caía sobre la casa salando nuestro techo, pero bueno se cambió la torre y ya no había vuelta que darle, de la antigua construcción quedaron algunos trozos de bronce y del planchaje de cobre, así que con esos pedazos comencé a idear que hacer, los más pequeños los transformé en ceniceros para los fumadores, para lo cual confeccioné un molde de madera y con el martillo de peña comencé a moldear las piezas de cobre golpe a golpe, luego le soldé unas patas y listo, de ahí me lancé a confeccionar un ovejero magallánico con ovejas y todo, a ese le confeccioné un marco y se lo llevé de regalo a una familia amiga, Carlos Poblete Cruz y familia, hice algunos grabados con los trozos de cobre la idea era mantenerme ocupado y entretenido, lo cual conseguí plenamente. 

Al Suboficial Vergara también le gustaban las manualidades, para lo cual iba preparado con algunas herramientas, la principal de todas era un taladro eléctrico grande que con ingenio el Jefe transformó en un torno para madera, también llevaba un juego de gubias a las que le dio mucha utilidad trabajando los palos, con el tema del torno nos entretuvimos harto ya que primero hubo que fabricar las herramientas para devastar, las piezas que daban fijación al taladro, la lanza que permitía que el trozo de madera a tornear girara, la guía para efectuar este procedimiento, así que en las tardes cuando teníamos tiempo libre el Jefe me permitía meter mano a su invento, en realidad éramos tres los que nos entreteníamos con esta herramienta, el otro era Chávez, ellos se hicieron las patas de algunos muebles que ensamblaron y que una vez los tenían terminados desarmaban y los guardaban para finalizarlos definitivamente en la ciudad, en cambio yo sólo lo usaba de entretención y para acortar los días en el faro, el Jefe además comenzó a trabajar un trozo de uno de los durmientes antiguos del carro que con mucha paciencia le dio la forma exterior de cofre, para luego trabajar el interior con las gubias, le hizo las bisagras, la aldaba, las manillas y algunas huinchas de adorno exterior del cobre que salió de la antigua torre del faro, su trabajo fue muy original y bello.

A mitad de periodo pedí al Jefe su autorización para solicitar al mando en Punta Arenas la posibilidad de permanecer en Evangelistas por otros cuatro meses, a lo cual me contestaron que estaba autorizado, así que rápidamente me puse a hacer una lista de cosas que iba a necesitar para el siguiente periodo y pedirle a mi apoderado, el Suboficial (F.) Fernando González Grondona, que me gestionara la compra y el envío de mis necesidades, a estas alturas el tiempo empieza a apremiar, no sólo tengo preocuparme de lo que debo pedir para tener una buena estadía, también hay que saber escribir algunas cartas para la familia y la polola en aquellos años, la Viviana Zamorano Santander, también a mi querida madre y a mis hermanos que están en la casa y a los que logré hacerles algunas letras, también en el faro comienza la fiebre del amantillamiento y la limpieza, había que hermosear lo más posible, un día que había poco liquido en los estanques de agua dulce, boté lo poco que les quedaba para hacerle una buena limpieza y comenzar a juntarla nuevamente, en un día los llenamos, afortunadamente llovió sin viento y así se pudo juntar para cocinar y beber, en lo que respecta al baño usábamos el agua que se juntaba en una piscina exterior, esta se mantenía bien salada ya que recibía todas las inclemencias del tiempo.

Dentro de los trabajos que comenzamos a hacer estaba la limpieza de antenas, mantención a los winches manuales, reparación del la línea férrea, cambio y refuerzo de durmientes, mantención de motores, traslado de recipientes vacíos (balones de gas y tambores de petróleo), repaso a la red de desembarco y las bozas, limpieza en general de todo el recinto y en lo personal yo tenía mi trabajo de meteorología bien adelantada, sólo faltaba la información de los borradores diarios del último mes que había que llevar a los formularios que debían ir a meteorología de Chile y al Servicio Meteorológico de la Armada, en todo caso lo último que estaba haciendo no era seguro que se fuera, ya que esta información debía ser mensual, por lo menos tenía entretención para todos los días que faltaban para la llegada del Patrullero.

Mis ratos libres los dediqué a la lectura, casi todos los libros de la pequeña biblioteca pasaron por mis ojos, leí muchísimo, era mi entretención preferida cuando por condiciones de tiempo debía quedarme si o si encerrado en la casa, aunque más me atraía el hacer ejercicio, todas las veces que podía hacía actividades físicas, cuando el tiempo lo permitía trotaba por la orilla del riel, mínimo 10 subidas rápidas y me devolvía lentamente, luego pasaba a la parafinera a complementar el trote con abdominales y trote estacionario, también había un par de pesas de tarro y cemento que servían para los brazos, luego de terminar me daba una buena ducha cuando había agua suficiente, caso contrario calentaba un poco de agua y la vaciaba en el lavamanos, ahí mojaba mi toalla y me limpiaba el cuerpo con ella mojada, la idea de todo esto era mantener el estado físico y lo más importante mantenerme siempre ocupado.

Lo que mas me molestó durante el aislamiento fue lo pésimo de la nueva torre, la bóveda se mantuvo igual a como se construyó en 1896 lo mismo la casa y sus dependencias, pero cambiar la torre de fierro por una de fibra de vidrio, fue terrible y grotesco, si hubiese sido una solución mejor que la torre que venia del siglo pasado entendería, también es cierto que la linterna antigua se pasaba de agua y que había que estar diariamente secándola, pero si había que cambiar una lámpara, no había que esperar condiciones de tiempo para subir al techo de la torre, tampoco era tanto lo que vibraba con el viento, esa torre nueva luego de algunos temporales y de tanto moverse, comenzó a filtrar agua por todos lados, hubo que colocar recipientes por diferentes partes para recibir el agua que escurría, más encima con esta estructura se perdió el encanto de poder apreciar los temporales desde su linterna, como será que ni ganas de sacarme fotos tuve, el faro estaba muy feo, ya no tenía el encanto de la primera vez.


                                                 Vista del antes y el después del Faro Islotes Evangelistas


Los lugares mas característicos de la roca y que son inolvidables para todo farero son comenzando desde el desembarcadero: la red de desembarco, la gruta, la sala del winche, la aduana, la caverna, coihueco, el titicaca, la lobera, el antiguo desembarcadero, el carro, el winche, la parafinera, la piscina del baño, la visera, la mina, el dinosaurio, mirando hacia los alrededores, también se ven los islotes que conforman este pequeño archipiélago, los más cercanos el Sebastián Elcano y El Pan de Azúcar, también con buenas condiciones de tiempo se logra ver el Cabo Pilar indicando el ingreso al Estrecho de Magallanes, la ruta tranquila y segura para los navegantes, lugar por donde comúnmente y cuando las condiciones son ideales aparece el buque que efectúa los relevos, el resto esta conformado por la inmensidad del océano Pacífico.


                                Foto en la visera con buenas condiciones de tiempo


Los últimos días fueron de ayudar a los demás integrantes de la dotación a prepara las maletas y cajas fareras, una vez las tenían cerradas las cargábamos en el carrito y las íbamos a dejar a la aduana, pronto llegaría el Lientur a efectuar los relevos, ese cambio de dotación pronto vendría, el último día en la roca junto a esta dotación fue muy alegre, ellos sólo querían volver junto a sus familias y lo que es yo quería ver pronto a mis nuevos compañeros, también se  portaron muy bien y me dejaron algunas cosas de regalo, mis compañeros de pieza, González y Cano, parte de lo que habíamos llevado en sociedad, esta vez la alianza me había favorecido pero gracias a hubo control y el otro que fue bien generoso fue el Cabo Chávez, quedé muy sorprendido y agradecido por las cosas que me dejó, el era muy reservado y jamás pensé que me llegase a estimar, siempre recuerdo ese gesto. 

Ya estábamos en el mes de agosto, y el buque pronto aparecería trayendo a los nuevos, las condiciones de tiempo no eran muy buenas, así que había que tener paciencia para esperar que se abriera una ventana de tiempo, el buque pasó primero a Faro Bahía Félix y de ahí siguió por canales interiores hacia Puerto Pacheco hasta que hubieran buenas condiciones climáticas y de mar, los días se hacían interminables y el tiempo no quería abrir, cada cuatro horas nos comunicábamos con ellos para hacerles llegar una apreciación del tiempo local, pasó como un semana cuando se dieron las condiciones, el buque nos anunció la noche anterior que llegaría con las primeras luces, las condiciones de mar y viento eran buenas pero no excelentes, a la amanecida colocamos la red de desembarco y las dos bozas, todo lo hicimos muy firme a los cáncamos, desocupamos la aduana y ubicamos la carga que salía (que se iba) en un lugar cercano al burro o pluma, muy temprano el Lientur ya fondeaba y comenzaba a izar las embarcaciones para tirarlas al agua, para la faena el Jefe dispuso que me hiciera cargo del winche y el Cabo Chávez a cargo de dirigir la faena de izar y bajar la carga de los botes, los otros dos debían ayudar en todo lo que fuera necesario, mientras el Suboficial se encargaba de las comunicaciones y de la entrega de los cargos y del faro, lo que es yo pasé toda la faena manejando este equipo, y cuando podía también ayudaba a subir un poco de carga a la aduana, el buque envió gente para que cooperaran a recibir la carga y trasladarla a la bodega, de los fareros entrantes, llegaron 4, tres se quedaron ayudando en la faena y el Jefe subió al faro para firmar la documentación. En lo que respecta a como funcionaban las instalaciones y equipos, no fue necesario que le explicaran ya que como me quedaba y estaba al tanto, un relevo en estas condiciones es más sencillo para todos ya que el que se queda va quedando con la experiencia, la que luego del relevo se puede explicar a la dotación entrante.

La nueva dotación estaba compuesta por el Sargento 2° (F.) Jorge Montenegro, Cabo 1° (F.) Manuel Canales Carrasco, Marinero 1° (F.) Juan Hernández Silva, Marinero 1° (F.) Carlos Oyanader Morales y el Marinero 1° (F.) Gustavo González Cortés, ese primer día trabajamos muchísimo y afortunadamente el tiempo nos acompaño, luego que dejamos todo guardado bajo techo, ellos sacaron sus cosas personales de la carga que llevaban, también sacamos los perecibles y los cargamos en el carro, con todo lo que teníamos comenzamos a subirlos hacia la casa, el resto de las cosas habían quedado protegidas y a buen resguardo, me encargué de dejar pan fresco y comida para no estar cocinando en la noche, igual al Jefe entrante y a mis nuevos camaradas se les ocurrió que podíamos hacer unos bistec con acompañamiento, puré de papas o arroz graneado, ese día tomé la guardia porque era el único que tenía muy claro el funcionamiento del faro, así que esa noche conversamos un buen rato, compartimos una buena sobremesa, se hizo una pequeña instrucción del lugar, el jefe distribuyó la habitabilidad, ya podíamos comenzar con el nuevo periodo de aislamiento, el cambio de dotación pensé que me iba a afectar, pero la verdad es que fue como muy natural, incluso con este nuevo grupo de personas me sentía más cómodo, tranquilo y hasta más acompañado.

El Sargento Montenegro, más conocido como “el tío”, siguió en el camarote del Jefe del Faro, el Cabo Canales en la pieza que estaba frente al baño, o sea, la que usaba el Cabo Chávez, los otros tres nos quedamos en la “lobera”, el dormitorio más grande el que tenía 3 camas, esta vez pude escoger donde dormir, ya que había quedado como segundo ayudante y el más antiguo del dormitorio, así que me quedé con la chaza de abajo del camarote, esa noche me entretuve viendo las cosas que me había enviado mi apoderado, los diarios que llevaron mis compañeros y leyendo las cartas que me habían llegado, fue una noche corta y con harta entretención, al día siguiente entregué la guardia a las 08:00 Hrs. y me fui a dormir placidamente hasta el mediodía, durante la tarde bajamos al desembarcadero a seguir subiendo carga de acuerdo a su importancia, primero los víveres, los consumos, artículos de oficina y lo personal; el clima acompañó ese primer día con esta nueva dotación, Hernández y Oyanader me contaban todas las copuchas de la ciudad y todo lo que les preguntaba era poco para mis ganas de saber, donde andábamos trabajando siempre había alguna pregunta que hacer, alguna anécdota que contar, logramos subir toda la carga de víveres y de consumos que habían traído a excepción del combustible, el cual debía ser subido durante el período, los tres más jóvenes funcionábamos como un equipo.

El jefe dispuso una reunión para distribuir los puestos e informar las tareas que debíamos hacer durante el aislamiento, como primer ayudante estaba el Cabo 1° (F.) Canales, segundo ayudante el Marinero González, tercer y cuartos ayudantes los Marineros Hernández y Oyanader, en esta oportunidad mantuve el cargo de meteorología, comunicaciones y víveres. Dentro de los trabajos que debíamos realizar estaban la mantención general de las instalaciones, cambio de techo de la aduana de coihueco, cambio de durmientes de la línea del carro de carga, pintado exterior e interior de la casa habitación y faro más todo lo normal en una casa; las ordenes ya estaban dadas y había que seguir haciendo funcionar las instalaciones, lo bueno de cuando hay uno que se queda otro periodo, es que se tiene la información al momento ante cualquier duda, todos nuestros equipos tenían algún detalle, como por ejemplo los motores Vendeuvre había que darles un uso restringido, 4 a 6 horas en la tarde para hacer funcionar el congelador y también cada vez que en la noche se tomaban los datos meteorológicos; los radio transmisores Lagier y Thompson, durante la tarde y la noche tenían muy poca señal de audio, durante esas horas debíamos recibir y transmitir en telegrafía; el termo que utilizábamos para calentar el agua para la ducha, muy oxidado ante el uso con agua salobre; los calentadores o estufas a gas, muy antiguos y usados por lo tanto sus quemadores, termo couplas y llaves de paso poco confiables; la torre de fibra de vidrio que reemplazó a la antigua cabaña visitable, con mucha filtración de agua; la línea del carrito de carga, suelta ante la falta de clavos para rieles; el winche muy antiguo y difícil de operar; y el burro o pluma con giro a pulso, lo que hace la labor muy peligrosa, en general las instalaciones tienen muchos años de uso por lo que cada cierto tiempo se van detectando diferentes fallas las cuales se van solucionando a medida que se presentan, mis nuevos compañeros de estadía me incorporaron rápidamente al equipo de trabajo que traían, así que me sentí apoyado desde los primeros días.

El sistema de guardia comúnmente se adecua a la cantidad de personal, a las circunstancias y a las disposiciones del Jefe del Faro, el común de las veces se lleva un rol de panadero semanal, un guardiero y cocinero diario que a la postre es el mismo, en el caso nuestro éramos cinco así que estábamos a cinco guardias de 24 horas cada uno, el relevo lo hacíamos a las 08:00 horas, por lo que el saliente de guardia a esa hora se iba a dormir hasta la 13:00 horas, momento en el que nos reuníamos todos a almorzar, durante la mañana se efectuaban trabajos administrativos y de los diferentes cargos, cambio de aceite a los motores, confección de documentación, estadística de mensajes, informes, limpieza de los sectores asignados y la habitabilidad, en un faro habitado siempre hay cosas que hacer, un farero nunca debe aburrirse, y bueno el de guardia primero se alimenta y toma desayuno, luego hace aseo a la cocina, living, baño y pasillos y posteriormente comienza a preparar el almuerzo, a la par que coloca el servicio en la mesa, el ideal es hacer una entrada o una sopa, un plato de fondo y postre, también se van intercalando los horarios de atención de las comunicaciones, observaciones meteorológicas como tiempo local (WX) al CQ, llegada la hora se sirve la comida y el café o agua de hiervas para posteriormente luego de la sobremesa lavar la loza, ya a esta hora los demás se han ido a trabajos exteriores si el tiempo acompaña y de lo contrario se hacen trabajos bajo techo, las observaciones continúan cada 3 horas y los WX cada 6 horas, la atención de la radio tanto de HF como de VHF también se hace cada vez que los usuarios marítimos lo soliciten, en el día es mayor el tráfico ya durante la noche se va disminuyendo, tanto que a eso de las 22:00 horas baja muchísimo tornándose muy tranquilo, ahí es cuando hay que mantenerse ocupado para no decaer y entregarse en los brazos de Morfeo, algunos se colocan a hacer pan durante esos ratos libres, otros aprovechábamos de avanzar en los cargos, leer o simplemente sintonizar una buena emisora nocturna, por esos años con suerte se encontraba una radio emisora nacional o extranjera como por ejemplo la BBC de Londres en español, la Reloncaví de Puerto Mont, Chilena de Santiago con Hernán Pereira, La Presidente Ibáñez de Punta Arenas y varias otras que nos acompañaban durante esas largas guardias nocturnas, esto sucedía cuando las condiciones de tiempo lo permitían ya que cuando había temporal de viento, siempre venía acompañado de lluvia y de mar muy gruesa o arbolada y algunas veces mar del tipo confusa, en esas oportunidades daba el tiempo para pensar en la soledad de la noche, todos dormían, que sucedería si esa bendita roca cediera a los embates del mar y lograra partirse, la casa de Evangelistas esta construida sobre una grieta que la cruza a lo largo, con ese silencio y esa calma que se vive dentro de la casa, contrario al caos que hay fuera de ella, se logra sentir el traspaso de los golpes de ola contra las murallas de la grieta, la casa que esta anclada a esa roca y construida con material de similares características, absorbe todas las vibraciones que en ella se producen, llega a dar temor tanto golpe de ola, mientras siguen las observaciones meteorológicas y los enlaces de comunicaciones con la Marítima Magallanes y su más conocido operador el Charlie Papa, a eso de las 5 de la madrugada me apoyé con un buen café para no ceder al sueño, total sólo quedaban 3 horas de guardia y la roca al parecer no va a ceder a los golpes del mar como ha ocurrido en los 85 años que lleva de vida este longevo faro, la hora pasa muy rápido y debo entregar la guardia con el bitácora lleno y las novedades si las hubiere, de ahí a dormir hasta las 13:00 horas.
             
Las fiestas patrias las celebramos con empanadas de pino, una buena cazuela de ave y de postre un rico mote con huesillos, comúnmente en estas fechas los fareros nos unimos más y recordamos a nuestras familias, también utilizamos las comunicaciones para compartir y enviar saludos, no falta por ahí quien cante y agregue al saludo alguna canción folklórica o una paya y por supuesto hay que estar preparado para participar con algún aporte, Hernández le hacía al canto y al guitarreo además tenía chispa para los dichos campesinos, debe haber sido por su cercanía al campo, oriundo de Linares, el caso es que todos aportamos con algún comentario y con las ganas que requería el momento, la comunicación fue muy fluida y concurrida por todas las estaciones de faros habitados, estas manifestaciones hacen que uno no se sienta tan aislado, la compañía de aquellas personas que a través de la radio nos enviaban sus buenos deseos y mensajes de amistad.

Mi apoderado me hizo llegar todo lo que le solicité, así que unido a lo que me quedaba, que no era mucho, y lo que me dejo Chávez, tenía una buena variedad de cosas para este segundo periodo, así que mi caja farera estaba bien abastecida.

Dedicamos gran parte del periodo a efectuar los trabajos de mantención y cuando había algún tiempo libre, si el tiempo lo permitía, salíamos a recorrer los recovecos del islote, en aquellas oportunidades me las daba de guía, y cuando no salíamos me apoyaba en la lectura, la actividad física, la carpintería o la forja, cualquiera de estas actividades lograban absorber mi tiempo, básicamente eran mis aliadas en los tiempo de ocio, había que mantener la mente entretenida y alejada de andar pensando tonteras, en todo caso durante las tardes el equipo se juntaba a jugar a las cartas, al domino o a ver una película con los cassette del Betamax. También en la biblioteca había una variedad de libros poco tradicionales de lectura, como por ejemplo: novelas de cowboy de las series Búfalo y Bisonte, como también había una gran colección de revistas del Readers Digest y Condorito, y lógicamente esta lectura también entretenía y demandaba bastante tiempo.

Los cuatro meses se fueron rápido, ya en Noviembre solicité al Jefe la posibilidad de pedir al mando en Punta Arenas mantenerme un tercer periodo, lo cual fue apoyado por él y solicitado por mensaje, aunque de la ciudad, en el Sudepartamento de Faros me negaron la posibilidad, por lo tanto había que hacer las maletas para volver a la realidad, en todo caso era una excelente fecha para tomar un buen descanso junto a mi querida mamá y hermanos en Santiago.

Durante Diciembre y mientras nos dedicábamos a amantillar el faro, llegó la información que durante la primera quincena del mes llegaría un equipo de personas de la televisión japonesa a efectuar un reportaje sobre los temporales de Evangelistas, el día 15 App., llegó procedente de Puerto Natales el cutter 21 Mayo con un grupo de 7 orientales, uno de ellos las hacía de traductor, esta embarcación logró llegar sin inconvenientes debido a las buenas condiciones de tiempo que reinaban por aquellos días, tanto es así que se colocó a un costado del desembarcadero para bajar la carga y a los pasajeros y luego se marchó, ellos venían preparados con sus víveres para 20 días, también traían sacos de dormir y colchonetas de campaña para su estadía, tenían un solo objetivo, grabar un temporal en Evangelistas, la primera y segunda semana transcurrió sin novedad, el faro era un fiasco, el tiempo como nunca no quería mostrar su furia algo poco usual, así que nos dedicamos a compartir y a tratar de entender el idioma, compartíamos las comidas, a ellos les encantaban nuestros alimentos, cocinaban mucha sopa y arroz blanco, este ultimo lo acompañaban comúnmente de algas envasadas que la verdad no llenaban mis expectativas de un buen alimento, me imagino que eran víveres de campaña, para suerte de ellos nos quedaban excedentes así que les invitamos a compartir la mesa con nosotros, en esas oportunidades solíamos compartir nuestras vivencias y ellos se dedicaban a tomar notas, el aburrimiento era notorio por lo que hubo que organizarlos para hacer más llevadera la estadía, jugábamos a la pelota, hacíamos lanzamientos con un fierro, el domino y el cacho les entusiasmaba y también compartíamos algún aperitivo.


Con los japoneses en la cena de despedida

En la tercera semana se desató el temporal, era un caos salir de la casa, el peligro era latente, pero igual ellos tenían que lograr las tomas para su reportaje, la parafinera era un buen refugio para colocar la cámara de video, ellos eran todos profesionales así que aprovechaban cada toma al máximo, lográbamos ver como el agua de las olas se montaba en el islote que estaba frente nuestro al otro lado del canalizo, esta vista se lograba ver no muy nítido ya que el viento, la lluvia, y las olas cubrían la visual con una especie de neblina muy espesa, más cerca, en el Titicaca, donde el islote debe tener unos 35 a 40 metros de altura, se lograba ver un chorro constante de agua, daba la impresión de que en ese lugar había un grifo de incendio que había sido roto, el viento era tan intenso que para hacer otras tomas en contacto directo tuvimos que amarrarnos y tirarnos al suelo para tener más tranquilidad, nosotros decíamos que era para rescatar el cadáver si no lográbamos mantenernos en pie y caíamos en algún lugar, Evangelistas es un lugar increíble en estas situaciones, en aquella época instalamos un anemómetro que según los entendidos en meteorología era lo mejor que había y que podía medir lo inmedible, el primer temporal midió lo máximo para lo cual había sido fabricado, cuando el viento bajó su intensidad la aguja que marcaba la velocidad en el reloj, seguía pegada en el máximo, a los pocos días cuando se dio la oportunidad se desmontó el aparato y se constató que se encontraba quemado en su parte eléctrica, hasta ahí llegó un anemómetro más, aunque parezca increíble en la roca cuando hay temporal hasta las piedras vuelan, por lo que la recomendación siempre es de tratar de no salir de la casa, sólo hacerlo cuando sea necesario, en la roca no sólo es importante la gran intensidad del viento, sino que también hay que tener en cuenta la configuración del islote que esta rodeado de un inmenso océano y grandes acantilados en todo su entorno, lo que hace que las fuerzas y direcciones que confluyen sean desuniformes la gran mayoría de las veces, en los momentos de grandes temporales por lo tanto es imposible saber la real dirección y fuerza del viento, sólo se sabe de donde es más continuo.

El objetivo de los japoneses se cumplió y lograron obtener la filmación que buscaban, por lo que ahora debían volver a Punta Arenas, celebramos navidad y año nuevo en el faro en espera de condiciones de tiempo para salir, nos quedaban algunos víveres que podíamos compartir, los genios comenzaron a cambiar, las caras se veían largas mas seguidas, claros signos de la ansiedad que nos embargaba a todos, el jueves 7 de enero supimos que el buque había comenzado su desplazamiento hacia el faro durante la madrugada, las condiciones se veían buenas, el tiempo estaba cambiando y mejoraba a cada hora que pasaba, la percepción era que el viernes en la mañana aparecería a buscarnos, durante el día entramos en comunicación con el patrullero y acordamos entregar una observación meteorológica cada 3 horas, nosotros mientras tanto comenzamos a bajar a la aduana del desembarcadero todo lo que nos quedaba en la casa, lo ultimo seria lo personal, ayudamos a los japoneses a bajar sus equipos y equipaje, esa noche fue poco lo que pude dormir pero logré descansar, cerca de la medianoche Félix nos indicó que el buque había pasado a su cuadra, ellos también debían ser visitados por el Lientur, ya que se les llevaba a las familias los víveres para los próximos 4 meses, ellos se iban por 1 año corrido en el lugar, tenemos todo preparado, la carga en su totalidad en la aduana, lo mismo que el equipaje personal, sólo falta bajar los bolsos de mano, a medida que avanza la noche el de guardia hace pan amasado, arroz graneado y pollo al horno para dejar a la dotación entrante. Como a las 01:00 horas se nos indicó que con las primeras luces nos veríamos en vivo y en directo, y así fue, ya que a eso de las 06:00 horas ya estaba muy cerca y aproximándose al fondeadero para comenzar la faena, en esas latitudes amanece muy temprano en Enero, también oscurece cerca de las 23:00 horas y a eso de las 04:00 horas ya esta claro. La faena de reaprovisionamiento y relevos a las 08:00 horas ya ha comenzado con la llegada del primer bote de goma, primera vez que estos cumplen dicha función en este faro, el patrón del bote es mi contingente Jorge Alveal Bórquez, a bordo vienen los relevos y parte de la gente del patrullero que va a cooperar en la faena, los nuevos traen sólo algunos bolsos de mano, al llegar a tierra firme comienzan los abrazos de saludo y bienvenida, el jefe Montenegro se va con el jefe entrante al faro para firmar las Actas de Entrega e informarle las novedades, mientras nosotros instruimos a los entrantes en la operación del winche y a llevar la faena en general, también les dimos algunas indicaciones del funcionamiento de las instalaciones, por suerte en todos los faros habitados existen los mismos equipos e instrumentos, tanto de comunicaciones, meteorología, faro y generadores, así que no cuesta tanto comprender y hacer andar todo, la faena es corta ya que con los botes de goma todo anda más rápido, de las 8 horas de trabajo normal cuando se efectuaba a remo, ahora con motor prácticamente se redujo a la mitad del tiempo, lo más lento eran los tambores con petróleo y los balones de gas, ya que estos eran transportados en los chalupones a remo, también por el hecho de ser muy pesados y ocupar mucho volumen, la salida del faro de estos elementos es fácil, debido a que están vacíos, pasado el mediodía ya la faena se acaba y hay que empezar a entregar el control de la faena de winche y de la pluma, los pasajeros ya se han ido a bordo, se dan las ultimas indicaciones de sacar las bozas y la red de desembarco antes de retirarse al término de la faena resguardándola del oleaje, pronto llega el jefe y debemos retirarnos de la roca, quien iba a pensar que esa sería mi última estadía en ese querido faro, ahí crecí como farero y me forme como tal, hasta siempre Evangelistas.

La faena ha concluido en tierra y nos embarcamos en el Lientur durante la tarde, el patrullero tomo rumbo hacia la boca Occidental del Estrecho de Magallanes, el Cabo Pilar se ve a cada momento más cerca, el Jefe Montenegro nos lleva a presentarnos al Comandante y recibir instrucciones, se nos indica que nos dirigimos a Félix a efectuar faena de víveres y combustibles, lo que se llevará a efecto durante la noche, según el no debiera durar más de 4 horas, cerca de las 22:00 horas recalamos a Caleta Meteoro y fondeamos, inmediatamente se bajan los botes de goma y se da comienzo al reaprovisionamiento, se trabaja a conciencia y en forma segura, el fondeadero está muy tranquilo, me voy a saludar a la gente que esta en el faro y a cooperar en las tareas de tierra, toda la carga se va guardando dentro de la aduana y en sectores protegidos, en poco rato se terminan los trabajos y hay que volver al buque, el zarpe se produce cerca de las 01:00 horas, ahora si que nos dirigimos a Punta Arenas, salimos de Meteoro y nos aprestamos a navegar el Cabo Tamar, nos movemos un poco en el cruce pero pronto pasa y entramos en el paso largo en el Estrecho de Magallanes, hay que descansar pero antes una buena ducha con agua caliente, hacia muchos meses que no saboreaba agua dulce, ya relajado y en espera de hacer sueño me fui en busca de una litera para estirar los huesos fiscales, ya era hora de tomar un buen descanso.


Desde Félix hay como 20 horas de viaje directo a Punta Arenas, aunque con corriente en contra el andar se reduce a unos 8 nudos de velocidad, en todo caso también logramos avanzar a 12 nudos en algunos momentos, según mis cálculos tendríamos que llegar al puerto a eso de las 21:00 horas, durante el día y para acortar el viaje vemos alguna película, conversamos de todo un poco, jugamos a las cartas, bebo algunas cervezas y bebidas, mi apoderado el Suboficial (F.) Fernando González Grondona me ha enviado la correspondencia y un poco de plata que le pedí para el viaje, ya pronto durante el día se van asomando los lugares conocidos en el track de navegación, Fortescue, el Tortuoso, también se ve la Cruz de Froward, Isla Dawson, todos estos son indicios que queda poco para llegar, las casas de Puerto del Hambre y el Fuerte Bulnes se ven claramente, a esta distancia Punta Arenas esta al alcance de la mano, nos ponemos de acuerdo con los japoneses para ir a visitarles al hotel al día siguiente, se alojan en Avenida Colón con calle Chiloé, el tiempo se va muy rápidamente y no me doy cuenta cuando ya estamos ayudando a pasar las espías para amarrar al muelle el buque, hemos llegado a la civilización, el Centro de Abastecimiento esta presente en el muelle con la grúa y la partida de los Colivoro para comenzar la faena de retiro de la carga, saco lo más importante de mi carga, la maleta de mano y los útiles personales y me voy a dejarlos a la Subfaro, allá pronto empiezan a llegar las cosas, por suerte la faena dura poco y quedamos libres para hacer lo que se nos antoje, ese día me entregue a Morfeo y descanse placidamente en el entrepuente de los fareros solteros en el Centro de Abastecimiento, el Domingo vino a verme mi apoderado y a dejarme un poco de dinero, salí a almorzar donde el amigo dos, Don Segundo en el restaurante “Su casa”, por la tarde me reuní con los japoneses en el hotel, intercambiamos algunos regalos me regalaron un wisky de su país y yo les llevé pisco, en el faro me di cuenta que eran secos para el fuerte, al día siguiente comenzaban su retorno a Japón, en cambio yo al día siguiente, lunes 11 terminaba mi estadía oficialmente en el Faro Islotes Evangelistas.

2 comentarios:

  1. Junto con saludarlo, lei muy atentamente cada parte de su narración y es exactamente asi como lo cuenta mi padre, el es Osvaldo Chávez de quien usted habla en su historia. Me ha sido muy grato escuchar lo mismo que vivio mi padre en su instancia de uniformado pero esta vez desde otra mirada.
    Saludos
    Osvaldo Chávez (hijo)

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  2. Gracias por compartir sus vivencias, que son las mismas que nos ha narrado nuestro padre en su estadía en Faro Islote Evangelista, Osvaldo Chavez Rivas. Poco se habla y se enseña de los faros en estos tiempos, poco se sabe de vida sacrificada de los marinos fareros. No pude dejar de emocionarme al leer su narración y de sentirme orgullosa de ser hija de un "marino farero". Saludos. Vicky Chávez Parra

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