PERIODO
DE ENTRENAMIENTO
EN
LA SUBFAROMAG
“UN
MARINERO EN APUROS”
Dedicatoria:
A mi esposa Nancy,
mis hijas Valeria Verónica y Pilar Andrea, que me animan a dejarles mis
recuerdos.
PERIODO
DE ENTRENAMIENTO EN LA
SUBFAROMAG
“UN
MARINERO EN APUROS”
Autor:
SOM (F.) Sr. Gustavo González Cortés
Ya
habían transcurrido varios meses desde mi salida del faro Evangelistas, hice
mis vacaciones en la casa materna en Santiago, disfruté de este merecido
descanso, luego vino la vuelta a Punta Arenas para continuar con mis labores y la
etapa normal de un marinero de poca experiencia, como es la de adquirir
conocimientos relativos al campo laboral que tendrá que desempeñar en el
futuro, en esta etapa me toca participar del proceso de modernización de la Señalización Marítima
en el área de Magallanes, esto significaba cambiar todo lo que funcionaba con
gas acetileno y dejarlo con un sistema eléctrico/electrónico y alimentación autónoma,
cada estructura de madera o fierro, cambiarla a fibra de vidrio, para esto se
me asignó a un equipo de trabajo liderado por el Suboficial Faz (F.Ds.) Humberto
Molina, lo seguían los Sargento 2º Faz (Sd) Lagos, Sargento 2º Faz (Cp.)
Calderón, el Cabo 1º (F.) Orlando Canales y como último ayudante el Marinero
(Af.F.) Gustavo González Cortés, trabajamos en diferentes lados trasladándonos
en camión, en furgón o en buques, nuestras tareas eran levantar pilares de 5,5 metros en material
de fibra de vidrio para los nuevos faros y estructuras de fierro galvanizado
para soportar aerogeneradores marcas Aerowatt y Dunlite, además en los primeros
comúnmente había que instalar el sistema de iluminación y la fuente de energía,
las unidades a flote que nos llevaban a los lugares donde debíamos trabajar eran
el patrullero Lientur, las barcazas Elicura y Orompello y el Remolcador ATA
Colo Colo.
Camión utilizado para
comisiones por tierra
En el Colo Colo hicimos muchos
trabajos de renovación, no importaba la época que se eligiera del año, en
Magallanes siempre hacía frío, una faena que quedó muy grabada en mi mente fue la
que hicimos en Islote Bessel, en las cercanías del Seno Unión, a aquel lugar
llegamos a construir una de estas torres de fibra de vidrio, la que iba
complementada con un fanal ZP-20 y una planta de baterías marca Fulguris. Toda
la carga se bajó del buque en las chalupas a remo de abordo, los más antiguos
se fueron adelante llevando un poco de materiales y las herramientas necesarias
para despejar y preparar el terreno donde se erigiría el nuevo faro, un tercio
del personal del buque y el más joven, o sea yo, nos dedicamos a trasladar
hacia el lugar de la faena toda la carga que enviaba el Colo Colo, los maestros
nos indicaron que era necesario subir primero y a la vez sacaron sus talegones
y algunas herramientas, luego hubo que cargar con sacos de arenas, huevillo,
sacos de cemento, madera, fierro de construcción, alambre para vientos de la
torre, alambre negro, latas de tambor estiradas para la troya (lugar plano
donde juntan los materiales para hacer cemento), baldes con acelerante,
tambores con agua dulce, bolones del lugar, baldes concreteros, la nueva torre,
el fanal, las baterías, el contenedor portabaterías; todo fue llevado al lugar
elegido justo al lado de la antigua baliza ciega, a esas alturas ya me merecía
un buen descanso, es lo que yo creía, pero esto no podía ser ya que según los
maestros “la mano de obra joven se repone rápidamente del cansancio”, por lo
tanto, hube de tomar una pala y poner manos a la obra y hacer concreto, juntaba
las dosis de arena, huevillo, y cemento, las revolvía con dos vueltas de todo
el material dejando un cerro, luego lo extendía y abría al centro, como
preparando la masa del pan, le echaba agua y revolvía rápidamente para que no
escapara el cemento, bien mezclado se iban llenando los baldes concreteros y de
ahí a rellenar el cajón de la base de la nueva torre, este estaba preparado con
una malla de fierro y en forma alternada se rellenaba con los bolones desplazadores
para dar más consistencia y peso, siempre con una buena cantidad de concreto, otra
persona del equipo trabajaba viendo los detalles de la torre, canalizaba el
cable eléctrico, colocaba los pernos de anclaje a la base, probaba los pernos
de fijación del fanal, otro grupo derribaba la antigua estructura de concreto, una
vez finalizada la concretada e instalada la torre, venía el trabajo fino, este
consideraba el armado final de la estructura con su aro de seguridad,
contenedor de baterías y peldaños de acceso a la parte alta, como el cemento
estaba fresco se colocaban palos atravesados donde poder pisar sin dañar la
losa de cemento, el fragüe era rápido así que colocábamos las baterías dentro
del contenedor, alguien del equipo conectaba las 6 baterías en serie para
obtener los 12 volts necesarios para alimentar el faro, pero aún faltaba lo más
importante, instalar y conectar en la parte más alta el fanal, el que debía ser
probado, el más liviano, ágil y con conocimientos sobre estos equipos debía
hacerlo, lógico recayó sobre mis hombros, así que rápidamente miré si las
baterías estaban bien conectadas y subí el ZP-20 a su lugar definitivo,
probé el sensor fotoeléctrico y esta maravilla de la tecnología moderna comenzó
a funcionar, de abordo así lo confirmaban, la faena hasta ese momento concluía
exitosamente.
Trabajando en Islote
Bessel
Todo parecía haber terminado pero
ahora teníamos que alistarnos para volver abordo y preparar el próximo desafío,
había que llevar todo lo que nos quedaba al buque; madera, fierros,
herramientas, tambores vacíos, basura, materiales de construcción y en fin todo
lo que pudiera servir, esto se acopió en el mismo lugar que usamos para llegar,
las chalupas a medida que iban recalando se les subía la carga, los que teníamos
botas de agua hacíamos una cadena de trabajo, las cosas eran llevadas al buque,
todo era cargar y cargar botes, a estas alturas el cansancio me quería vencer
pero había que seguir y ponerle el hombro ya vendría el momento esperado para
descansar, faltaba para cargar 2 embarcaciones más cuando comenzó a salir
viento, el mar se comenzó a levantar, los rizos se hacían más frecuentes, ya no
era tan fácil trabajar, a las chalupas les era más difícil volver, la
corriente, las olas y el viento eran muy intensos, afortunadamente los viejos
maestros ya iban de regreso al buque, faltaban algunos del Colo Colo y yo, la
última embarcación llegó a nuestro lado y nos subimos todos, fue mucho el peso
y nos quedamos varados sin poder salir, tratamos de sacarla con los puños de
los remos pero no se movió ni un milímetro, así que Marinero al agua y a
empujar la chalupa, con la ayuda de los bogadores que empleando los remos
nuevamente y luego de un gran esfuerzo logramos zafarla dejándome en el lugar,
gritos iban y venían, el patrón me indica una roca cercana donde me pasará a
buscar para no vararse nuevamente, llegué al lugar indicado con mucha
dificultad ya que las rocas estaban todas resbalosas sobre todo porque estaban
cubiertas de luche, a esas alturas me encontraba totalmente empapado, las botas
de goma llenas de agua, la actividad mantenía mi cuerpo temperado y no podía
reconocer el frío ambiental, trataba de mantener el equilibrio en la roca, los
bogadores de la embarcación luchaban por llegar al lugar convenido, a la distancia
la tarea se veía ardua, palada tras palada lograron llegar con cuidado cerca de
la roca, el patrón me grita que salte al bote, salto que no logró su objetivo,
la gente de abordo había dejado de remar y el viento me alejó de inmediato la
embarcación, caí al mar sin apelación no logré ni rasguñar las maderas, la
chalupa se alejó unos metros de donde me encontraba, esta vez no logré dar pié
con el fondo y me era muy dificultoso desplazarme, la ropa de abrigo empapada y
las botas de goma inundadas hacían de peso muerto, el lugar tenía entre 3 a 4 metros de profundidad,
era muy trabajoso mantenerse a flote, la chalupa avanzaba muy lentamente, esos
minutos eran eternos el agua tendía a sobrepasarme, ahora si que sentí el frío,
en ese instante no podía mantenerme a flote y en un momento de lucidez tomo
aire y el mar me arrastra hacia el fondo, el frío me impedía reaccionar, mis
manos, la cara, los labios y orejas eran las que más sufrían, traté de sacarme
parte de mi ropa bajo el agua, lo cual fue imposible, el chiporro de la ropa de
abrigo esta vez me jugaba en contra, de repente algo se engancha en el gorro de
mi chaqueta y me impulsa a salir del agua dejándome caer de inmediato junto a
un chasquido, alguien de abordo con un remo viejo logró sacarme unos segundos fuera
de la superficie, suficiente para tomar aire nuevamente, la pala del remo se
había quebrado con mi peso, y por lo mismo volví a sumergirme y con más peso,
para mi fortuna este movimiento me dejó al alcance de otro de los tripulantes de
la embarcación que con el bichero me engancha y arrastra al costado de la
embarcación donde entre todos los que allí habían me levantaron y subieron
abordo con mucha dificultad debido al peso que arrastraba, me preguntaron como
me sentía a lo cual respondí que me encontraba en buen estado y sin
inconvenientes, salvo el susto del momento vivido, así que a remar se ha dicho,
había que llegar a bordo lo más pronto posible, me aferré a la empuñadura del
remo más cercano, el susto ya había pasado sólo quedaba el cansancio y el frío,
entre tiritones remamos con dirección al buque, el ejercicio me hizo entrar en
calor, así que cuando amarramos al costado del Colo Colo descargamos los
materiales que llevábamos, subimos a la cubierta, el Jefe del grupo de trabajo,
Suboficial Molina sin enterarse de lo sucedido me indica que descanse y coma
algo porque en 4 horas más llegaríamos al próximo faro, como estaba de
empapado, me acerqué al lugar donde se dejaba la ropa mojada sobre la caldera
del buque (los bretes) vacié de mis botas el agua y me dejé caer, necesitaba
abrazar un poco de calor, 4 horas después tocaban repetido para bajar a un faro
nuevamente, estaba seco y recuperado para volver al trabajo que venía, uno de
los tantos faros del track Norte de la ruta de navegación comercial.
Con el Cabo 1º (F.)
Orlando Canales
F I N
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