domingo, 21 de mayo de 2017

Recuerdos de un Guardián de Faros en 1931



Recuerdos del guardián de faros Sr. Victor Grendi Saavedra
Faro Islotes de los Evangelistas, auxilio del mercante noruego Köll, 19 de julio de 1931

Recopilado: SOM Sr. Gustavo González Cortés

         Los islotes de los Evangelistas fueron descubiertos por Hernando de Magallanes el 1° de noviembre de 1520, cuando inició el viaje alrededor del mundo al servicio del Rey de España, zarpó del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519, con el propósito de llegar a Las Molucas por el oeste, estas islas conocidas como de las especies. Descubrió el actual Estrecho de Magallanes al que bautizó de Todos los Santos por ser la celebración de la iglesia católica ese día, cruzándolo y  llegando a las Filipinas donde murió a manos de los indígenas, su piloto Sebastián de Elcano continua viaje en la nave Victoria, recalando a España en 1522 y culminando el primer viaje alrededor del mundo. 

            Guillermo Cornelio Shouten y Jacobo Le Maire, ambos holandeses, descubrieron el Cabo de Hornos en 1618. Esta noticia del descubrimiento de este nuevo paso al sur del Estrecho de Magallanes, motivó a los Reyes de España para aprestar rápidamente una flotilla para su reconocimiento, designando al mando de esta expedición a Bartolomé García Nodal en la nave “Nuestra Sra. de Atocha” y a su hermano Gonzalo Nodal a cargo de la nave “Nuestra Sra. del Buen Suceso”, zarpando un 27 de septiembre de 1618 del puerto de Lisboa. Al término de su viaje en julio de 1619, realizaron sendos informes, uno dirigido al Rey y el otro al Real Consejo de las Indias, en donde entre otras cosas mencionaban haber bautizado como “Los Evangelistas” a las rocas que están a la salida del Estrecho de Magallanes, al parecer en honor a los 4 evangelistas del Nuevo Testamento quienes escribieron la vida de Jesucristo y que fueron: San Marcos, San Mateo, San Lucas y San Juan. Con la expedición de los Hermanos Nodal, se inicia la época de las expediciones científicas o simplemente comerciales. A este respecto, el Derrotero de la Costa de Chile, solo indica que fueron los primeros navegantes españoles, los que denominaron a este grupo de rocas como “Evangelistas”, no especificando quien fue el que lo bautizó con esta denominación.

Relata el Sr. Grendi, sobre el islote San Mateo se erigió la construcción del faro en 1896, llamándolo “Islotes Evangelistas”, construido por el ingeniero escocés George Slight, contratado por el gobierno de Chile para llevar a cabo esta difícil obra, donde encontró debido a la topografía del peñón, piedra de granito, rocas escalpadas con altura superior a los 60 metros sobre el nivel del mar, la construcción de la casa tiene forma ovalada para favorecer a soportar los embates de los temporales de 80 a 100 Kms. por hora que azotan la zona.

El aparato lenticular lo forma una jaula de 1,8 metros de diámetro con zonas catóptricas y 12 lentes que giran abarcando una gran zona de luminosidad visible a 30 o 40 Kms.

El observatorio meteorológico realiza observaciones tres veces diarias, las que se retransmiten por radiotelegrafía a la central en Santiago.

El peñón en sí, es un centinela que los cataclismos de la época han regalado al país y por lo tanto al ser humano, es como un centinela de la entrada oeste del Estrecho de Magallanes en el Océano Pacífico, como lo es Punta Dúngeness en el Atlántico.

En mi carácter de empleado de faros ingresado al servicio en 1928 con solo 18 años de edad, en junio de 1931 formé parte de la dotación de Evangelistas, luego de zarpar la nave que efectuó el aprovisionamiento de vituallas técnicas, víveres y combustible el 9 de julio, el jefe del faro sufre un ataque de apoplejía 20 minutos después que la nave zarpa por término de la misión. El faro se abastece cada tres meses, por lo tanto hubo que tomar la resolución de pedir auxilio mediante las señales internacionales. Los intensos temporales de esos días, impiden toda posibilidad de contactar con alguna nave hasta el día 19, fecha en que es posible comunicar con la nave noruega Köll que navega al océano, al ver nuestras señales de auxilio mediante las señales por banderas, rectifica su track de navegación acercándose al peñón, la nave se aproxima a la roca a unos 150 metros, solicitándole de aviso a las autoridades para que evacuen a nuestro jefe de faro, hay buen tiempo, es emocionante observar al capitán y oficiales despedirse y ondeando las gorras y sonando los pitos reglamentarios, mientras nos acercábamos a hablarle al enfermo tratando de que entendiera que se había pedido el correspondiente socorro.

La ciencia por esos años solo pudo restituirle la actividad motora, jamás pudo hablar, unos meses después fallece con la tristeza de no haber podido explicarse la causa de la tragedia que le inutilizó su existencia a los 48 años de edad, cosas del destino.

En el año 1935 formé parte de la dotación del radiofaro de isla Mocha, por esos años el servicio ha modernizado su material técnico y ha formado una red de radiofaros y radioteléfonos a lo largo de su extensa costa. El mes de agosto es favorable para las comunicaciones desde el paralelo 39° al sur del país.

Se mantiene contacto con la nave köll cada vez que navega por nuestras aguas en demanda al Estrecho de Magallanes, siempre con emoción se rememora su disposición para ir en auxilio de Evangelistas de 1931, quizás era la misma dotación del socorro, posiblemente recordando las andanzas y peligros a los cuales están expuestos los hombres que cubren la vigilancia de las rutas navieras en los faros habitados, sin saber quienes van a bordo y hacia donde van.

Mientras el guarda faros que abraza este trabajo, debe renunciar a los hechizos del siglo y concretar su actividad con espíritu de abnegación, sacrificio y estoicismo de su soledad.


Relato hecho en Valparaíso el 19 de septiembre de 1993.