sábado, 12 de enero de 2019

HISTORIAS, CUENTOS Y ANÉCDOTAS DE FAROS DE CHILE, LIBRO 1, PARTE 2

HISTORIAS, CUENTOS Y ANÉCDOTAS DE FAROS DE CHILE

AUTOR: 

GUSTAVO GONZÁLEZ CORTÉS

2018





PARTE 2




UN MARINERO EN APUROS: Ya habían transcurrido varios meses desde mi salida del faro Evangelistas en diciembre de 1978. Mis vacaciones las pasé en la casa de mi madre en Santiago, donde disfruté de un merecido descanso. Casi sin darme cuenta, me vi de vuelta en Punta Arenas para continuar con mis labores y seguir viviendo la etapa normal de un marinero de poca experiencia. Durante este periodo tuve que participar en el proceso de modernización de la Señalización Marítima en el área de Magallanes, esto significaba cambiar todo lo que funcionaba con gas acetileno por un sistema eléctrico/electrónico con alimentación autónoma, y cada estructura de madera o fierro, cambiarla a fibra de vidrio. Para esto fui asignado a un equipo de trabajo liderado por el Suboficial Faz (F.Ds.) Roberto Medina, y compuesto por el Sargento 2º Faz (Sd) Lagos, el Sargento 2º Faz (Cp.) Calderón, el Cabo 1º (F.) Rolando Corrales y como último ayudante yo, el Marinero (Af.F.) Gabriel Gómez Cortés.

El equipo trabajó en diferentes lados y nos trasladábamos en camión, en furgón o en buque. Nuestras tareas eran levantar pilares de 5,5 metros en material de fibra de vidrio para los nuevos faros y estructuras de fierro galvanizado para soportar aerogeneradores del tipo Aerowatt y Dunlite. Además, en los primeros usualmente había que instalar el sistema de iluminación y la fuente de energía. Las unidades a flote que nos llevaban a los lugares donde debíamos trabajar eran el patrullero Lientur, las barcazas Elicura y Orompello, y el remolcador ATA Colo Colo. En este último hicimos muchos trabajos de renovación, no importaba la época que se eligiera del año, en Magallanes siempre hacía frío.

Una faena que quedó muy grabada en mi memoria fue la que hicimos en Islote Bessel, en las cercanías del Seno Unión. A aquel lugar llegamos a construir una de estas torres de fibra de vidrio, la que iba complementada con un fanal eléctrico ZP-20 y una planta de baterías marca Fulguris. Toda la carga se bajó del buque en las chalupas a remo de abordo, los más antiguos se fueron adelante llevando un poco de materiales y las herramientas necesarias para despejar y preparar el terreno donde se erigiría el nuevo faro, un tercio del personal del buque y el más joven, o sea quien escribe, nos dedicamos a trasladar toda la carga que enviaba el Colo Colo hacia el lugar de la faena. Luego hubo que cargar con los sacos de arena, huevillo, sacos de cemento, madera, fierro de construcción, baldes con acelerante, tambores con agua dulce, bolones del lugar, la nueva torre, el fanal, las baterías, el contenedor porta-baterías; en fin, todo fue llevado justo al lado de la antigua baliza ciega.

A esa altura, ya me merecía un buen descanso, eso creía yo, pero según los maestros “la mano de obra joven se repone rápidamente del cansancio”, por lo que tuve que tomar una pala y poner manos a la obra para hacer concreto con el que se iban llenando los baldes concreteros para posteriormente rellenar el cajón de la base de la nueva torre. Una vez finalizada la concretada e instalada la torre, venía el trabajo fino. Este consideraba el armado final de la torre con su aro de seguridad, contenedor de baterías y peldaños de acceso a la parte alta. El fragüe del concreto era rápido así que colocábamos las baterías dentro del contenedor, alguien del equipo conectaba las 6 baterías en serie para obtener los 12 volts necesarios para alimentar el faro, pero aún faltaba lo más importante, instalar y conectar el fanal en la parte más alta, el que debía ser probado. Tenía que ser alguien liviano, ágil y con conocimientos sobre estos equipos, o sea yo,  así que rápidamente miré si las baterías estaban bien conectadas y subí el ZP-20 a su lugar definitivo, probé el sensor fotoeléctrico y esta maravilla de la tecnología moderna comenzó a funcionar, de abordo así lo confirmaban, la faena hasta ese momento concluía exitosamente.

Todo parecía haber terminado pero ahora teníamos que alistarnos para volver a bordo y preparar el próximo desafío, había que llevar todo lo que nos quedaba al buque; madera, fierros, herramientas, tambores vacíos, basura, materiales de construcción y en fin, todo lo que pudiera servir. A medida que iban recalando las chalupas se les subía la carga, los que teníamos botas de agua hacíamos una cadena de trabajo, las cosas eran llevadas al buque, todo era cargar y cargar botes. A estas alturas el cansancio me quería vencer pero había que seguir y ponerle el hombro, ya vendría el momento esperado para descansar, faltaba por cargar 2 embarcaciones más cuando comenzó a salir el viento, el mar se comenzó a levantar, los rizos se hacían más frecuentes, ya no era tan fácil trabajar, a las chalupas les era más difícil volver, la corriente, las olas y el viento eran muy intensos. Afortunadamente los viejos maestros ya iban de regreso al buque, faltaban algunos del Colo Colo y yo. La última embarcación llegó a nuestro lado y nos subimos todos, fue mucho el peso y nos quedamos varados sin poder salir. Tratamos de sacarla con los puños de los remos, pero no se movió ni un milímetro, así es que marinero al agua y a empujar la chalupa, con la ayuda de los bogadores que empleando los remos nuevamente y luego de un gran esfuerzo logramos zafarla dejándome en el lugar, gritos iban y venían, el patrón me indica una roca cercana donde me pasará a buscar para no vararse nuevamente, llegué al lugar indicado con mucha dificultad ya que las rocas estaban todas resbalosas sobre todo porque estaban cubiertas de luche, yo me encontraba totalmente empapado, las botas de goma llenas de agua, pero la actividad mantenía mi cuerpo temperado y no podía reconocer el frío ambiental, trataba de mantener el equilibrio en la roca, los bogadores de la embarcación luchaban por llegar al lugar convenido. A la distancia la tarea se veía ardua, palada tras palada lograron llegar con cuidado cerca de la roca, el patrón me grita que salte al bote, salto que no logró su objetivo, la gente a bordo había dejado de remar y el viento me alejó de la embarcación, caí al mar sin apelación, no logré ni rasguñar las maderas, la chalupa se alejó unos metros de donde me encontraba, y esta vez no logré dar pié con el fondo y me era muy dificultoso desplazarme, la ropa de abrigo empapada y las botas de goma inundadas hacían de peso muerto. El lugar tenía entre tres a cuatro metros de profundidad, era muy trabajoso mantenerse a flote, la chalupa avanzaba muy lentamente, esos minutos eran eternos el agua tendía a sobrepasarme y fue entonces cuando sentí el frío intenso y no pude mantenerme a flote, pero tuve un momento de lucidez que me permitió  tomar aire, el mar me arrastró hacía el fondo, el frío me impedía reaccionar, mis manos, la cara, los labios y orejas eran lo que más sufría, traté de sacarme parte de la ropa bajo el agua, lo cual fue imposible, el chiporro de la ropa de abrigo me jugaba en contra, de repente algo se engancha en el gorro de mi chaqueta y me impulsa a salir del agua, dejándome caer de inmediato junto a un chasquido. Alguien a bordo logró sacarme unos segundos hacia la superficie, suficiente para tomar aire nuevamente, la pala del remo se había quebrado con mi peso, y por lo mismo volví a sumergirme y con más peso, para mi fortuna este movimiento me dejó al alcance de otro de los tripulantes de la embarcación que con el bichero me engancha y arrastra hacia el costado de la embarcación, donde entre todos los que allí estaban, me levantaron y subieron abordo con mucha dificultad debido al peso que arrastraba. Me preguntaron como me sentía a lo cual respondí que me encontraba en buen estado y sin inconvenientes, salvo el susto del momento vivido, así es que a remar se ha dicho, había que llegar a bordo lo más pronto posible, me aferré a la empuñadura del remo más cercano, el susto ya había pasado, sólo quedaba el cansancio y el frío.



Entre tiritones remamos con dirección al buque, el ejercicio me hizo entrar en calor, así es que cuando amarramos al costado del Colo Colo descargamos los materiales que llevábamos, subimos a la cubierta, el jefe del grupo de trabajo, Suboficial Medina sin enterarse de lo sucedido, me indica “Gómez descanse y coma algo porque en cuatro horas más llegaremos al próximo faro”. Como estaba empapado, me acerque al lugar donde se dejaba la ropa mojada sobre la caldera del buque (los bretes), vacié de mis botas el agua y me dejé caer, necesitaba abrazar un poco de calor. Cuatro horas después tocaban repetido para bajar a un faro nuevamente, estaba seco y recuperado para volver al trabajo que venía, uno de los tantos faros del track norte de la ruta de navegación comercial.

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            AUXILIO EN EL AÑO 1931: Los islotes Evangelistas fueron descubiertos por Hernando de Magallanes el 1° de noviembre de 1520, cuando inició el primer viaje alrededor del mundo al servicio del Rey de España, zarpó del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519, con el propósito de llegar a Las Molucas por el oeste, estas islas conocidas como de las especies, descubrió este paso que bautizó de Todos los Santos por ser la celebración de la iglesia católica ese día, cruzándolo y  llegando a las Filipinas donde murió a manos de los indígenas, su piloto Sebastián de Elcano continua viaje en la nave Victoria, recalando a España en 1522.

            Guillermo Cornelio Shouten y Jacobo Le Maire, ambos holandeses, descubrieron el Cabo de Hornos en 1618. La noticia del descubrimiento de este nuevo paso al sur del Estrecho de Magallanes, motivó a los Reyes de España para aprestar rápidamente una flotilla para su reconocimiento, designando al mando de esta expedición a Bartolomé García Nodal en la nave “Nuestra Señora de Atocha” y a su hermano Gonzalo Nodal a cargo de la nave “Nuestra Señora del Buen Suceso”, zarpando un 27 de septiembre de 1618 del puerto de Lisboa. Al término de su viaje en julio de 1619, realizaron sendos informes, uno dirigido al Rey y el otro al Real Consejo de las Indias, en donde entre otras cosas mencionaban haber bautizado como “Los Evangelistas” a las rocas que están a la salida del Estrecho de Magallanes, al parecer en honor a los 4 evangelistas del Nuevo Testamento quienes escribieron la vida de Jesucristo y que fueron: San Marcos, San Mateo, San Lucas y San Juan. Con la expedición de los Hermanos Nodal, se inicia la época de las expediciones científica o simplemente comerciales. A este respecto, el Derrotero de la Costa de Chile, solo indica que fueron los primeros navegantes españoles, los que denominaron a este grupo de rocas como “Evangelistas”, no especificando quien fue el que lo bautizó con esta denominación.

Sobre el islote San Mateo se erigió la construcción del faro en 1896, llamándolo “Islotes Evangelistas”, construido por el ingeniero escocés George Slight, contratado por el gobierno de Chile para llevar a cabo esta difícil obra, donde encontró debido a la topografía del peñón, piedra de granito, rocas escalpadas con altura superior a los 60 metros sobre el nivel del mar, la construcción de la casa tiene forma ovalada para favorecer a soportar los embates de los temporales de 80 a 100 Kms. por hora que azotan la zona.

El aparato lenticular lo forma una jaula de 1,8 metros de diámetro con zonas catóptricas y 12 lentes que giran abarcando una gran zona de luminosidad visible a 30 o 40 Kms.

El observatorio meteorológico realiza observaciones tres veces diarias, las que se retransmiten por radiotelegrafía a la central en Santiago.



El peñón en sí, es un centinela que los cataclismos de la época han regalado al país y por lo tanto al ser humano, es como un centinela de la entrada oeste del Estrecho de Magallanes en el Océano Pacífico, como lo es Punta Dúngeness en el Atlántico.

En mi carácter de empleado de faros ingresado al servicio en 1928 con solo 18 años de edad, en junio de 1931 formé parte de la dotación de Evangelistas, luego de zarpar la nave que efectuó el aprovisionamiento de vituallas técnicas, víveres y combustible, el 9 de julio el jefe del faro sufre un ataque de apoplejía, 20 minutos después que la nave zarpa por término de la misión. El faro se abastece cada tres meses, por lo tanto hubo que tomar la resolución de pedir auxilio mediante las señales internacionales. Los intensos temporales de esos días, impiden toda posibilidad de contactar con alguna nave hasta el día 19, fecha en que es posible comunicar con la nave noruega Köll, que navega al océano, al ver nuestras señales de auxilio mediante señales por banderas,  rectifica su track de navegación acercándose al peñón, la nave se acerca a la roca a 150 metros, solicitándole de aviso a las autoridades para que evacuen a nuestro jefe de faro, hay buen tiempo, es emocionante observar al capitán y oficiales despedirse y ondeando las gorras y sonando los pitos reglamentarios, mientras nos acercábamos a hablarle al enfermo tratando de que entendiera que se había pedido el correspondiente socorro.

La ciencia por esos años solo pudo restituirle la actividad motora, jamás pudo hablar, unos meses después fallece con la tristeza de no haber podido explicarse la causa de la tragedia que le inutilizó su existencia a los 48 años de edad, cosas del destino.

En el año 1935 formé parte de la dotación del radiofaro de isla Mocha, por esos años el servicio ha modernizado su material técnico y ha formado una red de radiofaros y radioteléfonos a lo largo de su extensa costa. El mes de agosto es favorable para las comunicaciones desde el paralelo 39° al sur del país.

Se mantiene contacto con la nave köll cada vez que navega por nuestras aguas en demanda al Estrecho de Magallanes, siempre con emoción se rememora su disposición para ir en auxilio de Evangelistas de 1931, quizás era la misma dotación del socorro, posiblemente recordando las andanzas y peligros a los cuales están expuestos los hombres que cubren la vigilancia de las rutas navieras en los faros habitados, sin saber quiénes van a bordo y hacia dónde van.

Mientras el Guarda Faros que abraza este trabajo, debe renunciar a los hechizos del siglo y concretar su actividad con espíritu de abnegación, sacrificio y estoicismo de su soledad.

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INGENIO DEL FARERO: Tras 14 años de arduo trabajo iniciado el 1° de septiembre del año 1900, el 1° de noviembre de 1914 se inaugura el faro Cabo Ráper que une la península de Tres Montes con Puerto Slight.

Esta construcción consideró una línea férrea finalizada en 1913, con una extensión de 7.500 metros en trocha angosta, sobre la cual corría un trencito compuesto de varios carros planos arrastrados por una pequeña locomotora. En este pequeño tren se hacía el traslado de los víveres y bultos para la gente del faro, aproximadamente en el año 1921 la máquina se estropeó, y desde esa fecha hasta el año 1933, el transporte de víveres y enseres se hacía sobre los carros, pero arrastrados o empujados a mano. Hoy en día, con el tren descompuesto y los continuos rodados sobre la ruta, el transporte de carga es hecho con la ayuda de un pequeño carro arrastrado por una pala frontal bobcat, además de una carreta tirada por bueyes y dos caballos.

A más de 150 años Ráper mantiene la tónica para el traslado de carga, variando las máquinas de apoyo, sin embargo ese periodo de 1987 se cruzaron varios imponderables para la dotación fresca que relevaba, la máquina había fallado y se llevaba a la ciudad para mantención, la carreta tenía la pértica rota y no se podía usar con los bueyes, quedando los caballos para los trabajos de traslado de carga, pero existía otro problema mayor, de la dotación entrante ninguno tenía conocimientos de campo o de tareas con animales, por lo que hubo que emplear el ingenio que caracteriza a los especialistas en faros de la Armada de Chile para dar solución a estos inconvenientes.

Lo primero fue recuperar la carreta cambiando la pértica para dejarla operativa, con esta lista los bueyes empezaron a trabajar con el traslado de la carga hasta el faro, el camino no es parejo y esto hace que el viaje sea más lento de lo normal, cosa que impacientaba al jefe de faro que sin medir consecuencias apuraba a los animales. El poco conocimiento de campo jugó en contra a la hora del enyugado, el apriete no era el adecuado para el arrastre de la carreta con carga, por lo que a uno de los bueyes se le soltó un cacho del cual sangraba con dolor, hasta ahí llegó el trabajo de la yunta de bueyes, había que buscar una solución.

En las instalaciones había un buey grande que no podía hacer pareja con ninguno de la yunta por tener una alzada mayor a la de ellos, también había un eje y dos ruedas con llantas en desuso, partiendo de ahí se armó una nueva carreta, el bosque proporcionó dos pérticas y una picana de luma, las coyundas se sacaron de un cuero viejo que se sobó en los fierros del faro para hacerlo más dúctil y fácil de trabajar, el yugo para un animal y el buey era lo único que había en el faro. La improvisada carreta de un tiro se utilizó y solucionó durante todo el período de aislamiento el traslado de la carga de Ráper.



En cuanto al uso de los caballos, esto fue menos complicado, ya que si no se podía colocar la montura, por no saber cómo, con las riendas y un saco bastaba para montarlos y viajar al puerto.

Ya acomodado y funcionando en la casa del faro los más jóvenes se empiezan a nutrir de los conocimientos de los más antiguos, estos le enseñan a alimentar a los animales, a colocar las riendas y monturas a los caballos, arrear los vacunos y prepararlos para la mañana siguiente, separando los terneros de las vacas y así sacar un poco de leche para el consumo y de vez en cuando para confeccionar queso, limpiarles y sanarles sus heridas, herrar los caballos y cortar pezuñas.

Ese año 1987 quedó grabado en la mente de aquel joven que integrara la dotación, Hernán Arias Vicencio un joven citadino que por primera vez era alejado de las grandes comodidades de la ciudad, recibió la experiencia de su jefe de faro y de los demás ayudantes, comprobó además que ante la necesidad el ingenio es un buen aliado para dar solución a los problemas.

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ESCUELA DE FAROS: El 17 de julio del año 1899 abrió sus puertas la “Escuela de Aspirantes a Empleados de Faros”, la cual fue fundada por iniciativa del Director del Territorio Marítimo, Capitán de Navío Don Arturo Fernández Vial, iniciando sus clases en las dependencias de dicha Dirección con 10 alumnos inscritos. El plan de estudios se efectuaba en 45 días, el programa preparado era desarrollado en un tiempo asignado para la enseñanza de 100 horas lectivas, en el cual se consideraba instruir al personal en el correcto funcionamiento y manejo de los faros, el utilizar estaciones para el conocimiento de la meteorología de la costa, el servicio de las comunicaciones por medio de señales y palomas mensajeras.

Sus primeros instructores fueron el Teniente 2° de la Armada, Don Luis Cadiz, con los ramos de Meteorología y Señales; Don Guillermo Tylor, con Palomas Mensajeras y el Guardián de Faros de Punta Carranza Don Enrique Dupouy a cargo de la instrucción de Aparatos de Iluminación y el área de Administración.



El aprendizaje total se componía de cuatro ramos técnicos y uno administrativo de acuerdo a los siguientes contenidos:

a) Aparatos de iluminación.
- Lámparas en uso con plano explicativo.
- Ideas generales para concentrar las fuerzas de la luz.
- Mecanismos de rotación.
 b) Instrumentos meteorológicos.
- Barómetros fortín y aneroide.
- Termómetros de aires, máxima y mínima.
- Psicrómetros.
- Pluviómetro.
- Anemómetro.
- Aparatos magnéticos.
- Teléfonos.
- Reloj.
- Telescopio.
c) Señales.
- Palos de señales, conservación.
- Libros de señales.
- Señales luminosas.
- Plan de señales, nacionales e internacionales.
- Servicio de vigías.
d) Palomas mensajeras.
- Instalación y conservación.
- Adiestramiento gradual de las palomas.
- Cuidado e higiene de las aves.
- Mensajes, confección y aplicación.
- Protección a las palomas.
e) Administración.
- Reglamentos y leyes.
- Manejo de los artículos de consumo y repuesto.
- Otras disposiciones sobre el servicio de los faros.

El sistema de enseñanza de las materias era del tipo conferencias, los profesores utilizaban de apoyo para ello, dibujos y gráficos explicativos y entregando al final de la clase, un reparto con el sumario de las materias tratadas y los dibujos necesarios para la comprensión de las mismas. El alumno aspirante debía presentar al final de la clase en forma escrita la lección y los dibujos que fueron enseñados verbalmente.

Para presentarse al examen de los conocimientos adquiridos en los cursos, el alumno debía haber obtenido notas medias no menor de 6 sobre un máximo de 10, las que  se sumaban, el resumen de las notas obtenidas por el aspirante, más la combinación de las notas de los trabajos propuestos como pruebas, todo esto promediaba la nota final obtenida para presentación a examen.

Los requisitos que debían cumplir los futuros alumnos para ingresar a la escuela de Aspirantes a Empleados de Faros, eran los siguientes:

1.-   No ser mayor de 30 años ni menor de 18 y poseer constitución física compatible con la vida de mar.
2.-   Tener buena letra y ortografía, saber las 4 operaciones de la Aritmética y el Sistema Métrico Decimal.
3.-   Certificado de buena conducta de los colegios en que se haya educado, o de las casas en que hubiere estado ocupado.
4.- Tendrán preferencia en los cursos los mecánicos, maestre de señales y timoneles de la Armada que se hayan retirado con buena licencia.

Hasta el año 1902 se habían efectuado 7 cursos con un total de 108 alumnos, de los cuales 67 fueron aprobados sus exámenes, quedando listos para ocupar un cargo en alguno de los puestos de faros de la República tales como: la Sub-Inspección de faros de Magallanes, Guardián o, Ayudante de faros y el taller de la Dirección.

Con el tiempo los frutos que producía el establecimiento se podían conocer, tomando en consideración los gastos de reparación del material de faros, los cuales disminuyeron considerablemente luego que los alumnos egresados comenzaron a ocupar los puestos de Guardianes o de Ayudantes de Faros, reemplazando a aquel personal que no estaba suficientemente preparado para el servicio.

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El ABUELO: Antaño los equipos que eran conformados para dotar con personal a los faros habitados estaban compuestos de por lo menos 4 personas, esto con el fin de organizar sin inconvenientes los roles de guardia, cocina, mantenimiento y partida de traslado de carga, para entregar un servicio eficiente a los navegantes que soliciten apoyo durante su navegación por las rutas cercanas, faro Ráper no era la excepción, por otra parte, el periodo de tiempo por el cual se iba la gente a cumplir estas y otras tareas era de 6 meses a 1 año, por lo cual la rotación de estas dotaciones era parcializada y siempre se mantenía personal con la experiencia del funcionamiento de las instalaciones, tales como equipos de comunicación, motores y además la ubicación de las cosas.

El año 1979 la dotación estaba compuesta por cuatro especialistas fareros el S1° Elías Vera Droguett, el C1° Blas Rosas Delgado, el C2° Ricardo Gallo Rojas y el Marinero Nelson Millar Vergara.

Ese año el abastecimiento de Ráper se hizo a través de un buque de la Armada, el que recaló a Puerto Slight desde Punta Arenas luego de 4 meses del último reabastecimiento, por lo que todo el combustible, gas, elementos de construcción, víveres y elementos personales fueron almacenados en una bodega que para tal efecto hay en el puerto y que debía trasladarse durante el periodo hacia las instalaciones del faro distante 8 kilómetros.

El jefe de faro tenía dispuesto que solo una vez a la semana había que realizar el viaje para trasladar una parte de la carga hacia el faro en la carreta tirada por bueyes disponible para ello, esto debido a que el camino estaba en malas condiciones y con demasiadas piedras filudas que dañaban las patas de los animales de tiro, que por lo demás no estaban herrados.

Como una forma de identificar a estos nobles animalitos trabajadores comúnmente se les coloca algún nombre, en este caso los llamábamos como el  “Abuelo” y el “Colorado”, eran unos hermosos y grandes bueyes de raza mezclada que pesaban unos 800 kilos cada uno, de andar cansino y con mucha fuerza cuando se les enyugaba debidamente, esto significa que las correas que los atan al yugo deben quedar muy firmes y sin juego para no dañar sus cachos ya que de esa forma deben arrastrar la carreta con carga.

Aquella semana hacía buen tiempo por lo que en la tarde se fueron a buscar los bueyes para dejarlos cerca de la casa en una vega alrededor de la antigua línea férrea, de esta manera se aseguraba que los animalitos estuvieran en los alrededores para enyugarlos y realizar viaje a Slight con las primeras horas de la mañana, ellos siempre intuían cuando iban a ser ocupados para trabajar, por lo que hacían lo posible para esconderse en las espesuras del bosque o en una quebrada, siempre buscaban lugares poco visibles para el ojo.

Los instrumentos de la estación meteorológica durante la noche indicaban que el tiempo se mantendría en buenas condiciones para el día siguiente, el barómetro subía lentamente y el Cabo Gallo así lo notó cuando envió por radio el informe de las 07:00 horas a Punta Arenas, por lo que cuando estuvo desocupado bajó a la vega en busca de los bueyes, grande fue su sorpresa cuando encontró al “Abuelo” metido en tierras pantanosas con las patas hasta más arriba de las rodillas y sin poder moverse del lugar, rápidamente el Cabo Gallo volvió a la casa para dar la novedad al jefe Vera quien ordenó ir en ayuda del pobre animal, todo el personal bajo a la vega con herramientas para ayudar a sacar al pobre Abuelo del lugar donde se había metido, se aceptaban ideas, se amarró a los cachos una cuerda para tirarlo, algo que no resultó, la fuerza de las personas no era suficiente, con palas se sacaba el lodo y el agua que lo inmovilizaba, pero así como se sacaba se volvía a inundar, junto al barro también habían restos de madera que hacían más difícil la labor de rescate, el Marinero Millar que era hábil para el hacha, entró en acción cortando con un hacha de mano aquellos maderos que inmovilizaban al Abuelo, unos tiraban mientras otros empujaban al animal, el buey no se movía del lugar, era como si estuviera amarrado al lodo, más encima con las horas comenzó a mostrar cansancio y frío, con la ayuda de la gente era imposible sacarlo y el faro debía seguir funcionando.


Cerca de las 2 de la tarde, el jefe de faro viendo la complejidad del rescate y los nulos resultados, decide sacrificar al pobre animal de un tiro y ordenó a uno de los ayudantes ir en busca del fusil con munición suficiente, esto fue como un balde de agua fría para todos, habíamos hecho mucho esfuerzo para sacar a nuestro buey de ese lugar, toda la dotación sabía que la única forma de trasladar la carga era con la carreta, y esta funcionaba con la yunta de bueyes amaestrados para esta función, en el faro no había otro buey que lo pudiera reemplazar, abuelo no tenía reemplazo, se planteó esto al jefe quien manifestó que tampoco podíamos dejar que el animal muriera sufriendo, el Cabo Rosas le entregó el fusil al jefe, mientras la dotación clamaba por una nueva oportunidad para el Abuelo, el jefe fusil en mano se acerca al buey, le toma una de sus orejas y cual padre a un hijo le comienza a dar un sermón al oído “mira Abuelo…, hemos estado toda la mañana y parte de la tarde tratando de sacarte de este lugar..., cada rato que pasa te hundes más..., te hemos amarrado al Colorado para que te pueda ayudar a salir y no has podido…, mira abuelito esto es un fusil, si tu no sales de este lugar tendré que sacrificarte,… lo más probable que terminemos comiéndote, porque tampoco te vamos a dejar morir de frío en este lugar,… te queremos,… eres parte de nuestro equipo y tú sabes que te necesitamos, si no sigues con nosotros ¿Quién va a traer la carga de Puerto Slight?,… mira Abuelo coloca todo tu empeño y fuerzas ahora porque te daré una última oportunidad,… si sales de esta te daré 15 días de permiso en el puerto para que recuperes fuerzas y así volver al trabajo…, ¿Qué te parece?”, mientras el jefe le hablaba a la oreja el pobre animal abría sus ojos cansados y profundos, le miraba como si comprendiera sus palabras.

Bueno ultima oportunidad para el Abuelo, dijimos todos, acercamos al buey Colorado y lo amarramos a él, tratamos de despejar lo más posible el camino de salida, amarramos cuerdas, hasta el jefe soltó el fusil para ayudar, nos encomendamos al altísimo y entre empujones, tirones y gritos el viejo Abuelo de a poco fue avanzando hasta lograr salir del lodo que lo aprisionaba, medio tambaleante lo guiamos hacia el camino para que, junto al Colorado tomaran rumbo al puerto en donde se alimentarían de pastos tiernos y se tomaría un buen descanso.

El Sargento Vega cumplió su palabra, el Abuelo llegó a Puerto Slight junto a Colorado, pasaron 15 días descansando, cuando les fuimos a buscar la yunta pastaba, a la distancia el Abuelo se veía recuperado, el Marinero Millar al cortar la madera que lo aprisionaba en el lodo, le ocasionó varias heridas que con el correr de los días fueron sanando, la yunta de bueyes volvió a vestirse de faena y comenzaron su labor de traslado de la carga desde el puerto al faro Cabo Ráper.

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Del autor:
Estas historias y cuentos son reales, sin embargo, algunos nombres y lugares han sido cambiados para proteger la identidad de sus verdaderos protagonistas.

Colaboradores:

-     Guardián de Faros                  Victor Grendi Saavedra (Q.E.P.D.)

-     SO (F.) ®                                   Ricardo Gallardo Rojas

-     SO (F.) ®                                   Edgardo Zurita Jara

-     SO (F.) ®                                    Jorge Bennedeti Saint-Jean

-     SO (F.) ®                                    Eduardo López Caamaño

-     SO (F.) ®                                    Henry Arriagada Vicencio

-     S1° (F.) ®                                    Blas Cortez García

-     S1° (F.Mc.Eln.)                           Roberto Araneda Torres

-     E.A.C. Dibujante                        Ronald Ulzurrún Macías

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HISTORIAS, CUENTOS Y ANÉCDOTAS DE FAROS DE CHILE, LIBRO 1, PARTE1

Acá les dejo algunas historias, cuentos y anécdotas relatadas o escritas en borradores y compartidas por amigos y compañeros de trabajo que generosamente me hicieron llegar en alguno de nuestros encuentros en el transcurso de la vida, espero y se que varios de mis lectores descubrirán a los protagonistas y se entretendrán con estos relatos, evocarán los viejos tiempos vividos en aquellos lugares, como así también recordaran a aquellos amigos que nos entretenían con sus conversaciones durante los largos turnos en los faros de nuestro país.




HISTORIAS, CUENTOS Y ANÉCDOTAS DE FAROS DE CHILE

AUTOR: 

GUSTAVO GONZÁLEZ CORTÉS

2018



PARTE 1




BUQUE EXTRANJERO: Tonino era un chofer que se fue a faro Ráper con el nuevo tractor Valmet en septiembre del año 1992, no era mucho lo que había que manejar, así que hubo que considerar meterlo a la guardia diaria, nada sabía del uso de las comunicaciones y la meteorología, por lo que la tarea era enseñarle ambas cosas.

La meteorología le costaba mucho por lo tanto todo se debía revisar antes de despachar, no importaba la hora a la una, las cuatro u once de la mañana, iba al camarote o donde hubiese alguien para que le revisasen la información que había reunido para la observación y luego lo despachaba. Durante todo el periodo fue así y nunca pudo hacer el informe meteorológico solo, en cuanto a las comunicaciones, siempre había alguien que se las atendía.
           




Un día se nos ocurrió con Manuel el último ayudante, hacerle una broma en comunicaciones, por lo que tomamos un VHF portátil y comenzamos a llamar al faro en inglés, simulando un buque, en principio nos llamó pidiendo ayuda y ver si el llamado era para el faro, lo que le confirmamos y tu estas de guardia por lo que atiéndelo para que aprendas, viendo que nosotros no queríamos ayudarlo, acudió a Carlos otro de los ayudantes que también le negó la ayuda, a esta altura estaba muy nervioso y sudado, desesperado se fue donde el jefe de faro, quien sin pensarlo parte llamando para contestar al supuesto buque, la broma llegó hasta ahí, con el jefe no se podía bromear.
Jefe era una broma para el Tonino, el chofer recién ahí se relajó.

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EL GRAN MENTIROSO: Eduardo Zurita, un antiguo jefe de faro, contaba que estando en Cabo Ráper un día se fue solo a Puerto Slight, era invierno y decían que en esta época del año arriba en la montaña se cubren las cumbres y planicies de nieve, los pudú al no encontrar pasto bajan a las laderas de los cerros y algunas veces al plan, como la península Tres Montes es continental, también hay pumas, por lo que ellos bajan tras su alimento los pudú. Zurita en esa oportunidad, llevó el fusil con varias cargas de balas además de la fornitura con el yatagán, por precaución en el caso de encontrar al león americano, ya en el puerto decide probar puntería y guarda una bala para la vuelta si fuera necesario.

Iba saliendo del bosque cuando a lo lejos y sobre el camino, observa que había dos pumas adultos y hambrientos atentos a los pasos de Eduardo que hago pensó, si corro me pueden seguir, las balas me las gasté probando puntería y solo queda una, fue en ese momento que aplicó sus conocimientos de armamento, según él, tomó el yatagán y lo colocó firmemente en un árbol con el filo hacia su cuerpo, calcula el ángulo necesario para que la bala que le quedaba en la recamara del fusil tocara medio a medio en el filo del yatagán, la dispara dividiéndose en dos hiriendo a los pumas que salieron despavoridos, todavía no puedo creer la técnica y la precisión. Cuenta Eduardo que luego de esto sacó un cigarro para fumar sentado a la vera del camino y pasar el nerviosismo del momento, para después seguir camino al faro. No es por nada amigo, pero creo que hay que “ver para creer”.





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EL MAESTRO PANADERO: Durante el año 1978, Blas Correa García, siendo Cabo 2° (F.) fue designado jefe del faro Islotes Evangelistas, sus ayudantes eran el Cabo 2° (F.) Juan Rozas Placencia, y los Marineros (Af. F.) Gabriel Gómez Cortés y Luis Verdejo Galleguillos, estos últimos con nula experiencia en faros, por lo que una vez llegaran a la roca, había que prepararlos rápidamente en meteorología, comunicaciones, motores y alimentación para meterlos al rol de guardia, por lo pronto los servicios estarían a 2 turnos de 24 horas cada uno.

Juan Rozas se encargó de instruirlos en meteorología y comunicaciones, Blas Correa que se consideraba un maestro del pan, asumió la función de enseñar la técnica para obtener un pan blando y esponjoso, los alumnos, los marineros motes.




Por ese tiempo llegó por primera vez dentro de los víveres el Aguardiente de Linares, licor con un agradable aroma y sabor a uva, así que era necesario probar si el sabor no era tan malo como la grapa, esta última usada como alcohol para limpiar las heridas en los faros. A la primera copa el jefe Blas se puso más alegre y conversador, paralelo a esto dio inicio a la instrucción para la confección del pan, los ingredientes se unieron y se comenzó a dar forma a los bollos, entre tanto Blas seguía degustando el rico licor, a los pocos minutos el pan estaba listo para leudarlo y posteriormente cocerlo.

Al cabo de 2 horas, ingresó la primera bandeja al horno de la cocina, que luego del tiempo necesario se sacó, ¡Oh sorpresa!, a la masa le faltó la levadura y por supuesto el primer pan quedó tan duro que solo servía para jugar a la rayuela con él.

La enseñanza de este frustrado intento, es que hay que preparar primero el cajón con barro para dar buen uso a los tejos en un campeonato de rayuela. El maestro panadero agotado de tanto amasar y degustar, optó por dormir una siesta y los marineros, según él, quedaron instruidos y listos para debutar en la amasandería.

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CAMARADERÍA EN LA FRONTERA: El faro Cabo Espíritu Santos está ubicado en tierras patagónicas, geográficamente al Sur de la boca oriental del Estrecho de Magallanes en Chile. Al lado del citado faro, se encuentra una repartición de la Armada Argentina, ambas separadas por aproximadamente 30 metros entre sí y por la alambrada que señala claramente la frontera entre ambos países en el hito 1 de la Patagonia.

Corría el año 1985, el permanente y fuerte viento que azota las tierras patagónicas cortó la driza que sostenía la enorme bandera del puesto de vigía Argentino, izada en un grueso mástil de 8 metros de alto, cayendo al suelo.

Nuestros hermanos argentinos hacían esfuerzos infructuosos tratando de volver a colocar la driza en el mástil, el intenso viento patagónico y el frío les impedía, volver el pabellón a su lugar, tenían una lucha casi imposible ante la falta de medios, frente a ellos el pequeño pabellón chileno para vientos, diseñado para este tipo de ambientes, flameaba con fuerza y gallardía sin cesar día y noche en su posición, mostrando algunas hilachas que el viento se encargaba de enredar, con su ajada apariencia y flamear constante señalando orgullosamente tierra chilena.




El personal argentino trataba de subir por el mástil, del mismo modo como se sube al palo encebado, con la driza entre los dientes una y otra vez para poder pasar por el rolete sin lograr el objetivo, al ver esta situación salimos y les ofrecimos a viva voz, ¡¡Eh che!!, ¿les prestamos escalera?, …..Bueno Che, se escuchó aceptando nuestro ofrecimiento.

Con el beneplácito de ellos y la ayuda que llevábamos cruzamos la alambrada, nuestra escalera, cordeles para hacer firme esta y driza nueva, nos saludamos cordialmente y comenzamos a trabajar, ante el fuerte viento reinante unimos nuestros esfuerzos y luego de luchar con el tiempo logramos volver a su ubicación la inmensa y pesada bandera celeste flameando nuevamente en el vetusto mástil.

En agradecimiento a nuestro desinteresado apoyo, los hermanos argentinos nos invitaron a compartir un exquisito asado patagónico, “regado por algunos mostos” de origen transandino, ese día conversamos amenamente, logrando entablar una muy cordial y sincera amistad, de ahí en adelante la actividad se repitió en ambos lados de la reja por varias ocasiones.

Estar aislado haciendo Patria en un lugar tan remoto como la frontera en la Patagonia, sin dejar de lado las funciones que están dispuestas, no es impedimento para tender una mano a quien lo necesite y por supuesto compartir un rato de esparcimiento estrechando lazos de amistad entre países hermanos.

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            TATOS MEN (Zapatos también): Era viernes en la tarde y la mañana había sido muy agotadora con faena de cadenas y acumuladores que terminó muy tarde, hubo que hacer espacio y estibar las cadenas en otro sector para hacer lugar a los acumuladores que llegaban en el remolcador que recaló durante la tarde, después de casi un mes de navegación tras haber efectuado las tareas de mantenimiento y recambio a los faros automáticos, eran más de 200 botellas que llegaron y el trabajo fue largo y muy cansador.

Los más jóvenes y solteros durante la faena se ponen de acuerdo para salir más tarde a beber unas copas, conversar y relajarse un poco, Jorge que no era del grupo atento a la conversación decide participar un rato con ellos.

La salida comienza con el típico toque y despegue previo de los fareros, donde el amigo Segundo, donde además se agregó un plato de comida para luego seguir en otro lugar, entre conversación y conversación, historias de navegación y aislamientos nos internamos en la noche, los locales se cerraban al consumo de bebidas, Jorge ya de madrugada y con unas cuantas copas en el cuerpo, decide no volver a su casa debido al estado de embriaguez y acompaña a los solteros al dormitorio dispuesto para ellos, no todos volverían, todo queda cerca y el grupo decide ir caminando a través del centro de la ciudad.
Durante el trayecto las bebidas ingeridas comienzan a hacer efecto y aceleran las ganas de descansar y dormir, algunos siguen sedientos y deciden seguir bebiendo, en cambio otros quieren bailar, locales nocturnos en la ciudad hay para todos los gustos, estos últimos se separan del grupo, por lo que Jorge quedó sólo, sigue rumbo a los dormitorios y a la altura de la plaza de la ciudad se sienta a descansar un rato en uno de los bancos, casi enseguida el cansancio lo vence y se queda dormido, era de madrugada por lo que el tránsito peatonal era escaso a esa hora.

La época y la hora no es impedimento para que se presente el dueño de lo ajeno, viendo que el curadito se queda dormido, se acerca un par de individuos a mirarlo de cerca y para no levantar sospechas lo acomodan en el banco amistosamente, le sacan el dinero dejándole los documentos, la chaqueta de cuero que estaba en muy buen estado también se la llevan, los maleantes estaban terminando de desvalijar a Jorge cuando este despierta con mucho esfuerzo, creyendo que se encontraba en su casa y que su esposa amorosamente lo estaba acomodando en la cama sacándole la ropa, ante lo cual le pide que también le saque los zapatos para no ensuciar las sábanas, los ladrones escuchan a Jorge decir:….”Tere tatos men”….”Tere tatos men”….”Tere tatos men”, a esa hora el alcohol había hecho efecto en el organismo y apenas lograba terminar las palabras, que quiere este gallo que no le entiendo, decía uno de los delincuentes, parece que está pidiendo que le saquemos los zapatos también, miraron el calzado que tenía Jorge y encontraron que estaban en buen estado y poco uso, por lo que  también pasó a formar parte del botín, con todo lo que lograron y amparados por la oscuridad se fueron del lugar desapareciendo en la noche. Jorge se quedó dormido cómodo y plácidamente.



Estaba amaneciendo y el frío de la mañana se hace presente, la embriaguez estaba en franca retirada, Jorge no se encontraba en su casa como presumía, al parecer había soñado, no estaba en su cama, no tenía la chaqueta de cuero y los zapatos habían desaparecido, tenía los documentos pero no había dinero. Se levantó de donde estaba tiritando y tomó rumbo a su casa para reponer el cuerpo y dormir realmente en su cama, su esposa Teresa había salido temprano y tampoco estaba en la casa, por lo que nunca se enteró de lo sucedido hasta hoy.

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HASTA SIEMPRE PAPÁ: Desde el día en que abrazan la especialización en faros en la Armada de Chile, a los jóvenes que integran el curso se les recalca que en este trabajo se van a perder momentos importantes de sus vidas; el nacimiento de un hijo, el primer día de clases, algún cumpleaños, una enfermedad o la partida de un ser querido, por lo que deben estar preparados para estos acontecimientos si ocurren y así los efectos sean menores.

Aquel día sábado 17 de abril del 2004, el faro Evangelistas amaneció con un temporal desatado, las comunicaciones se recibían con interferencias, afuera de la casa se escuchaba como se azotaba el viento contra las paredes de la casa y el retumbar de la rompiente al chocar con las grietas del peñón, todo hacía presagiar un día sin poder salir a trabajar y por lo tanto solo se podría realizar mantención interior, la nube negra del exterior se reflejaba con tristeza hacia el interior.

Ese día Edgardo López, Jefe del Faro, recibe un llamado radial (QRJ) de su hermano Alonso, también marino, que por ese tiempo residía en Puerto Williams, por la condición de aislamiento, le conversa con mucha delicadeza sobre su padre que estaba muy frágil de salud, como presintiendo un mal desenlace le cuenta que tenía intenciones de ir a verle a Talcahuano.



El trabajo responsable en soledad y el estar a cargo de personal, va templando el carácter del personal de faros, fortaleciendo su actuar en la soledad de los faros y en los momentos que se deben tomar decisiones o prestar una palabra de apoyo para los más jóvenes, el Jefe tiene que convertirse en líder guiando al equipo de personas que lo acompañan en la principal labor encomendada en un faro, la de salvaguardar la vida humana en el mar.

Pasaron los días y a las 07:30 horas del día miércoles 22 de Abril, el jefe de faro era requerido a través de la radio por sus hijas, quienes le informan que su Tata, su padre, don Edgardo López Rosales (Q.E.P.D.), había dejado de existir en la madrugada, señalándole que durante la noche se quedó dormido y su sueño se había prolongado sereno y tranquilo.



El corazón se acongoja y se aprieta porque desearías estar junto a tus hijas y haberte despedido de tu viejo, pasan muchos recuerdos por la mente, unos tras otros, la tristeza y la nostalgia te invaden pero la vida debe continuar y hay que sobreponerse a estos momentos difíciles, una familia te espera allá lejos en la ciudad y en ese instante estas cumpliendo con tus labores de jefe de faro, no estás solo, tiene a cargo una repartición que hacer funcionar y un grupo de jóvenes ayudantes que guiar que de una u otra forma, indirectamente, están recibiendo lecciones de vida.

Personas de diferentes rangos y de distintas latitudes, le hacen llegar sus muestras de apoyo, afecto, fuerza y consuelo por la pérdida del ser querido. Es aquí precisamente donde queda de manifiesto la grandeza y nobleza de la Familia Naval, que la vorágine del día a día no te deja ver a tu alrededor y que se manifiesta cuando más lo necesitas, y por cierto uno se siente infinitamente agradecido y orgulloso de pertenecer a tan digna Institución.

El Gobernador Marítimo de Punta Arenas plantea la posibilidad de evacuación al día siguiente, la cual agradece, pero debe rechazar, las malas condiciones meteorológicas pronosticadas para el área, vientos del Norte sobre los 60 nudos acompañado de lluvia, un temporal desatado, harían imposible una maniobra de este tipo sin poner en riesgo la tripulación y el helicóptero, el viaje era relativamente corto con buenas condiciones, pero de ahí había que seguir rumbo a Talcahuano, por lo tanto no había ninguna posibilidad de llegar a tiempo para acompañar al ser querido en su última morada. Convencido de que el tata Edgardo será guiado por la luz del “mítico faro” en donde este, viento a un largo y hasta siempre.

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LOS POLLITOS DICEN: Una forma de obtener huevos frescos es criando gallinas ponedoras, y para que los huevos puedan usarse con una gallina clueca, las gallinas deben tener un buen gallo pisador, por lo que Edgardo en su viaje de ida al faro Ráper se preocupó de encargar al Capitán de Puerto de Puerto Edén, que le comprara un buen gallo pisador de los alrededores del pueblo para llevarlo a Ráper, ya que allá no había, la idea era obtener huevos fértiles para comenzar una crianza de pollos para el faro.

El primer día llegando a Ráper se soltó a la joyita, que en una rápida vuelta por el gallinero se pisó a todas las gallinas, quedando todas felices y con las plumas revueltas, incluida la más veterana que se creía dueña del gallinero, con esto supuestamente los huevos que pusieran las aves en adelante, podían usarse en el caso de haber alguna gallina clueca.

Al mes de llegado el nuevo marido “gallo”, se encluecó la gallina vieja, así que se le preparó un nido con 15 huevos fértiles, Edgardo pacientemente se encargó de tenerle agua y alimento a la gallina abuela, a los 21 días comenzaron a picotear los huevos los nuevos pollitos, pasaron 2 días y ya habían 10 pollos nuevos, la gallina al tercer día se levantó del nidal y salió a pasear sus crías, los otros huevos se enfriaron y no lograron empollar, la vieja gallina comía poco y se veía muy débil luego del proceso, Edgardo muy atento a la evolución y cuidado de las crías detecta que la gallina no se levanta el quinto día, la va a ver al nido y la encuentra muerta y todos los pollitos a su alrededor, aprovechando sus conocimientos de campo sigue alimentando a las pequeñas aves durante el día y en la noche los encierra en una caja de cartón para cobijarlos del frío.

Creyendo que las pequeñas crías necesitaban de una gallina que las acompañara y guiara en su crecimiento, decide tallar una desde un dado de poliestireno, una gallina con algunas plumas verdaderas y ruedas para darle movimiento, un delgado cordel servía para guiar el desplazamiento del invento y llevar a pasear a las pequeñas crías por los alrededores, todos los días dedicaba un tiempo en la mañana y en la tarde para dar un paseo a “los pollitos, dicen”, en este paseo aprovechaba de contaminar sus pulmones encendiendo un cigarro.


Cuenta Edgardo que la ocurrencia le sirvió hasta que los pollos cumplieron 2 meses y estuvieron grandes, además decía que todos los días buscaban a su madre adoptiva para acurrucarse junto a ella y dormir luego de las andanzas y por supuesto durante las noches.

No sé por qué no le creo, en todo caso es un gran amigo con unas cuantas historias entretenidas que hacían más amenas las conversaciones y que en el fondo algo de cierto pueden tener.

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OCASO DE UN FARERO: El ruido producido por los cascos de los caballos en el pedregoso sendero que une el Faro Cabo Ráper con Puerto Slight se confundía con el golpeteo incesante y furioso del oleaje propio del Golfo de Penas. Apenas empezaba a amanecer y, junto al que había sido mi Jefe por cuatro largos meses, cabalgábamos por última vez juntos aquellos 8 kilómetros que tantas veces recorrimos, ya sea por traslado de pertrechos o despejando el camino de algún árbol que no soportó las inclemencias del crudo invierno austral.

La Armada nacional aún mantiene algunos faros dotados de personal con la finalidad de prestar diversos servicios a los navegantes que surcan nuestros mares y el Cabo Ráper, enclavado en la península Tres Montes, es uno de ellos. Grupos de cinco “fareros” son los encargados de custodiar, operar y mantener estos míticos vigías del mar por períodos de cuatros meses, alejados de sus seres queridos y sólo manteniendo comunicación radiotelefónica una vez por semana con ellos.

El Suboficial Robles, jefe del faro, se caracterizaba por ser muy parlanchín, sus “años de circo”, como el solía decir, le proporcionaban mil historias que contar, pero aquella mañana no murmuraba palabra. En nuestro tercer mes de aislamiento había recibido la notificación de su llamado a retiro y hasta el último día pareció no afectarle la noticia, por eso me atreví a romper el silencio. ¿Qué se siente saber que este fue su último aislamiento jefe?, pregunté con cierto temor; primero por el respeto que aquel hombre me inspiraba y, en segundo lugar, porque sentía que mi pregunta podría resultar imprudente.

¡Pena muchacho!...¡Mucha pena!; son tantos años de entrega y sacrificios los que hoy dejo atrás, tantos buenos amigos y compañeros..…, solo me resta darle gracias a Dios y a la vida por haberme permitido trabajar en este servicio tan noble como desconocido para el común de la gente.

Pero al menos ahora podrá disfrutar un mayor tiempo con su familia, agregué, como queriendo animarle un poco.

Eso es seguro, es mucha la deuda con mi esposa y mis hijos; tantas navidades, cumpleaños y fechas importantes lejos del hogar..…, en todo lo que me reste de vida no podré compensar el sacrificio que, sin querer, demandé de ellos.



¿Suena algo dolido mi Suboficial? Dolido no es la palabra, al fin y al cabo este fue mi trabajo y siempre traté de cumplirlo de la mejor manera posible, sin pensar en los costos afectivos y emocionales de los míos.

Sucede que nuestro oficio es único, se aprende a quererlo a partir de las dificultades y el sacrifico diario, eso lo hace especial, porque sabemos que al final del camino no habrá despedida pomposa ni reconocimiento alguno. Sólo nos queda la satisfacción de la labor bien cumplida, porque pasarán los años, trayendo consigo sus nuevas tecnologías y la luz de nuestros faros seguirá guiando las rutas de los barcos y, los navegantes afligidos seguirán necesitando de nuestra palabra de aliento en medio del temporal, solo siento orgullo de haber realizado en mi vida una labor que debe ser de las más queridas y bendecidas por Dios, porque tal como su Iglesia; la luz de nuestros faros “ilumina”, “guía” y “salva”.

El sol ya dejaba ver sus primeros rayos del día por detrás de los cerros, dejando ver un par de lagrimones que rodaban por aquel rostro curtido y arrugado, los que el viejo trató de ocultar vanamente, al momento que llegábamos a nuestro destino.

El buque que nos llevaría de regreso a Puerto Montt ya estaba anclado en la hermosa bahía de Puerto Slight y, los primeros botes ya iniciaban las maniobras de acarreo de enseres para la dotación entrante. La faena fue ardua aquél día; se sucedieron tambores de petróleo, cilindros de gas, víveres, alimento para los animales, en fin, todo lo necesario para el período que se iniciaba y el Suboficial Robles trabajó sin desfallecer, como el más novel de la tropa. Era de aquellos hombres que enseñaban con sus dichos y sus acciones.

Hoy, que el paso de los años me acercan cada vez más al final de mi camino en este trabajo, sus palabras resuenan en mi mente, cual presagio del que será mi propio ocaso como farero.

No he vuelto a ver a aquél hombre, recuerdo su silueta encorvada apoyada en la borda del buque con la mirada perdida en el horizonte, mientras un faro y sus destellos indicaba el ingreso a uno de los tantos canales del sur de Chile.

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LA VIEJA ESCALERA: El único acceso peatonal para llegar a la casa del faro Isla Guafo era una añosa y débil escala de madera de casi 200 peldaños, sobrepuesta en rieles adheridos a la pared del cerro, su mantención era muy riesgosa por estar mirando al vació con un fondo de rocas y a mucha altura, se hacía mantenimiento a lo que era posible sin riesgo de la personas, los fierros que sostenían la estructura serpenteante pedían a gritos un pronto recambio, pero por ahora no era el momento, el año anterior se habían cambiado algunos tramos de los escalones de madera, así que nadie esperaba que al final de un fuerte temporal de lluvia y viento invernal, a mitad del año 1984, se destruyera toda la construcción que estaba sobre los rieles, cayendo al vacío y dejando sin la única vía de acceso hacia el faro.

En los siguientes días la dotación se encargó de ver si se podía recuperar el acceso, siendo complejo e imposible ante la falta de medios y materiales, la recuperación iba a requerir  de un trabajo mayor y por esos días había que preparar el relevo que estaba pronto a llegar, lo primero era bajar la carga que había que enviar a Puerto Montt, lo que se hacía  a través del andarivel, único medio operativo.

La dotación recurrió a la improvisación para habilitar un acceso, se buscó camino por el lado Este de la casa por donde pastaban las cabras y corderos, los senderos que dejaban estos animalitos sirvieron para bajar hasta la mitad del cerro con algo de inseguridad, de ahí se ataron cordeles en los árboles más gruesos cercanos al lugar, para descender al estilo rápel hasta la base del cerro y llegar caminando al desembarcadero bordeando este, lo mismo se hacía para el ascenso.

Cuando recaló la dotación entrante en septiembre de 1984, se encontró con este escenario poco agradable y cansador, aunque ya sabían de lo sucedido a la escala, la tarea principal para el periodo con la dotación entrante, era construir un acceso peatonal accesible y duradero hacia el faro, ya sea reparando la escala si era posible o buscando otra alternativa.

La primera semana fue exclusiva para subir carga, víveres, combustibles y enseres personales para funcionar lo más cómodo posible, el equipo de trabajo estaba compuesto de 6 personas, un Sargento 2°, dos Cabos 1° y tres Cabos 2°, tres personas de este equipo fueron destinados a los trabajos para habilitar una vía de acceso, el Cabo 1° (F.) Mario Fernández Olate y los Cabos 2° (F.) Gabriel Gómez Cortés y Pedro García Guzmán, este último se excusó de no poder efectuar trabajo pesado por tener problemas a la columna, así que quedaron dos para la tarea, los más altos de la dotación, detalle que tendría como resultado un grado de dificultad final.



Durante el primer mes se visitó el área alrededor y se definió que la escala no se podía recuperar y que el lugar más adecuado para construir el nuevo camino peatonal era por el lado Este del faro aprovechando los senderos que marcaban los animales. Se presentó la propuesta al jefe de faro quien la encontró adecuada y viable autorizando dar inicio a los trabajos, la primera etapa a atacar fue la más lejana y la más dura, empezando por la falda del cerro que debía conectar con el sendero de los animales escogido, esta vereda se haría de un metro de ancho para hacerla segura, los escalones se dejaban acorde a las zancadas de los trabajadores, esta parte compuesta de mucha piedra demandó un gran esfuerzo, había días que las condiciones de tiempo impedían el avance ya sea por la lluvia o el fuerte viento, hay que considerar la inclinación del terreno en la cual se estaba trabajando, luego del mes de trabajo se logró conectar con el sendero

Noviembre y diciembre la tares fue un poco más liviana ya que se trabajó en terreno sin gravilla, el tiempo mejoró muchísimo y se pudo avanzar más rápido, logrando terminar la misión encomendada.

Los días soleaban bastante, así que cada vez que había que subir por la vereda, a mitad de cerro ya se iba muy cansado y corriendo las gotas de sudor, en parte a la calor como también a lo alto de los escalones del camino, lo que coincidía con un árbol frondoso junto a una pendiente y que entregaba sombra con una vista maravillosa del entorno, lugar ideal para para tomar un descanso, solo faltaba un banco donde descansar un rato y un poco de agua para quitar la sed, el cabo Gómez se dio como tarea personal habilitar una posta de descanso en ese lugar, lo que en un par de días con los materiales y herramientas necesarias llevó a cabo, cuentan los más jóvenes que aún se mantiene la posta ya que el camino de acceso al faro Guafo sigue siendo aquella vereda con grandes escalones construida por los Cabos (F.) Fernández y Gómez en el año 1984

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CONTINUA EN PARTE 2






Del autor:
Estas historias y cuentos son reales, sin embargo, algunos nombres y lugares han sido cambiados para proteger la identidad de sus verdaderos protagonistas.

Colaboradores:

-     Guardián de Faros                  Victor Grendi Saavedra (Q.E.P.D.)

-     SO (F.) ®                                   Ricardo Gallardo Rojas

-     SO (F.) ®                                   Edgardo Zurita Jara

-     SO (F.) ®                                    Jorge Bennedeti Saint-Jean

-     SO (F.) ®                                    Eduardo López Caamaño

-     SO (F.) ®                                    Henry Arriagada Vicencio

-     S1° (F.) ®                                    Blas Cortez García

-     S1° (F.Mc.Eln.)                           Roberto Araneda Torres

-     E.A.C. Dibujante                        Ronald Ulzurrún Macías

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