jueves, 9 de marzo de 2017

Un recuerdo inolvidable









FARO BAHÍA FÉLIX


“UN RECUERDO INOLVIDABLE”













Dedicatoria:


A los fareros, personas que en forma silenciosa, con dedicación y esfuerzo, destinan su vida a custodiar el encendido de las luces que alumbran las rutas marítimas y contribuyen de manera real a brindar seguridad a los navegantes a lo largo de las costas de Chile y el mundo .





















FARO BAHÍA FÉLIX
UN RECUERDO INOLVIDABLE


Autor: SOM (F.) Sr. Gustavo González Cortés



Luego de trabajar durante varios meses en el Subdepartamento de Faros de Magallanes adquiriendo conocimientos para mi formación técnica, ya sea reparando equipos, cargando baterías, haciendo mantención y llevando a cargar acumuladores a gas acetileno, ayudando a preparar elementos para comisiones ya sea en buques de la Armada como en los vehículos de la repartición, como eran el camión Dodge y el todo terreno Land Rover, vino mi segundo aislamiento, en septiembre de 1979 fui designado para conformar la dotación del faro con familia Bahía Félix, me pareció muy extraño ya que ese faro era exclusivo para especialistas casados y sus familias, para octubre se necesitaban 3 familias y solo se disponía de dos por lo tanto buscaron la solución, reemplazar a la familia faltante por dos solteros, el mando consideró que esta era la mejor solución, y ahí apareció el segundo soltero el Cabo 2º (F.) Guillermo Rivas (Q.E.P.D.), con esta designación se solucionaba el problema de rol de guardia, también nos brindábamos  apoyo y nos acompañábamos en los momentos libres, la nómina de la dotación de Félix quedó conformada para los meses venideros por las siguientes personas: Jefe del Faro, el Cabo 1º (F.) Vicente Soto Arancibia; primer ayudante, el Cabo 1º (F.) Carlos Pobrete Cruz; segundo ayudante, el Cabo 2º (F.) Guillermo Rivas y tercer ayudante, el Marinero (Af.F.) Gustavo González Cortés, los dos primeros se iban como dotación por un año y los dos últimos en comisión por cuatro meses, una vez chequeado el médico y el dentista, vino la preparación y acopio de la carga: víveres, consumos de toda índole, repuestos mecánicos, eléctricos, electrónicos, de gasfitería, clavos, pintura, etc., artículos personales, golosinas, bebidas, vestuario y la radio personal,


Llegada a faro Bahía Félix


Al mediodía del día 3 de octubre, a bordo del Patrullero Lientur, soltamos amarras y zarpamos, íbamos junto con la dotación entrante del Faro Islotes Evangelistas, la idea en principio era navegar directo a la roca si las condiciones de tiempo eran favorables, eso se iría viendo durante la navegación, meteorología de Punta Arenas y el faro se encargarían de hacer llegar un informe cada tres horas para ir evaluando, la navegación a través del Estrecho de Magallanes durante las primeras horas fue muy tranquila, luego se fue notando un deterioro climático, íbamos preparando la mente para aporrearnos en la navegación hacia Evangelistas, en la mañana me desperté con los golpes de ola en el buque, me fui a tomar desayuno y para mi sorpresa, no navegábamos a la roca, nos encontrábamos a la altura del paso Tamar y pronto a caer hacia Caleta Meteoro en las cercanías de Félix, la ola atravesada fue bastante movida así que poca gente había en cubierta, el lugar de fondeo era muy tranquilo, la mar estaba calma, pero una llovizna fina que todo lo mojaba nos recibió, rápidamente se organizaron las partidas de trabajo, las señoras, niños y niñas más los esposos de la dotación entrante y algunos enseres personales bajaron en la primera chalupa, en la siguiente bajó el Cabo Rivas, el único que quedó abordo fue el Marinero González, quien debía indicar que correspondía bajar ahí, aunque casi todo estaba marcado, la carga de ambos faros iban juntas en la bodega, los viajes se sucedieron uno tras otro cargados con tambores con petróleo, balones con gas, víveres, enseres personales, cajas y cajones con consumos, etc., de tierra también nos llegaba carga similar a la que enviábamos, la única diferencia era que los tambores y balones venían vacíos, para hacer expedita esta tarea, el mando del patrullero Lientur desplegó a todo su personal a cubrir las diferentes maniobras que se sucedían con esta faena, un grupo reducido cubriendo los puntos principales del buque, otro equipo apoyando al contramaestre en popa, otros en cada una de las embarcaciones de abordo y otro equipo en tierra apoyando el desembarque y embarque de carga, todos se hacía con seguridad. El desembarcadero que estaba compuesto por un pequeño muelle que sólo cumplía su función cuando había pleamar, las otras veces había que buscar el lugar adecuado para vararse y trasladar la carga a través de las rocas resbalosas, algo muy peligroso, los viajes eran muy lentos ya que la mancha de sargazos era extensa, las balleneras enredaban sus hélices y los remos de las chalupas apenas lograban dar paladas, durante la tarde se dio por finalizada la faena de reaprovisionamiento y el buque zarpó con rumbo a Evangelistas o a algún lugar donde poder fondear seguro y esperar buenas condiciones de tiempo, habíamos quedado solos con toda nuestra carga en las cercanías del muelle, los tambores con petróleo y aceite además de los balones con gas, se ordenaron a continuación de la aduana, la demás carga se estibó dentro de ella, lo que pudimos lo llevamos hacía la casa utilizando el winche manual que arrastraba un carro sobre rieles, la distancia que separaba la aduana de la casa era de un poco más de 100 metros en subida.




Camino de acceso a la casa y rieles


            El extremo Sur de nuestro país esta lleno de secretos y hermosura, cuantas entradas de mar hacia las grandes islas que conforman el desmembrado territorio chileno en esas latitudes, donde se encuentra la Caleta Meteoro o un poco más allá la bahía Félix, ambas abrazadas por la gran isla Desolación cubierta de vegetación virgen, de nieves y hielos eternos, la hermosura de esos parajes embarga el espíritu, el islote que alberga las dependencias del faro se encuentra rodeado de una maraña de sargazos, como también se ve cubierta de mucha vegetación, desde el buque se observaba una gran cantidad de canales en diferentes direcciones, hacía pensar que se trataba un laberinto.

            Durante la tarde del primer día llovió un buen poco, los estanques de acopio de agua rebalsaban del vital líquido, lo diferente a Evangelistas era que acá no había que probar el agua, esta caía directamente al techo y luego en los estanques, era agua dulce y limpia y había en abundancia, grata fue mi sorpresa cuando conocí el interior del lugar que sería mi casa por los 4 meses siguientes, el ingreso se asemejaba a un castillo medieval, un puente llegaba hasta la puerta de dos hojas en la entrada de la casa, la que parecía una fortaleza con sus paredes de piedra canteada y sus ventanas estilo inglés, un pequeño pasillo lo introducía a un gran patio central, la edificación era rectangular que en su contorno exterior estaba edificado en una pared de roca de 1 metro de espesor, interiormente estaba dividido con tabiquería conformando las diferentes dependencias necesarias para un faro habitado con familias; a la izquierda comenzando por la entrada, se encontraba la casa del jefe del Faro el Cabo Soto, estaba compuesta de una habitación grande para dormitorio, otra de similar dimensión para living-comedor y una cocina también grande con comedor diario, todo unido interiormente, a continuación venía lo que era la carpintería, de ahí y siguiendo el contorno, justo al centro había una puerta que daba acceso al túnel que permitía comunicarnos bajo techo con la torre del faro, enseguida de esta puerta estaba el pañol de consumos, mas allá y opuesto a la casa del jefe, estaba la casa del Cabo Pobrete, la que era idéntica a la del Cabo Soto, luego de esta casa y frente al túnel de entrada, estaba la oficina y sala de radio, comúnmente el lugar de encuentro de los fareros donde se planificaban los trabajos o se efectuaban las tareas administrativas del lugar, al lado había un dormitorio grande unido a otra habitación destinada para funcionar como cocina comedor y living, estos dos recintos conformaban la casa del segundo ayudante y que en esa oportunidad ocupamos el Cabo Rivas y el Marinero González, enseguida y dando la vuelta, venía la sala de maquinas y pañol de herramientas, un poco más allá y dando la vuelta hacia la entrada, en la esquina, estaba el baño que era de uso general, luego a continuación venía un dormitorio para solteros que era usado para cuando llegaban los técnicos a efectuar mantención a los motores y por último y al lado derecho de la entrada principal teníamos el pañol de víveres, el patio central siempre tenía luz natural cuando la había, ya que disponía de un tragaluz, así estaba conformada la distribución de nuestra fortaleza. 


Vista general de la casa y túnel hacia el faro


            Los primeros días en Félix fueron dedicados a organizarnos, subimos la totalidad de los víveres, consumos y enseres personales, a la vez el Jefe del faro dispuso de una reunión para delinear nuestra estadía, rol de guardias, distribución de cargos, horarios de trabajo, régimen, tareas extras y tenida, todo iba amarrado de sus obligaciones, este faro no disponía de congeladores así que la mayoría de la carne era en pié, oveja magallánica, ese lugar era un paraíso para estos animalitos contaban con gran cantidad de vegetación para su alimentación natural, pasto, arbustos y árboles, aunque igual contaban con su ración de pasto seco que nosotros les habíamos llevado, siempre participaba cada vez que había que sacrificar uno de estos animalitos, también me preocupaba de que nada de el se perdiera, tal es así que las patas y la cabeza las descueraba y junto a otros huesos que salieran los ponía a hervir un buen rato hasta que todos los nervios y restos de carne quedaban muy blandos y con los cuales armaba un queso que según decía Rivas era para chuparse los dedos, es lo que el comentaba.

            Durante el mes de noviembre llegaron un pescadores a dejarnos de regalo un serení con un par de remos, la verdad es que estaba muy malo ya que hacía mucha agua, por lo que era imposible usarlo, luego de analizar que hacer con el decidimos que podíamos repararlo, en el faro habían los medios para hacerlo, pero lo más importante era que teníamos ganas de tener una embarcación, por lo tanto los cuatro nos lanzamos en la tarea de secar, limpiar, raspar pintura, retirar el falcaseo en mal estado, tabla por tabla fueron recorridos los detalles, finalizado esto había que volver a dar forma a nuestro botecito, preparamos todo el cáñamo que teníamos escarmenándolo, con él cubrimos cada una de las separaciones que había entre las maderas, las que luego eran cubiertas con un chorro de brea caliente que para este fin habíamos derretido en un tarro, hecho esto llevamos la pequeña embarcación a la sala de maquinas para que tuviera un buen secado, repasamos aquellos lugares donde pasaba luz y de ahí vino la parte final, el pintado interior y exterior, parecía un chiche nuevo, ahí comenzaron los deseos de probarla, no faltaban las ganas pero aún quedaba un procedimiento, según los mas entendidos debíamos hundirla para que la madera se hinchara, una semana la dejamos y realmente había quedado muy buena así que le fuimos a dar una vuelta a la isla de las tres cruces que estaba frente al muelle, cuenta la leyenda que aquellas cruces recuerdan el fallecimiento de tres fareros de Félix, dicen que esta gente fue muerta por indios Alacalufes, estos habitantes de los canales del Sur llegaron un día de visita en sus embarcaciones con toda la familia, hombres, mujeres y niños, los dueños de casa les invitaron a pasar y les convidaron alimentos y bebidas alcohólicas hasta embriagarles, luego dieron rienda suelta a sus deseos carnales con una de las mujeres, al día siguiente se marcharon del lugar sin enterarse de lo sucedido, no pasó mucho tiempo cuando volvieron, pero esta vez venían indignados por lo sucedido, por lo que decidieron hacer justicia por sus manos y dar muerte a todos los habitantes del faro que eran cuatro, uno de ellos alcanzó a refugiarse dentro de la linterna de la torre, en donde no pudieron entrar para finalizar su venganza, luego de varios días sin que la luz del faro se encendiese, los navegantes dieron cuenta de esta situación a Punta Arenas, desde donde enviaron a ver que sucedía en aquel lugar, encontrándose con el pavoroso episodio de muertos y un sobreviviente muy desquiciado. El trabajo del bote nos había quedado muy bueno, no se filtraba agua, así que ahora había que usarlo pero para eso se debía dar algunas pautas, su uso se podía hacer con buenas condiciones de mar, en lo posible llana, en cada salida había que llevar salvavidas, sólo se podía usar los fines de semana y con un mínimo de dos personas abordo, al primer fin de semana Rivas y yo solicitamos la venía para dar una vuelta en la poza y bordear la costa alrededor de esta, quedamos muy contentos con este pequeño paseo y más aún al ver que nuestro trabajo había quedado bien hecho, la próxima salida sería a la isla que estaba frente a nuestro islote, nos habían contado que había una gran laguna y desde la balaustrada del faro algo se divisaba, al siguiente fin de semana y gracias a las buenas condiciones de tiempo zarpamos en nuestra aventura hacia lo desconocido, bordeamos la costa y llegamos a la desembocadura de un pequeño riachuelo, amarramos nuestro bote y emprendimos la caminata por entre los arboles y sin alejarnos del curso de agua, el terreno no estaba fácil y afortunadamente la laguna no estaba tan lejos de la orilla, serían unos 500 metros hacia el interior, ahí entre los cerros que estrujaban sus aguas se encontraba una gran laguna, por supuesto que ameritaba una buena zambullida luego de remar y de la caminata para esto iba preparado con pantalón de baño, el nadador todo competidor duró menos que un curao en bicicleta en el agua, ya que a pesar de los rayos solares que se asomaban a ratos, ésta estaba como recién salida del refrigerador, luego me di cuenta que cerca del centro había unos trozos de hielos flotando, era lógico que el agua estuviera muy helada aunque ya pronto sería verano, luego de observar bien los cerros de los alrededores, pude ver que estos aún mantenían bastante nieve y hielos eternos, con Rivas caminamos por la orilla de la laguna un poco y luego decidimos volver ya que no era muy segura la caminata, regresamos al bote y luego al faro, estas salidas eran muy relajantes y servían para acortar en algo el aislamiento, los dos fareros que estaban con familia limitaban sus salidas en bote sólo dentro de la poza para pasear con los niños o las señoras e igual lo disfrutaban. Tres fueron las salidas más lejanas en bote, la última fue con ganas de ver que había más allá de la primera loma de cerro y si se podía caminar sin peligro, nuevamente con Guillermo concertamos una salida, preparamos un cocaví, agua y buen vestuario y calzado para caminar, la verdad es que la subida no tenía mucha pendiente, así que se hizo fácil, algunas veces subíamos y otras había que descender, desde las alturas se divisaba la gran laguna y otras un poco más pequeñas, nuestro faro se veía algo lejos, llegamos a la parte más alta de un pequeño cerro, el agua se nos había acabado así que la botella la utilizamos para dejar un mensaje junto a unas piedras, miramos la hora y decidimos volver a la casa, estaba bien por el día de ejercicios. 



Con el Cabo Rivas (Q.E.P.D.) en una de nuestras salidas


            La marea bajaba bastante en algunas ocasiones, aunque se notaba más cuando la fase de la luna se encontraba en nueva o llena, en esta última era más notorio y se veía ya que los canalizos que rodeaban los islotes quedaban secos y se podían visitar por un buen rato, cuando esto ocurría me dedicaba o curiosear y observar la naturaleza, nuestras ovejas pastaban por estos islotes, miraba en las entradas de agua pensando en que podía encontrar, fue en una de estas salidas que logré dar con una alfombra de erizos del tipo comestibles, cuando volví a la casa le conté a Vicente, el Jefe, y coordinamos para ir al día siguiente a sacar unos pocos para todos los residentes en el faro, durante la tarde del otro día me pasaron dos mallas vacías de cebollas para los mariscos, Rivas me acompañaría, me cambié ropa y me puse un buzo deportivo y zapatillas y así tal como estaba me metí en el agua, era tirar y abrazarse, escogí los que quería sacar, eran los más grandes pero había tantos que un rato llené las mallas. Lo único malo de esa sumergida fue que el agua estaba realmente helada, por lo que cuando volvimos con Rivas, el se quedó con los otros desconchando mientras yo solicité a Soto si me podía regalar una botella de grapa para restregarme el cuerpo y subir la temperatura y la autorización para pegarme una ducha de agua caliente a la cual acoplaron casi todos, ya entrada la noche nos reunimos en la casa de Pobrete para disfrutar de los ricas lengüitas de erizos, me serví un inmenso plato que había preparado la señora Silvia, cebollas,  perejil, lenguas y jugo de limón en polvo (jugos Ponty), Vicente también había preparado un cariñito en su casa, nos hizo degustar un rico ponche de rizos, muy bueno estaba.



La familia del Cabo 1º (F.) Carlos Poblete Cruz


            Lo que más llamó mi atención cuando llegué a Félix fue el hecho de ver tanta basura tirada por ahí, no se como la gente puede convivir con la naturaleza en esas condiciones, en todo caso, por lo que pude apreciar esta se acumulaba de varios años, nosotros buscamos un lugar alejado de la casa y de donde podrían llegar los niños y procedimos a hacer un hoyo en la tierra para utilizarlo de vertedero, ahí había que llevar diariamente nuestros desechos, lo hicimos de 1 metro de ancho por 2 metros de profundidad, también le hicimos un buen tablero para usarlo de tapa objeto no permitir el ingreso de aves de rapiña y que no cayesen nuestras ovejas, con esta primera medida comenzamos a descontaminar el islote, luego durante algunos días nos dedicamos a recolectar los desechos esparcidos, era una tarea que iba demandar muchísimo tiempo, así que dimos prioridad a los lugares más cercanos a la casa, esto con el objeto de alejar lo más posible las plagas de roedores, por lo que pudimos ver en nuestra despensa, luego del aseo desaparecieron los bichos.

            Siempre se andaba buscando como acortar la estadía, los días de semana siempre teníamos algo que hacer, los fines de semana se estaban poniendo algo aburridos, un día se nos ocurrió que debíamos hacer algo en común con todos los adultos, los niños eran pequeñitos, las mallas plásticas de cebollas y papas las lavamos y unimos y con ellas confeccionamos una red que colocamos en el patio techado a un 1,80 metros de altura, ideal para jugar voleibol, por suerte una de las familias tenía una pelota plástica que prestó para nuestro incipiente campeonato, al principio jugábamos 2 por lado y una pareja saliendo, pero luego con los días decidimos formar dos equipos, una familia por lado y un soltero para cada equipo, se jugaba hasta cansarnos, total ese día se encendía el termo y todos tomábamos una ducha caliente, era el único que podíamos usar el termo, los demás días el que quería ducharse lo podía hacer pero con agua helada, yo lo hacía porque vivía haciendo deporte, hacía piques desde la aduana, luego me iba al patio techado y me ponía a hacer trote estacionario, flexiones de brazo y abdominales, algunas veces también me ponía a jugar con los niños a las escondidas, al pillarse, al caballito (yo hacía de caballo) hasta que nos cansábamos, así que la ducha de agua helada ni la percibía con el cuerpo caliente, luego en la noche dormía placidamente, que bellos recuerdos.

            Compartir mi tiempo libre con los niños hizo que les tomará mucho cariño, el Cristian Soto, la Marcelita y la Pamela Poblete, ellos eran muy chiquititos e incansables para jugar, cuando llegó Diciembre me dediqué a trabajar en la carpintería muy a escondidas de todos, la idea era prepararles algún engañito a los niños para la navidad, no pensé nunca en ellos cuando fui notificado para integrar la dotación, en el faro no había mucha variedad de materiales y las herramientas eran escasas, lo primero que pensé en hacer fueron unos caballos de madera, pero hubiera tenido que dejar todas las escobas sin palo, por lo que opté por hacer tres condoritos malabaristas, el trabajo no demandaba muchos materiales, pero si requería de trabajo meticuloso, debían quedar perfectos, para navidad los niños los apreciaron muchísimo, creo que ambas familias también pues lo demostraron en los días siguientes con muestras de cariño, los solteros; Rivas y yo, nos sentimos más cercanos y acogidos por las familias.



Junto a los niños Pamela Poblete y Cristian Soto


            El trabajo profesional de un especialista en Señalización Marítima en un faro habitado, principalmente es mantener siempre la luz de la señal encendida, nunca olvidar que los navegantes que surcan los mares, buscan en esas noches de tormentas esa luz que les ayuda a guiarse y que a través de la radio les brinda una voz de aliento para seguir hacia la ruta que les llevara por buen camino, somos gente que estamos atento en todos los medios que se disponen para ir en ayuda del navegante, este trabajo se complementa con otros conocimientos y tareas por ejemplo hacer funcionar el motor generador de electricidad todos los días unas 6 horas, comúnmente se hacía al comenzar la noche así teníamos luz artificial en las dependencias y podíamos cargar las baterías del faro, los generadores y las de los equipos de comunicaciones, también estaba la meteorología, todo farero es observador meteorológico, en Félix se entregaban a Magallanes Radio y cada 6 horas se difundían al aire tanto en VHF como HF (VHF= canal 16 y 14; HF= 2182 y 2738 Khz.), muchas veces los navegantes solicitaban que les preparásemos un estado de tiempo local o preguntaban por otros faros, otra de las tareas del guardiero era la de efectuar control al tráfico marítimo, que consistía en obtener el máximo de información de los buques que entraban y salían del Estrecho de Magallanes, cuya información se evacuaba lo más pronto posible a Punta Arenas, otra de las labores del farero era la parte doméstica como son el aseo a los sectores comunes, oficina, sala de maquinas, accesos, patio, baños, etc., la verdad es que siempre hay algo por hacer en un faro, una faena de carga o de combustibles, el pintado de algún recinto, importa mucho que el Jefe mantenga unido a sus ayudantes.


Con Félix antiguo de fondo


            Bahía Félix y esa zona en general, se caracteriza por la gran cantidad de lluvia que cae, ese lugar no debiera tener nunca problemas de agua, por cierto que también había momentos soleados o solamente nublados y que eran muy agradables, eran estos momentos que aprovechada de salir a caminar por los recovecos del islote los que llegué a conocer como la palma de mi mano, fue así como cierto día cuando volvía a la casa y cerca de torre del faro observé unas hojas muy parecidas en forma a las de frutillas, para mi sorpresa también tenían frutos pequeños debajo de las hojas, más pequeños pero iguales a las frutillas, al probarlos ya no quedaban dudas eran estos frutos, los mas viejos luego me corroboraron que eran frutillas silvestres, el verano se presta para muchas cosas pero que regalito me trajo.

            Enero del año 1980, este año tenía que volver a la escuela de Abastecimiento y Servicios de la Armada, para especializarme como técnico en Faros, la ansiedad me empezó a consumir, si no salía pronto no podría hacer mis vacaciones anuales, busqué en que entretener mi mente, a las actividades físicas agregué la lectura, el traslado de la carga a la aduana, arreglé mi equipaje, en el traslado de carga participábamos los cuatro, ya teníamos el nombre de nuestro relevo, Rivas y yo, nos reemplazaría el Cabo 1º (F.) Luis González Donoso, señora e hijos, el tiempo se pasó muy rápido cuando ya estábamos a fines del mes de Enero, el Lientur zarpó el 31 pero no apareció hasta el día 2 de Febrero, el día anterior había hecho el relevo de Evangelistas ya que ellos tenían buen tiempo, suerte para todos los que salíamos y los que llegaban a la roca, no lo fue tanto para los que llegaban a Félix ya que tuvieron que aporrearse con las olas oceánicas, los Cabos Soto y Pobrete se mantenían en el faro hasta Octubre de ese año, los faros con familia contemplan aislamientos de un año, luego de la faena de reaprovisionamiento zarpamos a Punta Arenas, la navegación transcurrió en calma y el viaje fue directo a la ciudad, en la tarde del día siguiente llegamos a puerto, entregué toda la documentación que llevaba y me dispuse a preparar lo que faltaba de mi equipaje y a seleccionar lo que podía llevar por mano en el avión, ya no tendría vacaciones, algunas cosas las dejé en mis baúles en Punta Arenas, mi apoderado reencargaría de enviarlas en uno de los buques de la Armada que viaje a Valparaíso con la carga de los trasbordados.


Faro Bahía Félix actualmente

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